Voy a tratar de ordenarme más (en 2019). Pero ojo, las cosas que tienen que ver con la transparencia hay que mantenerlas”.

“Permiso, que voy al baño”, gritaba Florcita Motuda (Partido Humanista) el martes 22 de enero, en la última semana legislativa, mientras corría por los pasillos de la Cámara y pasaba de largo la puerta de los WC de los diputados. En realidad, el congresista de 73 años huía de la prensa, que quería preguntarle por qué sus compañeros de bancada lo habían acallado para que no hablara con los medios de comunicación.

¿Qué había pasado minutos antes? Raúl Florcita Alarcón —nombre real del músico—se había parado frente a las cámaras para dar su versión sobre la polémica de esos días: el pacto de administración de la Cámara, donde el FA cuestionaba la presidencia que asumiría la DC con Gabriel Silber. Y al momento de decir a los periodistas “ustedes no entienden que acá se tomó una definición clara...”, sutilmente fue arrastrado por Tomás Hirsch hacia una sala, y Motuda sólo atinó a despedirse de espaldas a la prensa, con un “chaooo”.

Ese día, la bancada y las directivas de los partidos del Frente Amplio (FA) se habían reunido por más de dos horas para confirmar que, en las condiciones de ese momento, no estaban dispuestos a cumplir el acuerdo opositor. El tema era delicado y, por lo mismo, eligieron dos voceros: Rodrigo Echecopar, presidente de RD, y Javiera Toro, presidenta de Comunes. Pero cuando ambos hablaban, Alarcón gritó desde atrás: “No les creemos nada”, aludiendo a la DC. Luego, sólo se escuchó un “¡ya pos, Flor!”, entre los dirigentes.

“No se trataba de censurarlo, pero ese día hubo malestar de varios. Porque nos sacaba del punto político que nos costó acordar”, reconoce Alejandro Bernales, diputado del Partido Liberal.

“Estoy aprendiendo”

El impasse fue el peak de la tensión que a veces genera Alarcón, pero ha habido otros episodios polémicos. Semanas antes le había gritado “traidor” a Pepe Auth y “chupa patas” a Marisela Santibáñez en la comisión de Cultura. En el hemiciclo tuvo un duro intercambio con el mismo Auth, quien le respondió: “Muchas veces no sabe ni qué está votando”.

Eso, aparte de la incomodidad que genera que en la Sala haya cantado y comido huevos duros, o que haya pedido la palabra para enseñarles a sus pares a usar correctamente los micrófonos.

“Sé que a veces la cago, pero estoy aprendiendo y ya sé mucho más. Las embarradas que me pego, me las pego frente a la gente y no las eludo. La transparencia tiene un gran valor”, comenta a La Segunda el diputado humanista. Y dice que las descoordinaciones que ha tenido con el resto de la bancada se explican “totalmente por un tema generacional”. Aunque sabe que no seguir los códigos políticos tradicionales también influye: “Es diferente cuando uno se comunica cantando, a cuando se comunica hablando, ¡y sentado en una silla! Pasé de usar mi capa livianita, con esa que vuelo, a estar vestido con chaqueta y humita. Y eso me provoca un lío”, dice.

Uno de sus más cercanos en el Parlamento es el RD Renato Garín, una especie de “tutor” —afirman en el FA—, quien suele aconsejarlo y en más de una ocasión le ha escrito en el chat de bancada “córtala, Raúl”.

“Renato me educa en muchas cosas”, reconoce Florcita. “No creo que Raúl lo haga de maldad, pienso que se aburre, y para entretenerse provoca al resto”, dice Garín.

Otros tienen una postura más dura. Tras el episodio del pacto de administración, Claudia Mix (Comunes) quiso que toda la bancada firmara una carta, exigiéndole normas de comportamiento, pero no logró respaldo suficiente. Así, luego de un tuit polémico de Florcita sobre Venezuela, Mix reclamó en el chat y pidió una reunión con sus asesores.

“Me pidieron firmar un documento, pero decidí no firmar y hablarlo con él”, dice Bernales, quien es cercano a Alarcón. Su oficina está al frente de la del músico y ambos integran la comisión de Cultura. “Me acerqué en buena onda, le dije que se desviaba la atención de los puntos que queríamos hacer y terminaba la atención en él. Él me dijo: ‘caché que la embarré'”.

Bernales no ve mala intención, pero reconoce que las salidas de libreto de Alarcón “nos abren flancos. El no respetar criterios acordados nos hace desordenarnos, aparecer mal en la prensa y en la interna también. Pero él no ve esos flancos, porque viene del mundo de la Cultura, donde el ser espontáneo puede sumar. En el escenario uno puede decir lo que quiera, con el público a tu favor; en el Congreso es distinto, te puede jugar una mala pasada”.

“Lo que sí es más cuestionable”, acota Bernales, “es cuando no prepara un discurso. Porque su estilo puede terminar generalizando al FA”.

Javiera Arce, analista PS cercana al Frente Amplio, explica que “como hoy cada vez se valora más el profesionalismo, a veces su estilo puede generar rechazo en la ciudadanía y así le cuesta posicionarse a él, y también al Frente Amplio. Es parte de su esencia, y personas como él enriquecen la legislación, pero tiene que ponerse un poco más serio”.

Garín agrega: “Florcita aporta alegría y sinceridad, en un ambiente gris y cínico”.

Así, ¿cómo ve Alarcón lo que viene en su segundo año legislativo? El mismo Florcita lo adelanta: “Aunque no me enteré de la idea de mandarme esa carta, voy a tratar de ordenarme más. Pero ojo, las cosas que tienen que ver con la transparencia hay que mantenerlas”.

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