Nicolás Ibáñez:

9.874 hectáreas en

las regiones de Los Lagos y Magallanes.

Gabriel Ruiz-Tagle: 13.700 hectáreas en Parque Futangue, en Lago Ranco.

Kris McDivitt

sólo piensa conservar 430 hectáreas.

Víctor Petermann:

100 mil hectáreas en Reserva Biológica Huilo Huilo, en Panguipulli.

Eduardo Fernández León:

120 hectáreas en Santo Domingo.

Nicholas Davis: 10 hectáreas en Punta de Lobos, Pichilemu.

Sebastián Piñera:

118 mil hectáreas en Parque Tantauco, sur de Chiloé.

Francisca Cortés Solari:

16 mil hectáreas en Reserva Melimoyu, Aysén.

Víctor Hugo Puchi:

3 mil hectáreas en Cochrane, Región de Aysén.

Ana María Vliegenthart:

28 hectáreas en Parque Katalapi, en las afueras de Puerto Montt.

El fuego ha arrasado más de 50 mil hectáreas de bosques esta temporada, muchos de ellos nativos. Con los incendios muchos recuerdan a los empresarios que se empecinaron en conservar ecosistemas a través de parques privados.

Al pionero le costó que le creyeran. Cuando en 1991 Douglas Tompkins compró el fundo Reñihué —de 708 hectáreas— en Chaitén para dar vida al Parque Pumalín, levantó todo tipo de sospechas del gobierno de Eduardo Frei, la Armada lo tuvo en la mira y hasta la Iglesia apuntó a la defensa del aborto de su fundación de ecología profunda. El golpe final vino con el Fundo Huinay, que él quiso adquirir, pero terminó en manos de Endesa y partiendo a Pumalín en dos.

Cuando murió, el 8 de diciembre de 2015, Tompkins era amigo de todos. De Sebastián Piñera, a quien ayudó a armar su proyecto Parque Tantauco, que abarca 118 mil hectáreas en Chiloé. De Nicolás Ibáñez, quien le compró el fundo Vodudahue, de 1.500 hectáreas (las primeras de 9.874 que son parte de su Fundación Alerce 3.000) y que lo despidió en su funeral. De Bernardo Matte, quien también asistió a su entierro y es socio de Colbún, una de las empresas que pretendía construir HidroAysén, proyecto al cual Tompkins se opuso férreamente.

El estadounidense que vendió Esprit y a los 50 años puso sus ojos en el fin del mundo, llegó a ser dueño de 530 mil hectáreas, lo que lo convirtió en el mayor conservacionista en la historia de Chile.

Siguiendo su voluntad, su viuda Kristine McDivitt Tompkins donó 407 mil hectáreas al Estado para la Red de Parques Nacionales de la Patagonia. Ella vendió el fundo que dio origen al Parque Pumalín al tejano Charlie Clark, dueño de una de las grandes concesionarias de Nissan en Estados Unidos. Y piensa conservar para sí solo el fundo El Amarillo de 430 hectáreas, vecino a Pumalín.

Desconocidos a nivel masivo pero antiguos en la idea de adquirir tierras para la conservación son Luis Corcuera y su mujer Ana María Vliegenthart, dueños del Parque Katalapi. “Nuestro sueño comenzó en 1994, cuando compramos un predio de 25 hectáreas a 18 kilómetros de Puerto Montt, en la Carretera Austral. Era un terreno con muchas laderas y bellos recovecos (...) Había sido explotado durante un siglo para la extracción de leña y la crianza de ganado y nuestro objetivo era restaurarlo y algún día llegar a tener un Centro de Educación Ambiental que recibiera a investigadores, docentes, estudiantes y familia”, contó una vez Ana María Vliegenthart.

En 2012 el Parque Katalapi abrió sus puertas como una reserva privada orientada a la educación ambiental y la investigación científica del bosque nativo.

Turismo incluido

Gabriel Ruiz-Tagle, el fundador de Pisa, la papelera que le vendió a la sueca SCA y se coludió con CMPC en los productos tissue, optó por una solución más turística: su Parque Futangue en el Lago Ranco, con una extensión de 13.700 hectáreas, posee un hotel y programas de pesca de mosca y excursiones. Un paquete de dos días cuesta $262 mil por persona con todo incluido, según su página web.

Otro empresario que también apuntó al turismo es Víctor Petermann en la Región de Los Ríos. Él compró un tercio de lo que fue el complejo maderero Panguipulli, expropiado durante la Unidad Popular, para convertirlo en la Reserva Biológica Huilo Huilo. En 100 mil hectáreas, que incluyen selva valdiviana, un museo arqueológico y un glaciar junto a un proyecto de conservación de la flora y fauna, Petermann construyó el famoso hotel con forma de volcán por donde corre una cascada. Curiosamente, en 2013 el empresario se autodenunció a la Superintendencia de Medio Ambiente por haber iniciado la construcción de una central hidroeléctrica de 6 MW sin contar con permisos.

Más al sur, Corso, el family office de Teresa Solari y sus hijos Francisca y Juan Carlos Cortés, compró 16 mil hectáreas en 2014 al norte de Aysén, dando origen a la Reserva Natural Melimoyu. “Lo que yo quería era convertir a la naturaleza en una gran sala de clases”, contó Francisca en su oportunidad refiriéndose a esta reserva a la que se accede por mar y que posee huellas conocidas por los habitantes locales.

Los últimos en incorporarse a esta creciente tendencia son Nicholas Davis Lecaros, dueño de EuroAmerica, quien también optó por el turismo en las diez hectáreas que adquirió en Punta de Lobos, cerca de Pichilemu, y en 2014 levantó un hotel- boutique; y Eduardo Fernández León que en el fundo que perteneció a su padre en Santo Domingo, al sur del puerto de San Antonio, invirtió US$ 20 millones en el Parque Tricao, una reserva de 120 hectáreas con senderos y un aviario.

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