A más de un año de que las encuestas reprobaran el test electoral, al subestimar la votación que obtendría Beatriz Sánchez y sobreestimar la de Sebastián Piñera en la primera vuelta presidencial (a excepción de Criteria Research), hoy son nuevamente un permanente alimento para la conversación. Pero este mercado se reordenó.

Por ejemplo, el 10 de octubre pasado, GfK Adimark vendió cuatro áreas de investigación a Ipsos (incluida la de Estudios Públicos), consultora y empresa de investigación francesa que cotiza en la Bolsa de París, cuenta con oficinas en 88 países del mundo y fue fundada en 1975 por Didier Truchot, presidente y director general (ver infografía).

La multinacional, está revisando los estudios adquiridos de GfK en función de su plan 2019 y evalúa si continuará con el indicador sobre aprobación del gobierno. Sí seguirá con la medición mensual donde líderes de opinión de Latinoamérica responden sobre los mandatarios y con la encuesta de opinión Ipsos Global Advisor que se hace en 28 países del mundo y que pregunta —entre otras cosas— si perciben que el país va por buen o mal camino.

En abril de 2018, Mori publicó por última vez la encuesta Barómetro de la política, que difundió cada tres meses desde 1989. “No me interesa estar metida en un conjunto autodefinido, sin reglas, donde un encuestador se puede equivocar en 10 puntos y no pasa nada. No voy a publicar nada más, pero eso no significa que no tenga datos”, dice Marta Lagos, de Mori.

En este contexto, a juicio de los analistas, la escena actual es dominada por Plaza Pública de Cadem (semanal) y Agenda Ciudadana de Criteria Research (mensual), en un universo con menos sondeos que en los 90. En esa década, aseguran, proliferaban encuestas preelectorales, mientras que la confianza permanentemente estaba puesta en las mediciones del Centro de Estudios Públicos (CEP) y del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC). De las más influyentes, la única presencial es la del CEP (en 2017 hizo tres y en 2018, una), que hoy trabaja en su instrumento y que se financia con aportes empresariales.

“Las encuestas volvieron como si no hubiera pasado nada. Deberíamos tener bastante cuidado, sobre todo con la Cadem, la más débil metodológicamente, porque es una telefónica —son las menos confiables— y tiene una muestra pequeña”, advierte Germán Silva, director del Centro de Estudios y Análisis de la Comunicación Estratégica de la U. Mayor.

Miguel Ángel López, académico del Instituto de Asuntos Públicos de la U. de Chile, asegura que “mundialmente el mercado de las encuestas ha sufrido cambios radicales en el último tiempo”, con “una proliferación muy fuerte de encuestas telefónicas”, a las que asocia un problema: “Gran parte de los márgenes de error de algunas telefónicas es que ni siquiera se hacen con diseño probabilístico, lo que significa que no todas las personas tienen una probabilidad conocida de ser seleccionados en la muestra. Deberían determinar el porcentaje de abstención, pero gran parte de estos sistemas no lo toman y eso no permite calcular el margen de error”, explica.

“Acto de fe”

Mauricio Morales, académico de la U. de Talca y quien realiza estudios electorales para la DC, comparte que se debería transparentar la tasa de rechazo. “Porque reemplazar a quienes no contestan aumenta el margen de error. Y aunque Cadem empezó a reportar la tasa de rechazo, tengo la sospecha de que es mucho mayor; creo que está subdeclarada”.

“Las encuestas son un acto de fe, por estas debilidades. Son como el tarot; actúan como cartas astrales. Pero no tenemos ningún mecanismo alternativo capaz de suplir la información que entregan. Si los políticos se basaran en redes sociales tomarían decisiones peores”, añade.

“Luego de cuatro años, Cadem avanza hacia un nuevo ciclo en su búsqueda por entregar semanalmente información confiable, oportuna y contingente sobre el debate político, económico y social de Chile. Nuestro estudio contempla para esta nueva etapa la realización de una encuesta probabilística de 700 casos semanales”, responde Roberto Izikson, gerente de Asuntos Públicos de Cadem.

“Sobre que la muestra es más pequeña, creo que 700 casos semanales, 2.800 o incluso 3.500 mensuales dependiendo de si el mes tiene 4 o 5 semanas, es una encuesta con un N más grande que una de 800 o 1.000 mensuales”, puntualiza.

Y sobre la tasa de rechazo de las encuestas telefónicas, señala que “está sobre los estándares de países como EE.UU. (9% vs. 20%) y es completamente normal dentro una muestra que representa al 100% de los chilenos mayores de 18 años. En este sentido, las encuestas online que se realizan con paneles tienen mayores tasas de respuesta ya que su universo no supera las 300 mil personas que representan al 2% de la población mayor de 18 años, y además son personas que voluntariamente deciden participar de estas encuestas contra recibir incentivos como giftcards”.

Los expertos llaman a que las empresas liberen los cuestionarios y las bases de datos (así lo hace el CEP) y señalen gráficamente si las diferencias observadas son o no estadísticamente significativas.

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Cristián Valdivieso Cariola

Andrés Varas del Canto

Criteria Research

Marco Silva Elías

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Víctor Solervicens

Jorge Steiner, socio principal

Luis Alfredo Lagos

Pier Zaccaria, socio principal

Cadem

Andrés Costas

Karen Thal, socia principal

Raúl Olivos

María Cristina Moya

Roberto Izikson

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