Estamos dispuestos a tener un margen menor, porque creemos que

es la forma correcta de trabajar”.

El terremoto de 2010 fue la semilla. Miguel Torres Maczassek, entonces gerente general de la Viña Miguel Torres en Chile, vivía en Curicó.

Conmovido por la destrucción en la Región del Maule, con la asesoría de un constructor civil ayudó en la reconstrucción de las casas de sus trabajadores. Ellos mismos lo acompañaron en estas faenas. Después recorrió los hogares de los productores que le vendían uva país, la cepa patrimonial, la primera que plantaron los jesuitas para sus misas cuando llegaron con los españoles.

“Ahí se dio cuenta cómo vivían. El venía de Europa y quedó choqueado: algunas tenían piso de tierra, otras sin agua potable. Y empezó a pensar cómo ayudar en forma más permanente”, cuenta Jaime Valderrama, quien lo sucedió como gerente general de Miguel Torres en Chile.

La inquietud cristalizó en una práctica de buen nombre, de la que poco se sabe y menos se aplica: el comercio justo. De su docena de normas, la más importante, es pagar un precio que permita una vida digna a los proveedores o productores. No queda al arbitrio de la empresa, sino que lo fija una certificadora.

El ejemplo más claro se da en esta temporada: los precios de la uva cayeron a la mitad por la buena cosecha y por el sobre stock mundial de vinos. Y mientras el mercado paga $80 por el kilo de uva país, la Viña Miguel Torres desembolsa $210.

—¿Una empresa que practica comercio justo puede ser rentable o sus utilidades van a ser siempre más bajas?

—La gracia es que se puede hacer comercio justo y ser rentable. Somos de las pocas viñas rentables en Chile. Nuestro margen (ventas menos costos) es más bajo, pero no significa no tener utilidad.

—¿Y qué beneficios tiene el comercio justo para una compañía, aparte de ser una conducta ética destacable?

—Te abre puertas a los mercados desarrollados donde la gente valora a las empresas que trabajan de esta manera: Suecia, Finlandia, Dinamarca, Noruega y Alemania. Hemos crecido en Suecia, un país en que el alcohol es monopolio del Estado. Ellos hacen una licitación abierta y dicen: “queremos cabernet sauvignon del Maule”, y hemos ganado varias por aplicar el comercio justo.

—¿Como se certifican: es por una sola vez o todos los años?

—Es una auditoría anual súper detallada, hacen un control de los precios de compra, a través de las facturas. Y las certificadoras hacen el cálculo del precio a pagar antes de la vendimia.

Otro aspecto clave es la relación comercial de largo plazo con el productor. “Hay que estar dispuesto a comprarles todos los años. Les compramos uva con olor a humo en 2017, a raíz de los incendios. Con Miguel Torres tomamos la decisión: no podíamos dejarlos en ese momento. Si no le comprábamos en ese momento, el comercio justo no tenía sentido”.

—¿El consumidor valora el comercio justo y premia a la empresa que lo aplica comprando sus productos?

—Hoy no, pero las nuevas generaciones van a hacer que crezca. Entre dos productos —uno estándar y uno certificado de comercio justo— tendremos la preferencia, aunque sea un poco más caro.

—¿Miguel Torres traspasa a precio final el costo mayor de esta práctica?

—No. Si yo subo los precios, voy a atrasar el proceso de cambio de preferencia del consumidor. Estamos dispuestos a tener un margen menor, porque creemos que es la forma correcta de trabajar.

Pocos matriculados

—¿Ustedes pagan de manera justa a todos los productores de uva con que fabrican sus vinos en Chile?

—El 60% de nuestras ventas de productos chilenos son certificados con comercio justo. Son todos vinos de uva país de pequeños productores del Maule: Estelado, la línea Santa Digna completa, Reserva de Pueblo y Días de Verano.

En Chile existen dos agrupaciones: la Asociación Comercio Justo de Chile, que nació en 2012, cuenta con 20 socios, en su mayoría artesanos y sólo uno de tamaño grande, la Viña Miguel Torres; y la Coordinadora Nacional de Comercio Justo Chile, que agrupa a varios productores de uva y de vino, uno de frambuesas y otro de miel.

—¿No hay interés por ser parte del comercio justo en Chile?

—Hay muy poco interés. Y a nivel de autoridades, tampoco. No lo tienen entre sus prioridades. Si no, le darían apoyo a nuestra asociación, que es pequeña (no tiene sitio web actualizado), y necesita financiamiento. Nuestro objetivo es que haya una sección en las góndolas de los supermercados con productos certificados con comercio justo.

—Estarían las viñas Miguel Torres, Montes, Santa Emiliana y más pequeñas como Sagrada Familia, Caupolicán, Lautaro, Loncomilla y Lomas de Cauquenes, la miel de Apicoop, las frambuesas de Loncofrut. Y no mucho más.

—Por algo se parte.

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