Lo que haga bien o mal (el Segundo Piso), no se refleja en ellos, sino en el Mandatario”.

Ernesto Ottone,

ex Segundo Piso de Lagos

“Maquiavelo enseñaba que el buen gobernante es aquel que adquiere y conserva el poder. Así que si preguntamos qué proyección tiene la política efectista de este gobierno, la respuesta es: depende. Si gana en la próxima elección, todos vamos a mirar hacia atrás y decir que Sebastián Piñera le achuntó con la retórica que escogió. Si pierde, vamos a decir que no”, comenta Cristóbal Bellolio, académico de la UAI.

Como sea, en La Moneda existe la convicción de que sí hay una estrategia de largo plazo, cuya trazabilidad se ve en discursos y acciones públicas, desde la campaña presidencial, y que puede significar la reelección de Chile Vamos. Y el Presidente tiene un equipo de confianza que le provee de estudios e insumos; personas importantes para su estrategia con quienes está en constante comunicación. Entre ellos, hoy destacan dos figuras: el economista Cristián Larroulet (65), su jefe de asesores del llamado Segundo Piso, y el psicólogo Jorge Selume Aguirre (38), jefe de la Secretaría de Comunicaciones, que depende del Ministerio Segegob. Una mezcla entre políticas públicas y opinión pública.

El omnipresente y Mr. Big Data

En el primer gobierno de Piñera, Larroulet completó 32 cuadernos de color rojo como ministro secretario general de la Presidencia. La bitácora que lleva hoy es más apetecida.

Junto a sus encuentros con el Mandatario y su asistencia al comité político, participa en al menos tres citas bilaterales diarias —a veces incluso más— entre el Jefe de Estado y sus ministros. Con ellos, Larroulet también se reúne a solas en su oficina ubicada, por supuesto, en el segundo piso. A ese ritmo, más el chequeo de discursos y avances de políticas, Larroulet casi no sale de la sede de gobierno.

“Él es prácticamente irremplazable”, sostiene una fuente vinculada al oficialismo. “Con su paso por la Segpres, por su conocimiento de muchas figuras de la oposición, la indiscutida cercanía con el Presidente y el mapeo de lo que hacen todas las carteras, Larroulet tiene hoy una de las visiones más complejas y completas en la política chilena”, dice. Y para su rol actual, el economista encabeza un equipo de 20 asesores (ver infografía).

Su relación laboral con Selume se dio a partir del ingreso de este a La Moneda, aunque Larroulet conoce a Jorge Selume Zaror, su padre, desde que ambos estudiaron el Master of Arts en Economía en la Universidad de Chicago.

La confianza del Presidente en el fundador de la compañía de análisis Artool se fortaleció en la presidencial 2017. Selume, militante de Evópoli, había destacado como director de la campaña de Felipe Kast para la primaria de ese año. Así, Piñera decidió romper el molde del cargo en el que en gobiernos anteriores habían desfilado periodistas y hasta un cineasta y puso al experto en Big Data, concepto de moda en los últimos años, que habla del análisis de enormes volúmenes de datos, que incluyen desde mensajes en redes sociales hasta encuestas. Esto, para que los datos sean convertidos en información útil que facilite la toma de decisiones, incluso, si es necesario, en tiempo real. Pues junto al atributo de la cantidad y variedad que se observa, está la instantaneidad.

Sobre su influencia hoy, un crítico de la gestión gubernamental señala: “El Presidente está un poco maravillado por el Big Data”.

El mensaje no es para intelectuales

Ante el enfoque pragmático de La Moneda, para distintos observadores existe una debilidad, en particular en el Segundo Piso de Larroulet —y no sólo tras la salida de Mauricio Rojas—: la ausencia de intelectuales que estén pensando el proyecto de centroderecha. “¿Dónde están los Pablo Ortúzar, los Hugo Herrera, los Joaquín García-Huidobro?”, dicen.

Aunque Larroulet no da entrevistas —al igual que Ernesto Ottone cuando integró el “mítico” Segundo Piso de Lagos—, fuentes del Gobierno dicen que saben que el Segundo Piso no cuenta del favor de algunos intelectuales, pero remarcan que el relato no es para ellos, sino para el “sentido común” de los ciudadanos.

Un ejemplo de lo que se piensa en La Moneda es la preeminencia que tomaron este año, desde el primer aniversario de gobierno, los llamados “los tres ejes” que permean discursos y políticas: seguridad pública, crecimiento económico y agenda social, con un énfasis en la clase media. Aquellos desplazaron a los cinco grandes acuerdos impulsados en el primer año, con comisiones transversales, los cuales se dieron ya por concluidos y cuyas iniciativas están en trámite o por ingresar. Ello, no obstante las bilaterales a las que Piñera convocó a los presidentes de partido de oposición y a la posibilidad de que se alcancen nuevos consensos políticos.

Con la narrativa que surge desde el Segundo Piso, también quedó fuera el concepto de “nueva derecha” que algunos impulsaron en la administración Piñera I, aquella “derecha boutique”, en palabras de Carlos Larraín. La idea, considerada muy de élite, fue reemplazada por la derecha “con sensibilidad social”. La misma de Manuel José Ossandón; la misma de Joaquín Lavín. En definitiva, en la cancha donde se jugará la próxima elección y donde la protagonista es la clase media.

Asimismo, y en el contexto de una “derecha moderna”, los conceptos “inclusivo” e “integrador” atraviesan los discursos, y apuntan a algo muy concreto: que las personas quieren seguridad, calidad de vida, mejor educación, buenas oportunidades de empleo. “Esos son los conceptos que tomó la centroderecha con Piñera. Y en la medida que seamos exitosos en eso, va a quedar esto como propiedad de la centroderecha”, dicen en el oficialismo.

Ahí también calzan las declaraciones que el pasado domingo emitió en El Mercurio el ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno, indicando que “vamos a anunciar a fin de este mes el proyecto de clase media protegida”.

“Pero yo ni siquiera tengo claro qué es y cómo se mide la derecha social”, advierte Cristóbal Bellolio. “Sí se entiende cuando hablan de mano dura, porque se conecta con el ADN más autoritario de la derecha —y no lo digo en términos peyorativos— o menos vacilante frente a la seguridad pública como es la izquierda. O cuando hablan de crecimiento, que es como la religión de la derecha: más plata en tu casa, para que puedas ir el fin de semana al mall”, dice.

Ottone: “El Segundo Piso tiene un cliente único”

El estilo de Larroulet es muy distinto al de la abogada María Luisa Brahm, jefa de asesores del primer gobierno. El economista no lleva un “semáforo” con rojo, amarillo y verde para controlar las tareas de los ministros y hasta sus vacaciones. “Es aprendizaje”, dicen en el Gobierno.

“El Segundo Piso tiene un cliente único, que es el Presidente; lo que haga bien o mal, no se refleja en ellos, sino en el Mandatario”, dice Ottone, sociólogo que estuvo a cargo del equipo de objetivos estratégicos de Lagos. “En nuestra experiencia, el Segundo Piso jugaba un rol muy central, por las costumbres intelectuales de Lagos, quien tenía la predilección por tener un grupo de asesores que pimponeaban con él cuáles serían las metas finales del gobierno”, cuenta.

En cambio, a un Presidente como Piñera, que es empresario y que quiere que las cosas ocurran, el diálogo con un pragmático como Larroulet, con conocimiento del Estado, asume especial relevancia. Así como, desde su psique de inversionista, la información fresca que aporte Selume pasa a ser vital para tomar rápidas decisiones y poder ajustarse a la coyuntura.

Pero Claudio Alvarado, director ejecutivo del IES, advierte que no sólo no se ve “un horizonte de acción de largo plazo definido”, sino que esto “se traduzca en una narrativa convocante clara, que a su vez se traduzca en prioridades claras. Que a uno le permitan decir ‘bueno, a lo que el Gobierno se acabe, sabemos que vino a gobernar para 1, 2, 3'”. Y añade: “Pensar que los problemas que ha habido tienen que ver con los asesores es como asumir que el Presidente escucha dócilmente todo lo que le dicen y creo que es más bien a la inversa, que la relación es vertical. La conducción política del Gobierno está concentrada en muy pocas manos que parecieran pensar en forma muy similar, muy afiatados hace mucho tiempo. Eso les puede ser súper útil en el día a día, pero les cuesta abrirse a pensar las cosas de manera diferente”, dice.

En la misma línea, Bellolio advierte: “Como Piñera suele tener la primera, la segunda y la tercera palabra, no estoy tan seguro de que el Segundo Piso o los asesores influyan o alteren el curso de las cosas que él estima convenientes. Pero en el caso de que estén alineados, el Segundo Piso está de lleno en hacer política efectista”, critica. Pese a ello, también afirma: “Con una oposición fragmentada que no tiene un líder indiscutido que esté hoy en condiciones de disputarle a Lavín y al propio Kast la Presidencia, hasta donde yo lo veo, el Gobierno está navegando en aguas menos tormentosas de lo que algunos creen”.

LEER MÁS