Por tradición familiar, los Nandwani no cuentan cuántas propiedades tienen, porque según la cábala, hacerlo podría implicar que el patrimonio inmobiliario dejara de crecer. Sólo su contador sabe cuántas son.

No obstante, según un estudio encargado por el diputado magallánico Gabriel Boric en enero de 2018, esta familia de origen indio es dueña del 3,4% de la superficie del suelo urbano de Punta Arenas en la zona de mayor valor, unos 22.636 metros cuadrados dentro de la ciudad. Además, controlan cerca del 50% del comercio automotor puntarenense y son dueños de numerosos establecimientos comerciales, muchos de ellos en la Zona Franca, y se han extendido a otras ciudades como Iquique, Santiago y Coyhaique.

La cara más visible del clan, hoy uno de los tres mayores grupos económicos de la región austral, es el ingeniero comercial Sunil Nandwani, bisnieto del fundador de la familia, que llegó desde India a la capital de Magallanes en 1912.

Sunil no sólo ha destacado por su participación en los negocios familiares, sino también por edificar el denominado Palacio Taj Mahal en el cerro San Luis del barrio El Golf.

El Taj Mahal (en urdu “corona de los palacios”) de Santiago es una mansión con cúpulas doradas inspirada en el célebre edificio de la región india de Agra, que usa la familia como residencia cuando viene a la capital y cuya construcción habría costado más de US$ 10 millones.

El heredero del clan también lideró la instalación del centro cultural Palacio Hindustán en una antigua casona de estilo art nouveau en avenida España, a pasos del Club Hípico capitalino, que tiene por objeto difundir la cultura hindú, es decir, aquella que se relaciona con esta religión predominante en la India.

Un aventurero de los negocios

Según Rodrigo Quezada, CEO de la consultora de negocios ARQO, que gestiona inversiones ecuatorianas en Chile y que lo conoce, Nandwani “es un personaje de las inversiones internacionales, con muy buen manejo en su colonia, muy profesional y honesto, abierto a explorar nuevas oportunidades”.

No obstante, un abogado de Punta Arenas que prefiere no identificarse comenta que si bien los Nandwani son conocidos en Magallanes principalmente por su esfuerzo en difundir la cultura hindú, Sunil se distingue por una suerte de agresividad en los negocios. Para ejemplificarlo, dice que le gusta ser postor en remates de inmuebles para aumentar el patrimonio familiar o que consiguió la representación de una marca de autos tras comprar al contado un importante número de vehículos en la negociación. Anécdotas que no fue posible confirmar con Nandwani.

A su vez, el ingeniero Rómulo Vidal, un empresario que conoce a Sunil hace 15 años y ha hecho varios negocios con él, lo describe como “un aventurero, osado, que no le teme a hacer grandes inversiones, pero que en ningún caso es agresivo”. Por el contrario, agrega, se trata de alguien “en cuyo carácter está el ser cariñoso, con una fórmula personal para acoger a las personas y generar lealtad”.

Desde la colonia india también descartan una eventual agresividad y destacan tanto su contribución a difundir la cultura del país de sus ancestros como su integración a una sociedad tan distinta como la chilena. De hecho, la propia embajadora de India en Chile, Anita Nayar, dice que si Sunil Nandwani es agresivo, lo es para promover sus negocios, que son exitosos, y por lo tanto generan una natural envidia y los consiguientes rumores. La diplomática destaca, además, la buena disposición del empresario para colaborar con las actividades de su legación, no sólo con financiamiento, sino también facilitándole las dependencias del Palacio Taj Mahal a la embajada. “Él es un caballero, eso se lo reconocen tanto en la colonia india como los chilenos con que se relaciona, porque de alguna manera representa lo mejor de los dos mundos”, afirma.

Y efectivamente, en Santiago Sunil Nandwani se ha hecho conocido entre varios socialités capitalinos por su hospitalidad en las fiestas en su palacio, con cócteles en la terraza en que se oye tanto música electrónica como de la India y en que algunos de los invitados visten a la usanza tradicional india. Uno de los asistentes habituales a estas recepciones es un vecino, que vive en la misma cuadra, quien destaca la preocupación de Nandwani por no molestar al barrio con sus veladas, que suelen terminar antes de la medianoche.

Es que Sunil, explica su amigo Rómulo Vidal, “es en esencia una persona amable, aunque los negocios los hace en privado”.

Pero desapercibido no pasa.

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