“¿Con o sin barquillo?”.

Amaro Gómez-Pablos se desenvuelve como “pez en el agua” en las instalaciones de su nueva fábrica de helados en Vitacura, donde tiene su línea de helados artesanales “GelatoXocolat”. Como también en sus seis locales de churros (“Soy Churro”) que hace dos años fundó en Santiago (Providencia, Parque Arauco, Escuela Militar, Arauco-Maipú y un camión flotante para eventos). Esta tarde de febrero, en el local de Nueva de Lyon (045), atiende a un grupo de comensales; entra y sale de la cocina y limpia las mesas. “Mimar a la gente y el buen servicio ¡es lo mío!”, dice con su acento español.

Mientras conversa con un joven que pide unos churros, el periodista le comenta que viene llegando de vacaciones por México. Allá estuvo diez días con sus hijos Julieta (13) y Alonso (5) en el yate de un amigo, aprovechando de practicar sus habilidades de buzo certificado. “Nadamos con los muy amables y gigantes tiburones ballena, ¡mis niños estaban en éxtasis!”, cuenta.

Escogido como uno de los cien españoles más destacados en el mundo por el gobierno español en 2014, Amaro finalizó su contrato con Mega a principios de este año. En ese canal condujo los programas de viaje “Azul Profundo” y “Chile Profundo” y este semestre estará en las pantallas de esa estación con el espacio culinario “Selección internacional”, donde degustó platos recorriendo América Latina.

Como corresponsal en jefe para Europa en CNN (con base en Londres) le tocó viajar por África y Asia. “Ese germen insaciable de querer seguir viajando no se me ha quitado nunca, debo haber recorrido más de 80 países”, cuenta.

Dar vueltas al globo viene de su adolescencia. Nació en Madrid, un día de Navidad, donde vivió hasta los catorce años para después “gitanear” por el mundo cuando su madre se volvió a casar con un publicista que fue un padre para Amaro. Así, vivió en Venezuela y en Estados Unidos, y nunca perdió contacto con su país natal. “Viajo a Madrid una o dos veces al año. Allí están mis amigos de infancia y mi familia española. Cada vez que voy, España me resulta amigable, de sobremesa, de barrio, con sentido del humor; me refresca mucho la ausencia de clasismo”, relata.

—Quienes te conocen dicen que eres un gozador de la vida, ¿qué hay de cierto en eso?

—Lo soy por definición. Aprecio las muchas fuentes de placer que para otros pasan inadvertidas o no les dan importancia. Soy sensorial, de olores, texturas, sabores y oído. En casa puedo hacer desde una buena tortilla de patatas a un buen salmorejo, o tostadas francesas de desayuno, en aceite de coco y bañadas con plátano. Me confieso un gozador, pero no me basta con mi solo placer, lo comparto.

—¿Eres de convidar a amigos a tu casa?

—Una de mis mayores alegrías es poner una buena mesa y tener una larga y animosa conversación, sesuda a ratos y matizada por estallidos de risa. Mis amigos son variados en lo político, social o lo que sea. Lo esencial es un firme sentido de lealtad, gozar de muy buen humor y tener tema de conversación.

—¿Qué buscas cuando vas a un restaurante en Santiago?

—Los abordo según mi estado de ánimo y siempre explorando. Me encantan las terrazas que se han puesto de moda: el Cocoa de Vitacura, La Mar, el Castillo Forestal o el Rooftop en Lastarria no fallan. Hay onda en el Room 09 en Bellavista; el Mestizo para comer con naturaleza y el Ambrosía por si le quieres robar un plato a los dioses. Para algo más a la rápida, la Fuente Alemana es un clásico.

—¿Cuál es tu cable a tierra?

—No requiero cable a tierra, he visto mucho y de lo muy feo. Afganistán, Siria, Irak y decenas de tragedias. También sé de lo bello. Me consta que la vida te cambia en un momento y por eso soy sensato, un tipo alegre, agradecido y que disfruta.

—¿Algún lugar donde te gustaría pasar tu vejez?

—Soy como los cetáceos, recalaré en una playa, siempre en el mar.

“Lo hago por amor a mis hijos”

—Estás en varias causas medioambientales, ¿Cómo ha sido ese proceso?

—Sí, en estos temas he tenido un par de buenas conversaciones privadas con el Presidente Piñera. Quiero hacer todo lo posible para que la COP25 sea un éxito en Chile. Es la cumbre internacional sobre cambio climático que se hará en enero de 2020. Me enorgullece que el gobierno de Chile ya la haya titulado como la COP Azul para darle mayor realce al cuidado de los mares; sin azul no hay verde, y sin verde no existimos nosotros.

—¿Por qué crees que es tan relevante comprometerse con estas causas?

—Habiendo estado en las tres últimas guerras, Afganistán, Irak y Siria; para mí hoy no hay tema más trascendente que el medio ambiente. Sin dramatismo alguno se puede afirmar que esta es la última generación que puede realizar cambios para evitar el desenlace que todos sabemos. Nuestros hijos vivirán con las consecuencias de nuestra omisión o acierto. Formo parte de varias ONG en honor a esta preocupación que tengo como periodista y en la que trabajo por amor a mis hijos.

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