El concierto de Morrissey en 2015 fue financiado por Weeshing.

Como Uber con los taxis o Airbnb con los hoteleros, el negocio de la producción de eventos está sufriendo una disrupción. Y hay algunos peces gordos y más tradicionales que están preocupados.

Weeshing, la plataforma tecnológica de crowdfunding —financiamiento colectivo— que recauda recursos de personas a través de internet para financiar eventos a cambio de una posibilidad de obtener rentabilidades según el éxito del evento, se enfrentó en tribunales contra la Asociación Gremial de Empresas Productoras de Entretenimiento y Cultura (Agepec). Éste concentra cerca de un 80% de este mercado y algunos de sus socios son Bizarro, DG Medios y La Oreja.

El pasado 20 de abril el gremio acusó a la startup ante la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (Sbif) de prometer rentabilidades a las inversiones en su plataforma. Y los problemas para Weeshing se siguen apilando. Según la plataforma, una serie de productoras grandes y medianas, como Transistor, no le han devuelto lo que correspondía por eventos que financiaron juntos.

“Es un bloqueo”

Pero por lo menos en la pelea entre el gremio y Weeshing, la justicia estuvo de parte del emprendimiento, ya que tras una recomendación del Ministerio Público, el Cuarto Juzgado de Garantía de Santiago decidió abstenerse de investigar el caso presentado por la Agepec, argumentando que el actuar del crowdfunding “no es constitutivo de delito”.

La Agepec sostenía que Weeshing ofrecía al público constituir “depósitos a plazo”, giro sólo reservado a los bancos (de ahí que acudieran a la Sbif), y que ofrecía rentabilidades aseguradas en su web, opinión que no compartió la fiscalía. “La empresa no recibe los dineros que invierten los inversionistas (...) Estos, jamás pasan por sus cuentas ni son captados a la espera de un evento particular, donde menos aún decide dónde colocar esos fondos unilateralmente. No actúa como institución bancaria”, dice el fallo.

Esto, porque Weeshing funciona a través de mandatos en los que los diferentes actores que forman parte del proceso se comprometen a transferir los dineros. El productor confiere un mandato a Weeshing para que busque financiamiento en su nombre, y confiere otro a la empresa que vende los tickets del show, o ticketera, que se obliga a pagar a la plataforma la suma que se estipule más sus honorarios.

El fallo del juzgado no cayó nada bien en el gremio de las grandes de la producción nacional. “Es lamentable que si nuestra observación fue acogida por la Sbif, no lo fuera por el Ministerio Público que la revisó después”, comenta el gerente general de la Agepec, Jorge Ramírez.

“Todas las señales indican que esto ha sido un bloqueo de la Agepec contra Weeshing, porque potenciamos un segmento de la industria que creen que no debería producir eventos. ¿Qué le importa a ellos una supuesta intromisión en el giro bancario? Ellos no son un banco. ¿Por qué van a la Sbif? Lo hicieron para dañar nuestra imagen”, asegura el gerente regional de Weeshing, Nicolás Malarriaga.

Millones en demandas

Pero los problemas de Weeshing no son sólo con los grandes de la industria. Es el caso de la productora Transistor, a quienes demandaron en abril y octubre pasado. La productora recaudó fondos de Weeshing para el festival RockOut y Frontera en 2017, que después no realizó por pocas ventas. El problema, asegura Weeshing, es que la ticketera que tenía todos los recursos, Puntoticket, los devolvió a Transistor y otros clientes, pero no devolvió a Weeshing lo que había invertido.

Similar fue el caso del evento “Fonda Permanente”, que sí se celebró el 17 y 18 de septiembre pasado, donde Ticket Co., la ticketera de ese caso, no cumplió el mandato y entregó el dinero al productor, quien no ha querido dar la parte correspondiente a Weeshing. El representante de la fonda, Eduardo López, no pudo ser ubicado para esta nota. Mientras que Transistor sólo respondió que “estamos en conocimiento, nuestro abogado está trabajando en el tema”.

Las productoras le deben a Weeshing más de $850 millones, lo que ha causado que la startup no pueda pagar a sus clientes, explica Malarriaga. Un grupo de inversionistas ya presentó una denuncia a la Fiscalía Oriente por la pérdida de $400 millones que invirtieron en la plataforma, contra quienes resulten responsables: o Weeshing o las productoras.

Y la cosa está lejos de calmarse. “Tenemos aquí una empresa que ha perdido más de $2.000 millones de sus clientes. El Ministerio Público dice que no hay problema, porque los inversionistas leyeron los contratos y ahí se dice que se puede perder, pero nos parece que es una letra demasiado chica”, argumenta Ramírez.

“Estamos evaluando iniciar una querella por denuncia calumniosa contra la Agepec. Lo que viene es el crowdfunding, ellos son unos retrógrados”, señala Malarriaga. Por mientras, Weeshing ha tenido que reducir su planta en Chile y fusionar funciones. “Y mientras tanto, en México crecemos. Es insólito que en un país que se dice favorable al emprendimiento tengamos estos problemas con las grandes empresas”, dice.

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