Tiene que ser conservado para que la posteridad sepa distinguir entre lo bueno y lo malo”.

Sebastián Gray, arquitecto.

Conocido como “Francés” o “Don Carlos”, el edificio de casi 6 mil metros cuadrados ubicado en la esquina de las calles Don Carlos y La Pastora, en el barrio El Golf, es una de las pocas construcciones neoclásicas que sobrevive en la zona oriente de Santiago.

A finales de la década de los 30 comenzó su construcción y en 1940 estaba listo. La obra fue mandatada por el exalcalde de Providencia —y antiguo dueño de los fundos Los Leones (ex Lo Bravo) y San Luis—, Ricardo Lyon. Fue diseñado por Alberto Cruz Eyzaguirre, autor de la torre Entel, y por su colega Óscar Mozó, quien también dibujó en los planos la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles (El Golf).

La edificación, que fuera testigo de la vida de mediados del siglo XX y que aún conserva su esplendor, corre peligro. Situada en un polo comercial y gastronómico, el complejo habitacional de 32 departamentos —desde 110 hasta 240 metros cuadrados— es codiciado por inversionistas, para obtener mayor rentabilidad en la 0,56 hectárea que ocupa su terreno.

El «townhouse» del siglo XX

Sebastián Gray, arquitecto de la Universidad Católica y Master of Science in Architecture Studies del MIT, ha estudiado el “Don Carlos”. “Ese edificio es bien importante. No es cualquiera por su tamaño, por las casas y departamentos que tiene”, dice.

El experto enfatiza en que es una pieza clave para entender y apreciar la arquitectura primigenia del barrio. “La urbanización de El Golf es un proyecto urbano que fue sumamente importante para la sociedad santiaguina, porque fue un loteo de un campo, y fue al mismo tiempo un modelo de ciudad moderna: tenía plaza, municipalidad, cine e iglesia. O sea, era un barrio completo. Era un proyecto muy futurista y moderno, que tenía algunos edificios clave y el ‘Don Carlos' es parte de ese conjunto”, afirma, al tiempo que explica que está cerca de la plaza Perú, de un cine ya desaparecido, emplazado al lado de lo que hoy es el hotel Ritz y de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles.

Gray cuenta que una particularidad del edificio es “que construye una manzana. No es una suma de casas aisladas, como todo el resto del barrio, sino que es un edificio típicamente urbano, como a lo que hoy llaman «townhouses». En el sentido de que son casas que están todas juntas y a varias de ellas se entraba por el primer piso, pero la casa se desarrollaba en el segundo, tercer y cuarto piso, y entremedio, unos departamentos más chiquitos. Es inmenso”, sentencia el arquitecto.

270 UF por metro cuadrado

Sebastián Gray se opone así a los copropietarios que pretenden vender “Don Carlos” a alguna de las empresas que han llegado a ofrecer hasta 270 UF por metro cuadrado, es decir, más 64 millones de dólares por todo el espacio. La última tentativa, según el Diario Financiero, naufragó en diciembre de 2018, pues no todos los dueños están de acuerdo, incluyendo a la Municipalidad de Las Condes, dueña de un departamento.

La “disidencia” también es respaldada por la Fundación Defendamos la Ciudad, encabezada por Patricio Herman (ver recuadro).

Gray, por su parte, insiste en que tiene un valor muy grande en términos patrimoniales que no puede perderse y reitera: “Es un edificio que explica un barrio completo, lo simboliza y permite apreciarlo en su sentido urbano original. Desde el punto de vista de la arquitectura, es algo que nunca vamos a poder hacer igual de bien. Es un edificio muy valioso. También es un inmueble de vivienda densa, o sea es una construcción de departamentos y eso es algo deseable en un barrio. Edificios tan bien hechos como estos tienen que ser conservados para que la posteridad sepa distinguir entre lo bueno y lo malo”.

Como esforzándose por ser comprendido, remata: “No hay, salvo las puramente económicas, ninguna buena razón para demoler ese edificio”.

Fundación Defendamos la Ciudad:

“No hay respeto por la memoria histórica”

Patricio Herman, presidente de la Fundación Defendamos la Ciudad, se opone a los copropietarios que quieren vender “Don Carlos” a una inmobiliaria, pero siente que la demolición de la propiedad es inminente. “Hay desarraigo y desinterés de parte de las autoridades públicas en conservar el patrimonio de este tipo de inmuebles. Aquí les encantan las torres, y mientras más vidriadas son, mejor todavía. ‘Don Carlos', en unos meses más, se va a demoler y vamos a ver el fin de un edificio maravilloso”.

“Aquí impera la ley de la selva, de tal forma, que si los inversionistas quieren hacer unos pingos, es negocio. Aquí no hay ningún respeto por la memoria histórica; a nadie le interesa eso”, concluye.

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