Alejandra Mustakis piensa que el hacer es el nuevo decir, que los actos valen más que las palabras. Por eso sigue su intuición imprimiéndole pasión a todo lo que hace, y vaya que hace cosas, desde fundar su propia empresa de diseño de muebles modulares siendo una veinteañera, hasta presidir por segundo período consecutivo la Asociación de Emprendedores de Chile (Asech). “Sólo haciendo cumplir tus sueños puedes sentir que trasciendes en la vida, por eso es que el emprendimiento es una actitud, es como cuando uno se enamora”, explica la diseñadora.

Mustakis nació cuando sus padres, que nunca vivieron juntos, ya eran mayores, y se crio sola con su madre viendo cómo ella nunca tuvo un trabajo remunerado; era dueña de casa y realizaba voluntariados para la Cruz Roja. Con su padre, Constantino Mustakis, que fue presidente de la procesadora de molibdeno Molymet y de la Compañía Frutera Sudamericana en Chile, tuvo una relación más cercana ya de adulta.

—¿Por qué te lanzaste a crear tus propios proyectos?

—Ahora que me lo preguntas, me doy cuenta de lo importante que fue ver de niña cómo mi bisabuela materna, María Saud, que enviudó muy joven, sacó sola adelante a sus cuatro hijos trabajando hasta los 90 años en su almacén de barrio de calle Concha y Toro, a dos cuadras de la plaza de Puente Alto. Porque eso no era lo normal en la familia de mi padre, hijo de un inmigrante griego, ni en la de mi madre, cuya familia venía de Palestina. De hecho el futuro laboral más disruptivo que concebían para mí era que estudiara una carrera tradicional y luego trabajara, ojalá en una gran empresa y por 40 años. Cuando empecé con una amiga con mi primera página web a los 21 años me decían que estaba loca, que cómo no prefería tener un buen trabajo, algo más estable, con el sueldo asegurado y no con una posibilidad gigante de que me fuera mal.

—¿Emprender ahora es muy diferente a cuando tú empezaste?

—Cuando yo partí, en la década de los 2000, nadie hablaba de la palabra “emprendimiento”, todos idealizaban trabajar en grandes compañías de diseño, como la Ferrari, o en la NASA, y era difícil conectarse con las ideas de otros porque no todo el mundo tenía internet. No existía todo el ecosistema del emprendimiento que tenemos hoy, desde Sercotec hasta la propia Asech. Con suerte uno sabía que existía la Corfo.

—¿Qué desventajas tuviste, que no existen hoy?

—Una de las cosas más importantes que tiene que tener un emprendedor son las redes, y poder conectarse para aprender de la experiencia de otros. Por eso el flujo de la información que tenemos hoy es una gran ventaja.

—¿Eso ha generado un cambio de actitud en las nuevas generaciones?

—Sí, antes pensar en grande era castigado, pero ha habido un cambio cultural en Chile y hoy los jóvenes sienten que sí se puede pensar en grandes horizontes. Hace poco estuve en un encuentro en la Asociación de Emprendedores de Latinoamérica y fue increíble constatar cómo miran con admiración a Chile, como un país que la lleva en el emprendimiento. Y por otro lado, a nivel interno, se nos considera más. Hace unas semanas fui con el Presidente Piñera a Singapur, como representante de los emprendedores como un gremio más, con espacio en la mesa junto a los más antiguos y grandes, como la Cámara Chilena de la Construcción.

—¿Qué diferencia advertiste con los líderes de esos otros gremios?

—El brillo de los ojos. Porque el emprendedor está enamorado de su idea, y eso hace que le brillen los ojos y también que tome riesgos, porque el enamoramiento es un tipo de locura. De alguna manera, pasar de emprendedor a empresario es pasar de la locura a la cordura. En el fondo, es aprender a equivocarte lo más barato y rápido posible.

—¿Ves a los grandes empresarios como competidores que ponen obstáculos para que avances?

—Creo que el mundo cambió y que ahora viene una economía en que los actores van a ser muchos y más chicos, no sé si tantas grandes compañías. Hoy las empresas tienden a ser más pequeñas y más flexibles, porque tienen que andar más rápido, e ir cambiando de estrategia, porque el mundo va cambiando. Antes el emprendimiento dependía más del capital, pero hoy día hay muchos desarrolladores y muchas plataformas de open source que están abiertas para que cualquiera las pueda ocupar, entonces no es la tecnología el problema. Las compañías grandes ya entendieron que la manera de seguir siendo líderes es trabajando con emprendedores.

El miedo y la intuición

—¿Cuáles serán las claves para enfrentar el futuro, pensando en la pérdida de empleos por la tecnología?

—La creatividad, que es el alma de la innovación del futuro, y en general las habilidades vitales (no me gusta hablar de habilidades blandas) son las herramientas que tenemos que desarrollar a través de la educación, porque hoy es la capacidad de pensar distinto lo que agrega valor. Hoy los creadores disruptivos, estos loquillos hippies con déficit atencional y talento creativo, aportan un valor gigante.

—¿Esta capacidad creativa es intuitiva o se desarrolla?

—Tener habilidades vitales es ser proactivo, hacerse cargo de uno mismo, entender que sólo uno puede ir a buscar sus cosas, a cumplir sus sueños. En el mundo al que estamos entrando el trabajo tradicional está cambiando. Quizás a la mayoría de la gente le va a tocar ser emprendedor, no por opción, sino que por necesidad, y tenemos que darles las herramientas adecuadas, a través de una educación totalmente basada en las personas más que en la enseñanza técnica. Estamos llegando a un punto de la historia que es como el Renacimiento, en que tenemos que repensar cómo hacemos todo. Es un megaminuto para los emprendedores.

—¿Qué papel juega el miedo al desarrollar una idea nueva?

—Enfrentar los miedos es un desafío gigante y cuando uno emprende, uno pasa muchas noches de temor, de incertidumbre, de complejidad. El camino cuesta arriba nunca va a ser fácil, uno tiene que entrar a quitarle espacio a gente que tiene todas las oportunidades ya abiertas, arremeter en contra de lo que ya está establecido, por eso hay muchos que nos llaman piratas. Me encanta el concepto de “pirata”, desde el punto de vista de cambiar las reglas establecidas, aunque a veces no te creen, o te traten de loco. Pero vale la pena perseverar, porque es como haber trascendido, sentir que uno se la jugó, que aprovechó las oportunidades, que hizo cosas que nunca te imaginaste que podías hacer. Siento que eso es crecer y trascender.

—¿Cómo crees que hay que equilibrar entonces la ecuación entre intuición, pasión y miedo?

—La pasión es un movilizador del miedo. Cuando uno siente pasión es capaz de enfrentar miedos grandes. De lo contrario uno se paraliza no más. Entonces tienes que usar un especie de motivador que te haga pasar el mal rato. Y la intuición es una herramienta súper importante, porque como emprendedora primero tengo una visión, luego un sueño. Es hipernecesario poder concebir la idea de algo que todavía no existe, que te enamores y empujes fuerte para sobrepasar al miedo.

—¿Eso basta para no equivocarse?

—No, si te vas a equivocar igual, porque uno se enamora de ideas, y de lo que debiera enamorarse es de un fin. Muchas veces el modelo de negocios cambia, te das cuenta de que como lo estabas haciendo no funciona, que tenías que hacer las cosas de otra manera, pero no por eso cambia el sueño final. Ir pivotando en lo que uno llama prueba y error es todo un proceso que en el emprendimiento se da de una manera súper natural, hasta que el sueño fluye.

—¿Hacia qué sueños quieres que fluya el futuro?

—Soy súper soñadora, y me siento muy agradecida de estar en un lugar donde me toca ver a otros soñadores, con muchas ideas, mucha gente creando con fuerza, desarrollando soluciones, enfrentando los problemas, mejorando las cosas y haciéndolas más entretenidas. Mi sueño es que repensemos la educación del futuro y que no sintamos que hay gente más talentosa que nosotros en ninguna otra parte del mundo, que quisiéramos nosotros crear nuestras propias formas, y que nos sintiéramos súper orgullosos del país en que vivimos. Me fascinaría que Chile fuera reconocido en el mundo como el mejor país para emprender en el mundo.

—¿Cómo crees que debemos partir hacia el logro de ese fin?

—Lo primero es prepararnos para toda esta revolución que se viene para el mercado del trabajo en la era del mundo digital, que nos trae desafíos muy grandes, de manera que estemos súper preparados y que Chile sea un país reconocido por su talento, por su cultura, por sus pueblos originarios, por sus entornos. Acabamos de salir elegidos el mejor país del mundo para hacer turismo aventura. Es como ser el país de los desafiantes. Debemos partir por enamorarnos de esa idea.

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