No había vivido un momento tan difícil en su carrera Hans Podlipnik hasta que, en 2011, tras una larga racha de partidos perdidos, sin auspicios y sin premios, le tocó pagar la cuenta en un hotel en Turquía. La suma ascendía a 700 dólares, casi todo lo que tenía en su tarjeta. Frustrado, casi a punto de llorar, como él mismo lo recuerda, a sus 24 años decidió retirarse del tenis. Por eso, unos días después ya estaba jugando sus últimos partidos cuando vio a una mujer deslumbrante trotando junto al court. Conocía fugazmente a la tenista eslovena Barbara Kvelstein, así que se acercó a hablar con ella, un atrevimiento que se transformó en el primer paso de una historia de amor que lo ayudaría a instalarse definitivamente en el mundo del tenis profesional.

El papá de Barbara era entrenador y cuando conoció a su yerno le facilitó lugares de entrenamiento y lo ayudó como coach. Podlipnik pudo instalar su base de operaciones en Europa en Estonia, avanzó en el ránking y llegó a estar en el puesto 157, en 2015, hasta que se cambió al dobles, donde ha llegado a estar en el puesto 43, en 2018. Pieza titular en el equipo de dobles de Chile en Copa Davis, ya sea junto a Nicolás Jarry, Julio Peralta o Tomás Barrios, como ocurrió ante Austria, Podlipnik ahora se mueve con holgura en su nuevo escenario, la ciudad de Barcelona, donde disfruta un luminoso momento de estabilidad.

“Por primera vez en mi vida como tenista tengo un lugar donde vivir, un lugar propio. Estoy arrendando un departamento, algo que antes en mi carrera no había podido hacer, y se siente muy bien no andar con las maletas de un lado para otro. Estoy muy feliz en Barcelona, entrenando en la academia RUV, con un chileno, Manuel Miranda, hijo de Miguel Ángel Miranda, que es un entrenador que lleva muchos años acá en Barcelona. Elegí este lugar porque me sirve de base para poder moverme por Europa”, cuenta.

—Todo cambia cuando conoces a Barbara.

—Viví momentos durísimos, que por supuesto compartí con Barbara, quien ya es mi esposa. Lo pasé muy mal en otros momentos y eso me hace apreciar todo lo que he logrado. La historia con Barbara es muy impresionante. Ella jugó solo hasta los 19 años. Nos conocimos antes en un torneo, pero solo una vez hablamos, en el aeropuerto, en Turquía. Y después me la encontré de causalidad. Empezamos a salir y terminamos casándonos en Italia, 8 años después. Mi suegro, el gran Roland, es una tremenda persona, que viajó gratis conmigo por muchos años. Fue un gran amigo. Y me ayudó toda la familia de mi esposa. Gané estabilidad estando en Europa, con un grupo que me apoyaba.

—¿El cambio al dobles fue estratégico o por gusto?

—Me dediqué al dobles porque pensé que en el singles nunca iba a llegar a lugares más importantes. Quise pensar que, en vez de retirarme, debía probar. Y quedé muy contento con la decisión. El dobles es otro trabajo, totalmente diferente a jugar singles. Tuve que aprender muchas cosas de nuevo, mejorar golpes, movimientos específicos. El dobles es un juego en el que los puntos son mucho más cortos. Muchas veces son puntos más interesantes que el single, que hasta puede volverse más monótono. Personalmente, me hizo cambiar la manera de jugar y comprender el tenis. Y llegar a representar a Chile en esta modalidad ha sido un regalo, muy bonito.

—El escritor David Foster Wallace, que fue tenista, describió con magnificencia las cualidades encarnadas en Roger Federer como jugador individual. ¿Qué se puede decir en ese aspecto de algún referente que tengas en el dobles?

—No sabía lo de David Foster Wallace, que jugó tenis. Pero en el dobles, para mí, los referentes son los hermanos Bryan. Lo han logrado todo, han batido récords, llevan mucho tiempo jugando juntos. Somos bien amigos y conversamos mucho desde una vez que hice una pretemporada con ellos en Miami. Los hermanos Bryan son como un milagro del deporte, como algo del realismo mágico. Que sean gemelos, que jueguen toda la vida juntos.

—Giorgio Jackson cuenta en el libro “Grandes historias del tenis”, de Mario Cavalla y Rodrigo Hernández, que estaba en la duda de seguir en ese deporte hasta que pierde un partido contra ti, en menores de 14 años; tres horas, tres sets.

—Jaja. La gran historia con Giorgio. Es mi hijo. No tengo nada más que decir. Que lo lea en la prensa: Giorgio es hijo de Hans Podlipnik. No pudo aguantar la derrota y tuvo que cambiarse al vóleibol.

—Cuenta que después te daba información de tus rivales en el circuito cuando comenzaste.

—Es totalmente cierto. Analizaba a mis rivales y me mandaba la información de cada uno, con los torneos que habían jugado, sus resultados, sus rivales. Impresionante. Es un tremendo crack como ser humano. ¡Qué grande Jackson!

—Tú también guardas un interés por lo social, como delegado de Greenpeace y de la fundación “Futuros para el Tenis”.

—Siempre tuve una inquietud social. Greenpeace fue una de las primeras organizaciones con las que se me ocurrió hacer un proyecto. Y lo más grande que he hecho fuera de mi carrera fue convertirme en presidente de la fundación “Futuros para el Tenis”, donde damos educación, deporte, apoyo sicológico a niños de una de las poblaciones más peligrosas de Chile. Eso es realmente una labor de vida para mí.

—¿Qué has podido conocer con esta experiencia?

—Es que imagínate. Llegas a Lo Espejo y de repente hay dos canchas de cemento, impecables. Es muy lindo, está lleno de niños, más de 300, y todos los días funcionando. Hay lista de espera de colegios. Hay historias impresionantes, con muchos niños abandonados, con padres que están en la cárcel o que simplemente no tienen padres. He conocido muchas historias de éxito, personales, emotivas. Recuerdo un niño que tiene muchos problemas de salud, con 12 años, abandonado por los padres y que lo expulsaban de todos los colegios. Al conocer el tenis tuvo un cambio total. Hoy va todos los días a entrenar, es un fanático, le está yendo bien en el colegio. Eso te da una energía para seguir funcionando.

—¿De alguna manera te recuerda el poco apoyo que tuviste en los inicios de tu carrera, cuando te vas a Europa muy joven sin financiamiento?

—Los tenistas siempre tienen que estar en una lucha buscando apoyo. Yo tuve que jugar inter clubes en prácticamente siete países de Europa, básicamente todos los fines de semana y viajaba como loco. Por eso creo que me demoré en explotar. Lo hice por muchos años, para tener un colchón económico y jugar challengers.

—¿Como era ese circuito menos glamoroso del tenis en detalle?

—Hay muchos tenistas que les tocó vivir algo parecido, pero yo fui uno de los más extremos en mi generación. No era fácil y me tocó varias veces hacer unos viajes al límite. Recuerdo una vez que jugaba un Futuro en Frankfurt, y apenas terminé, arrendé un auto y me fui hasta Austria, 600 kilómetros, por inter clubes. Jugué todo el día, terminamos en la noche, porque ese día llovió, y manejé toda la noche hacia Luxemburgo, con mucho tráfico. Llegamos a las 4 de la mañana al hotel, donde dormí un par de horas apenas porque en esos casos como que se te aparecen las luces de todos los autos. Jugué al día siguiente y me fui a Berlín, otros 800 kilómetros, a otro inter clubes. Ojo, que gané todos los partidos esa vez, fue increíble. De jueves a domingo. Terminé muerto y manejé de vuelta a Frankfurt, a jugar un Futuro. Aún así gané varios, pero era un desgaste enorme.

—Da para una serie. Entiendo que te gustan mucho.

—Justo acabo de terminar una serie que me dejó loco. Es chistoso porque es una serie de Netflix que se llama “Making a murderer”, muy famosa por un tipo (Steven Avery) que está cumpliendo una segunda condena en Estados Unidos por un asesinato que posiblemente no cometió, y la abogada que lo defiende (Kathleen Zellner) es mi ídola máxima en este momento, es brillante. Y le escribí por Twitter y me contestó y fue mi alegría máxima del mes.

—¿Cómo tanta admiración?

—Le mandé un Twitter para decirle que la encuentro una tipa tremenda y que lo que hace es impresionante. Incluso le conté de mi fundación y que mi esposa es abogado internacional en derechos humanos y que se dedica exclusivamente al tráfico sexual de personas. Barbara acaba de de terminar su máster. Ella me contestó: “Qué increíble”. Porque decía que es un tema muy importante y que felicitaba a mi esposa por hacer eso. Cuando vi la primera temporada, el tipo tenía otros abogados, que ya eran buenos, pero cuando apareció ella se vio una meticulosidad, una brillantez. Me dejó loco. Tenís que ver la serie.

En grupo

—¿Cómo te pilló el sorteo de Copa Davis que enfrenta a Chile con Alemania y Argentina?

—El sorteo lo vivimos juntos con todos los del equipo, todos conectados en el grupo de WathsApp que tenemos. Hay bastante incertidumbre porque en Alemania no juega Zverer (3°), en Argentina no juega Del Potro (4°), y todo depende de los que lleguen en su lugar.

—¿Cómo analizas tu experiencia en el dobles en estos dos últimos partidos por la Copa Davis? Victoria ante Argentina, derrota ante Austria.

—Con Argentina fue una tremenda serie, uno de los mejores partidos de mi carrera. Lógicamente le afectó mucho a Nicolás (Jarry) jugar 5 minutos después el single ante Schwartzman, aunque creo que si no hubiese jugado el dobles, igual le hubiera costado porque Schwartzman es un inmenso jugador. Contra Austria también fue un partido increíble. Estuvimos cerca de ganar a Marach y Melzer, una dupla muy bien ranqueada. Y debo decir que Tomás (Barrios) jugó un partidazo. Lo felicito y estoy orgulloso de que haya respondido de esa manera en su primer partido oficial. Tiene un gran potencial y es una carta. Es una ganancia para el equipo.

—¿Te acomoda la nueva modalidad de la Copa Davis? Toca en Madrid, en noviembre.

—Esta nueva modalidad me gusta muchísimo porque le da un impulso económico a los jugadores de más abajo. O nosotros, los que estamos fuera del top 30. Además, te quita un poco la presión de dejar semanas de torneo con el sistema antiguo, que te desgastaba sicológica y físicamente. Lo veo bien para los tenistas.

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