“No descarto

volver a casarme ni tener hijos. Cuando uno está enamorado,

todo puede ser posible”.

Mario Mauriziano mira reflexivo por el amplio ventanal de su casa con vista al valle La Dehesa. Hace un mes las luces de la pantalla se apagaron y tras ocho años como periodista deportivo en CDF dejó esta casa televisiva. “Ser despedido no me frustró. Es fácil entender que no fue por falta de capacidad. No soy del gusto de las nuevas autoridades, son las reglas del juego y hay que aceptarlas”.

Y agrega entre risas: “Ha sido la primera vez que soy despedido y espero sea la última. Estoy retirado, no tengo contemplado volver a la televisión”.

Lejos de “achacarse”, el periodista de la Universidad del Pacífico y ex alumno del colegio Patrocinio San José, reconoce que aunque el periodismo le apasiona, siempre ha vivido de su veta empresarial. Hace treinta años con su hermano mayor Gianfranco es representante en Chile de las motos japonesas Yamaha.

Separado y padre de Luca (21), Chiara (18), Mattia (16) y Agostina (13), hoy maneja por las calles de Santiago una moto del exclusivo modelo R1M. “Desde los cuatro años ando en moto. Es mi gran pasión, manejo por la calle, en rutas y pistas. Es mi máxima sensación de libertad; para mí es natural, por mis venas corre sangre y motos”, comenta.

Asimismo, el deporte también ha sido su “motor”. Hace 37 años (en 1981) jugó fútbol un año en el club de Universidad Católica y practicó waterpolo en el Stadio Italiano. Luego, compitió por esta disciplina en la Universidad de Chile (fue campeón chileno de waterpolo en 1985, 1986 y 1991). A su vez jugó sudamericanos (1987 y 1991) donde fue elegido el mejor arquero del torneo continental. “No hay un día en que no haga deporte, practicarlo me da más seguridad en mi vida”, cuenta.

“No tengo complejos

de ningún tipo”

El menor de tres hermanos e hijo de padres italianos, en su casa siempre se comió pasta, pero nunca se habló de fútbol. “Mi fascinación fue por vocación personal. De chico fui fanático de la Unión Española, pero hoy no tengo un equipo favorito; soy hincha del que mejor está jugando. De igual forma tengo un lado italiano muy marcado, me ducho y me abrocho los zapatos con pasión”, dice.

Desató conmoción en redes sociales tu frase dicha recientemente a LUN: “Me retiro del periodismo deportivo, nadie me quiere”.

—El “nadie me quiere” se amplificó demasiado y de manera errónea. Algunos piensan que lo dije porque la gente escribe cosas malas de mí en las redes sociales, pero nada más alejado de la realidad. Esa frase tiene relación con que no formo parte de las cofradías donde se toman las decisiones de quién debe estar y quién no. Y cómo no pertenecí, no pertenezco ni perteneceré a esos grupos expresé el “nadie me quiere”. En todo caso, no me afecta en lo más mínimo que se haya desatado toda esa ola de comentarios.

—De todos modos, ¿por qué crees que le caes mal a muchos, que desatas críticas en las redes sociales?

—Siempre me han dicho que caigo bien siempre que me conozcas. Algo debo tener que le caigo mal a muchos, pero la verdad no tengo tiempo ni ganas de investigar. Quiero demasiado a los míos y con recibir de ellos similar afecto me siento más que pagado. Este año cumplo cincuenta años y no tengo complejos de ningún tipo. Soy un tipo muy seguro, lo he sido siempre, desde niño.

—¿De dónde proviene tanta seguridad?

—Es natural, no juego a ser el seguro de mí mismo, soy así. Aunque, creo que un alto porcentaje viene de la cuna y de lo que me ha dado el deporte. Mis padres, como buena familia italiana aclanada, me dieron la seguridad y el cariño necesario para desenvolverme sin miedos ni ataduras de ningún tipo.

—¿Cuáles fueron los costos de estar en televisión?

—Como los partidos eran los fines de semana, el más grande fue haberle restado tiempo a mi familia y a mí mismo. Hoy, estoy recuperando ese tiempo perdido. Mis hijos están más grandes y trato de dedicarles más espacios, teniendo buenas conversaciones para saber en qué están. El mayor estudia Civil, la que sigue entró este año a Ingeniería Comercial y los menores están en el colegio. Con mis hijos y mi polola venimos llegando de unas vacaciones en Puerto Velero, donde veraneamos hace 20 años. Hicimos deporte, comimos rico, mucha playa, conversación, fue un maravilloso estar en familia.

—Recientemente en Teleshow, a propósito de la contratación de Eduardo Berizzo como entrenador de la selección de Paraguay, te referiste en detalle a una infidelidad que habrían protagonizado él y tu ex esposa, Mariana Abu Moor en 2014. ¿Por qué sacaste a la luz ese episodio?

—Lo siento, pero no me voy a referir nunca más a ese tema.

—En las redes sociales se te ve muy feliz con tu polola, Camila Anich, con quien tienes 21 años de diferencia. ¿Cómo se lleva una relación así?

—De la misma manera que si tuviéramos la misma edad. Es un complemento muy interesante, la chispa que me faltaba me la ha inyectado una mujer más joven y yo le he podido trasmitir la sabiduría de mi experiencia. Lo pasamos muy bien juntos, viajamos; incluso ahora le estoy enseñando a manejar motos.

—En noviembre cumples 50 años, ¿te volverías a casar, tendrías más hijos?

—No descarto volver a casarme ni tener hijos. Como soy un buen papá, no habría inconveniente en ser un papá abuelo; cuando uno está enamorado, todo puede ser posible.

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