Jorge Vargas

De polera, un par de pulseras de cuero y jeans, Pablo Morales se pasea sonriente por las mesas de un café de Vitacura. Saluda a un par de amigos y ríe a carcajadas. Se ve dichoso. “Ya estamos en la cuenta regresiva”, anuncia.

Morales es productor ejecutivo de Canal 13 para el Festival de Viña, que cumple 60 años y que se realizará en alianza con Fox y TVN. Trabaja codo a codo con el equipo de TVN, liderado por José Antonio Edwards.

Periodista de la UDP (1993), y productor ejecutivo también del Festival de Las Condes, le gusta aclarar que nunca ejerció como el “típico periodista”, nunca reporteó en medios de comunicación. Desde sus inicios, hace 20 años, la producción televisiva fue lo suyo. “Amo la televisión y los eventos masivos”, reconoce.

Recorrió su camino junto a nombres poderosos, como Gonzalo Bertrán en Canal 13, con quien hizo su primer festival el año 2000. Ese mismo año, Rodrigo Jordán, director ejecutivo del Canal 13 de la época, lo reclutó como subdirector de programación.

En CHV, fue la mano derecha de Jaime de Aguirre, como director de programación y contenido durante 12 años. Ahí alcanzó números azules de rating. “Soy como un orfebre que hace muchos anillos hasta llegar al más bonito. Sé de números, pero mi fortaleza es la creatividad”, afirma.

Cuando Turner adquirió CHV en 2015, y tras la salida de Jaime De Aguirre, Morales renunció. Apenas un par de meses después armó varios emprendimientos: es dueño de un bar en Vitacura, de bodegas de palta en Lo Valledor y es socio de una inmobiliaria. “Tengo déficit atencional, por eso puse los huevos en distintas canastas”, dice entre risas.

Ex militante del Partido Socialista (militó a los 13 años), su cercanía con Michelle Bachelet es conocida. Fue parte de sus dos campañas presidenciales y en 2015 fue asesor de su gobierno en el proyecto de ley del canal cultural para TVN. “Hoy prefiero no hablar de ella por el respeto y cariño que le tengo”, comenta.

Reconocido hincha del equipo Cacique, ese mismo año, Aníbal Mosa lo nombró parte del directorio de Blanco y Negro, donde estuvo hasta el año pasado. Una fuente ligada a la mesa del directorio dice que ambos se conocieron a través de Esteban Paredes, quien es muy amigo de Morales. “Mosa se apoyaba mucho en los consejos de Pablo para tomar decisiones del club, era su brazo derecho, pertenecía a su círculo de hierro”, revela.

—Has estado ligado a círculos de poder en la televisión, la política y el deporte, ¿Por qué crees que te han tenido entre sus filas?

—Ellos perciben que hago bien la pega, que soy honesto y trabajo duro. Cuando estaba en Colo Colo fui muy leal con dirigentes y jugadores. Provengo de un mundo de centroizquierda, pero me llevo muy bien con Lavín, con Piñera; él en CHV siempre me dio la confianza para hacer buena televisión. Gracias a eso llevamos al canal a ser número uno, lo que permitió que se vendiera a muy buen precio a la gente de Turner. También reconozco mi asertividad para descubrir qué buscan las audiencias y he tenido una cierta fortuna de estar en los lugares donde tenía que estar. Pero no soy el hombre poderoso de la televisión; miro el poder desde lejos, le tengo mucho respeto”.

“Mi mamá era del Mapu cuico”

Los padres de Pablo Morales, quien nació en Santiago, se separaron cuando tenía tres años. Cuenta riendo que su madre fue ex militante del Mapu. “Era del Mapu cuico, de Insulza, Máximo Pacheco, todos del Saint George's”, dice. Ella siempre le llamaba la atención porque de niño se quedaba “pegado” viendo televisión. “Era televito, me encantaba ver desde Hernán Olguín hasta los Bochincheros, lo veía todo”, comenta.

Y recuerda la “enorme paciencia” que le tuvo su madre en el colegio. “Estuve en el Saint George's (hasta sexto) después me fui al Latinoamericano, luego volví al Saint George's y finalmente salí del Latino. No sé cómo mi mamá me aceptaba cambiarme tanto. Al principio fue por lucas y cuando volví al Saint George's fue porque necesitaba más challenge intelectual; el Latino era muy buena onda, pero menos exigente. Al final, volví al Latinoamericano porque pasó lo del caso Degollados. Mi amiga Javi Parada estaba en el Latino y habían asesinado a su padre. Sentí que era necesario regresar”, relata.

En el mismo Latinoamericano fue compañero de Francisco, hijo de Mario Kreutzberger. “Cuando Mario era el amo y señor de Sábados Gigantes, iba siempre a verlo y me sentaba en el público. Después, íbamos a comer al Danubio Azul y comentábamos el programa. Con él aprendí el cariño por la televisión, a trabajar en equipo. Todavía lo veo seguido, hablamos de TV y la vida. Todavía recuerdo que mi primer viaje fuera de Chile lo hice a los 12 años con Mario y su familia; en el hotel donde alojamos estaba Borges tomando un café con su mujer, María Kodama; verlo ahí fue inolvidable”, cuenta.

Su historia se cruzó con el Festival de Viña del Mar cuando tenía ocho años. La Nena, su abuela materna, lo llevaba a verlo con su hermana mayor hasta que tuvo 14 años. “Nos instalábamos en platea, prendíamos antorchas y dormíamos en un hotel al frente a la Quinta”, comenta. “Un año después que ella murió, en 2010, me nombraron director del Festival de Viña, en CHV. Ella fue la primera persona en quien pensé: conocí el festival gracias a mi abuelita”, cuenta.

—En tu época en CHV vinieron Elton John, Cat Stevens y Sting, hoy hay una parrilla casi totalmente latina, que incluye una fallida visita de Luis Miguel.

—El Festival siempre será sujeto de críticas. En Twitter muchos actúan como una masa, todos se sienten con el derecho a opinar. La parrilla de este año es variada y potente. Lo de Luis Miguel fue una especulación de la prensa, hubo conversaciones, pero no prosperaron. Jennifer López no vino porque no fue nuestra prioridad y además no coincidieron las agendas. Nuestra meta estos cuatro años es traer a los mejores artistas latinos del mundo.

“Necesitaba un respiro”

Pablo Morales se casó en 2010 con Eva Gómez, tras siete años de relación, con quien comparte el cuidado de su hija, Triana, de 12 años. Se separaron cuatro años después. “En CHV me enamoré, me casé con alguien de ahí y nació mi hija. Mi vida giró en torno a ese canal”, cuenta.

Durante aquellos “frenéticos”, Morales —quien trota 10 kilómetros diarios y es de misa dominical— no veía la luz del día. “Borré la app de rating el mismo día que me fui de la TV, la usaba todo el día para ver cómo iba la competencia. Jamás la volvería a tener”, asegura.

Y se dedicó a su familia “más que nunca”. “Mi vuelta esta vez a la tele ha sido más aterrizada. Salgo poco de noche, devoro series, me estreso menos”, comenta. “Dejé la TV porque necesitaba un respiro, para hacer televisión uno necesita tomar distancia y observar esta industria desde afuera para no repetir las fórmulas. Fue muy sano salirme, y saber que podía estar sin ella. Vivía mirando programas, pensando estrategias, no tenía tiempo para nada. Quería ver crecer a mi hija, ir a buscarla al colegio; la televisión me costó mi matrimonio”.

—¿Se te subieron los humos a la cabeza?

—En la tele gané ego, pero no sé de qué sirvió. Aunque fui muy valorado, me creía más dueño de la verdad de lo que era. Hoy cada día escucho más y he aprendido a valorar la vida. ¿Has estado a punto de morir?

—No, ¿Tú has pasado por eso?

—Sí, una vez hace diez años estuve a punto de morir, cuando me trataron de robar el auto en el Vergel con Lyon. Me pincharon un neumático y me acuchillaron a un costado del tórax. Mientras manejaba a la clínica Santa María me iba desangrando, mi camisa que era blanca quedó roja. En esos instantes pensaba: “Pucha que he sido feliz”. Hoy puedo decir lo mismo, estoy realizado y agradecido. Tengo una familia sana, hijos que amo, que son los niños del primer matrimonio de Eva, tengo la suerte de poder llevarlos a buenos colegios, de tener a mis papás vivos. Le he ganado a la vida, todo lo he hecho solo; además, he tenido gente buena a mi lado.

—Tienes amigos de todos los ámbitos, eres como el típico amigo popular.

—(Ríe). No, también tengo grandes amigos del colegio y la universidad como Ángel Carcavilla, la Javi Parada. En el fútbol, soy muy amigo de Jean Beausejour, es muy culto, preocupado de sus raíces. También de Esteban Paredes y del dueño del Liguria, Marcelo Cicali. En la televisión mi único gran amigo es Benjamín Vicuña.

El caso TVN

—¿Por qué en 2016 no aceptaste el cargo de director ejecutivo de TVN?

—La Presidenta quería que yo fuera director ejecutivo y también me propuso la Secretaría de Comunicaciones. Pero yo venía saliendo de una experiencia muy fuerte en CHV. No le dije que no por la crisis en TVN, sencillamente no acepté porque quería tiempo para mí.

—Durante los primeros 9 meses de 2018 TVN anotó pérdidas por $11.159 millones, ¿Dónde recae la crisis?

—La escena cambió para la televisión y la industria publicitaria se diversificó. Plataformas como Youtube, Netflix y las redes sociales disminuyeron la inversión publicitaria en la TV abierta. En los 90 los canales eran de universidades o del Estado; hoy todos son de privados. Si TVN quiere seguir como canal público, garantizando el pluralismo y con noticieros regionales, debe analizar su financiamiento. Ayudé a armar la ley de capitalización que autorizó al Fisco capitalizar de manera extraordinaria el canal. Pero debiera tener un modelo mixto; lo peor que le podría pasar es convertirse en un canal de nicho con dos puntos de rating, que haga una televisión que no le importa a nadie.

—En la radio, Francisco Reyes defendió los millonarios sueldos que reciben los actores. ¿Qué te parece su postura?

—La televisión entre los 90 y el 2015 subió mucho sus costos, hubo rostros que ganaban hasta 40 millones de pesos, más que el sueldo del vicepresidente de Codelco. Si queremos que la televisión siga viva debemos bajar los sueldos de los rostros y también de los cargos ejecutivos, aterrizarlos a los nuevos tiempos.

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