Todos somos voluntarios, nadie recibe salario, desde el capitán a los encargados de limpieza”.

Juan David Echeverri

Cinco mil títulos disponibles para los visitantes tiene la nave en sus salones.

Juan David Echeverri, o «JD» —como le dicen sus amigos—, tiene poco más de 30 años y ha vivido en cuatro continentes. Los últimos cinco años lo ha hecho arriba del «Logos Hope», el barco con la librería flotante más grande del mundo y que este verano llegó a Chile a recorrer sus costas. Ya pasó por Antofagasta y Valparaíso. Ahora están en Lirquén (Región del Bíobío) y enfilarán a Punta Arenas.

Su trabajo —al igual que el de sus 385 compañeros de tripulación de 58 países diferentes, quienes comparten ser cristianos— es de martes a domingo. “Un día normal empieza a las 7 con el desayuno. 45 minutos después parten las reuniones de trabajo para preparar el día, y a las 9 empezamos a trabajar en nuestras áreas”, cuenta el teólogo colombiano.

JD —de risa fácil y entrecortado español, pese a ser su idioma nativo— tiene una misión bien concreta: contactarse con las iglesias locales y movilizarlas para que participen visitando la nave junto a sus fieles.

60% más barato que en tierra

“Esta idea de recorrer el mundo en barco difundiendo libros (en su mayoría cristianos) nació en Estados Unidos de la mano de George Barrel, quien en la década de los 60' comenzó a llevar literatura a bajo costo a México”, cuenta. Para eso, creó la fundación «GBA Ship», una organización alemana sin fines de lucro que se define como “encargada de barcos que navegan por todo el mundo para llevar conocimiento, ayuda y esperanza”.

A la fecha (con cuatro barcos) han visitado más de 1.500 puertos en 150 países y recibido a 46 millones de visitantes, quienes pueden acceder a los 5 mil títulos que hay para leer en los salones del tercer piso de la embarcación (que tiene 9 pisos) sobre ciencia, medicina, diccionarios, idiomas, deportes, gastronomía, artes, novela y libros infantiles.

Y si de comprar se trata, la oferta es mucho más atractiva. Los precios son, en promedio, un 60% más baratos que en tierra. Por ello, viajan con cerca de 800 mil libros en sus bodegas.

Sólo falta Australia

Y aunque es primera vez que tanto «JD» como el «Logos Hope» visitan Chile, nuestro país ya había estado entre los destinos de la fundación. En 1988 llegó por primera vez a las costas chilenas el «Logos». Visitó Arica, Valparaíso, Puerto Montt y Punta Arenas. Pero la nave —de 83 metros de eslora— que había zarpado de la capital de Magallanes, encalló en el canal Beagle luego de una recalada en Ushuaia, Argentina. Sus 139 tripulantes fueron rescatados ilesos por lanchas torpederas de la Armada de Chile.

La nave había sido construida en 1949 y comprada por la fundación en 1970. Tras el incidente en el sur de Chile, quedó inutilizada. Pero la fundación tenía otra embarcación: el «Doulos», que según cuenta «JD», “fue el barco de pasajeros más antiguo del mundo, construido dos años después del ‘Titanic' y que estuvo en operación hasta el 2009”.

En 1989, la fundación compró el «Logos 2», que estuvo en Chile hace 15 años. Y ahora regresan con el «Logos Hope», adquirido en 2004. “Comenzamos a navegar en 2009 y ya hemos visitado más de 100 países. Ha estado casi en todos los continentes, sólo falta Australia. Partimos en Europa, Africa, recorrimos el medio oeste, Asia, regresamos a Africa, al Caribe y ahora Latinoamérica”, dice.

Con sus compañeros de tripulación se comunica sólo en inglés (hay europeos, asiáticos, africanos y latinos). Y entre ellos, cuatro chilenos: “el jefe de cubierta, el dentista, una de las coordinadoras de eventos y la coordinadora del barco son chilenos. Tienen muy buenas posiciones”.

—¿Y cómo se financian?

—Todos somos voluntarios, nadie recibe salario, desde el capitán hasta los encargados de limpieza. Es más, pagamos por estar a bordo (más un millón de pesos al mes) y lo hacemos gracias a nuestras familias, amigos e iglesias. El barco se mantiene en un 33% con la venta de libros, otro 33% con lo que paga la tripulación y el tercio restante, con donaciones.

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