Joel Bendersky Alter (48) es tenaz. Incluso testarudo. Porque podría vender su empresa Netline, como lo hizo en 1999, y vivir tranquilo. Pero no. Sigue en una guerra que lleva casi 15 años contra los tres grandes de las telecomunicaciones: Telefonica, Entel y Claro. Y lo ha pasado mal. Incluso la semana pasada fue reformalizado —ya lo había sido en septiembre— por una querella por estafa de Telefonica que indaga la Fiscalía Oriente y que lo acusa de elevar artificialmente el tráfico de llamadas de su empresa para cobrar más cargos de acceso a la gigante.

Hay $600 millones en juego. Telefonica, que vendió $807 mil millones en todo 2017, dice que Netline lo estafó. Bendersky, cuya firma es menos del 1% en ventas que su rival, según datos de Subtel, dice que esas llamadas se hicieron y deben ser pagadas.

Sus abogados recomendaron a Bendersky no hablar del caso penal, sólo de su historia personal. Y sus amigos están seguros de que ha actuado bien y creen que esto es una estrategia de las grandes empresas del rubro, en especial de Telefonica, para tratar de hundirlo por competirles.

Hasta el suegro se puso

En 1995, Bendersky estaba en tercer año de Ingeniería Civil Industrial en la Universidad de Chile cuando junto a su hermano Daniel, tres años menor y también de Beauchef, y el empujón de su padre, el empresario de lámparas Rafael Bendersky Derman, lanzaron su primer emprendimiento: Macland. Era una startup de servicios de computación con el agregado de conectar a una incipiente red llamada internet, mediante un par de módems comprados en EE.UU.

Un año después se casó con Deborah Schapira y quiso crecer. Pusieron plata hasta sus suegros: US$30 mil. Partió a hablar con la pionera de provisión de internet en Chile, Reuna, a la que le ofreció ser su distribuidor. Fue la primera pelea de muchas: “Me cobraban 2 UF por una conexión de 24 horas. Pero al tiempo, ofrecían al público un contrato de 2 UF por todo el mes. Les fui a reclamar y me dijeron: tómalo o déjalo”.

Prefirió crear su propio ISP (proveedor de internet) y en 1998 se asoció con Iván Rodríguez, dueño de chile.com y de Netline, con la que se fusionó. Contaban con 4.500 clientes y al año siguiente saltaron a 16 mil. Tenían 13% del mercado y eran el tercer proveedor de internet detrás de Telefonica y Entel. Así, en 1999, una gigante global, PSINet, compró Netline en US$6 millones.

Doble punto de quiebre

Ese mismo año, el del negocio de su vida, se graduó. Pero poco después le tocó lo peor. Perdió a una hija. Un golpe que lo hizo replantearse. Se acercó a una religión judía que antes miraba con distancia. Hoy, con su esposa y dos hijos, se declara ortodoxo. Participa de la sinagoga Aish Hatorah y sus hijos van al colegio Maimónides, no al Instituto Hebreo como fue él. Dice que su religión le ha enseñado que en la vida sólo caben dos extremos: nada de enojo y todo en humildad. Y que debe defender sus convicciones.

“Es íntegro. Lo conozco de toda la vida y no creo que haya hecho lo que dicen”, dice una íntima amiga. “Buen tipo, mateo, de familia tranquila, me suena raro que fuera estafador”, agrega un compañero de colegio. “En el gobierno pasado de Piñera su nombre apareció incluso para subsecretario”, cuenta una amiga. Él no se da por enterado.

Sus rivales no lo estiman. Para nada. Pero no hablan de él abiertamente. Un ejecutivo de las grandes dijo: “Es un pirata. Creó una maquinaria para inventar tráfico y cobró por mucho tiempo cargos de acceso que no correspondían”.

Lo que está claro es que le gusta pelear. En 2002 recompró Netline y ya en 2004 reclamaba por la fijación tarifaria de Telefonica, a la que llamó “amiga del Gobierno”.

En 2006, se le ocurrió competir en telefonía móvil como “operador móvil virtual” (OMV), es decir, que contrata redes a los operadores que tienen, que en Chile son Telefonica, Entel y Claro. Pero recibió el no de las tres. Por eso fue a la justicia, donde la Corte Suprema (en 2011) multó a las tres por impedir la competencia. Así surgieron OMV como VTR, GTD Móvil y Netline.

Con este fallo, Bendersky demandó a las tres grandes por US$107 millones, cuyo fallo final está pendiente en la Suprema. Paralelamente, junto a otras dos empresas, acusó a Telefonica, Entel y Claro de incumplir el fallo de 2011, pues seguían poniendo barreras de entrada a los OMV. Pero hace dos meses, la Suprema rechazó su recurso.

En 2015, Telefonica había demandado a Netline por “aprovechamiento ilícito de la normativa vigente” a raíz del supuesto aumento artificial de tráfico para el cobro de cargos de acceso. A lo que se unió Entel, que cuestionó lo mismo por $88 millones. Netline demandó de vuelta a ésta última. En febrero de 2016, llegaron a un acuerdo y Entel pagó lo que Netline le exigía. Pero Telefónica continuó. Y en diciembre pasado, el 14° Juzgado Civil de Santiago rechazó su demanda contra Bendersky. Ahora falta que la justicia penal defina si hubo estafa.

Ante esta batería judicial, Bendersky afirma que lo que ha ganado ha sido por trabajo. Que no ha hecho nada mal y sólo quiere competir. Pero que le ocurren cosas: “Una vez fui a hablar con un ejecutivo de las grandes, le ofrecí hacer un negocio y que él pusiera las cláusulas. Me dijo que de ninguna manera, porque si me abría la puerta, era la posibilidad de que un grande de afuera me comprara y se le metiera a competir”.

Hasta ahora no ha vendido Netline, pero ya no se niega a vender.

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