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Esos días

que él no llegaba

nadie fue capaz de venir a decirnos

‘tu hijo andaba con nosotros'”.

Karina Moreno

Madre de Jordan

Jordan en su casa, frente al mural que él mismo pintó.

La mañana del 25 de octubre todos los noticiarios partieron su recuento con el fallido robo de un Mercedes Benz ocurrido durante la noche. El relato era que el dueño del vehículo, tasado en más de 50 millones de pesos, había sido rodeado por tres sujetos que andaban en un Audi. Se lo quitaron y huyeron. Empezó una persecución que terminó en La Dehesa con El Rodeo: el Mercedes había eludido un cerco policial pero enseguida patinó y se estrelló contra un poste de luz, a más de 100 kilómetros por hora. Se incendió tras un estallido en el tendido eléctrico. Una persona logró escapar. Cuando los bomberos apagaron el fuego encontraron un cadáver. «Hombre» y «delincuente» fueron los términos de los noticieros sobre dicho hallazgo.

Esa fue la noticia que también vieron en la mañana Ramón Urra (33) y Karina Moreno (33) en su casa de la población Lo Amor de Cerro Navia. No habían dormido en toda la noche porque su hijo Jordan (16) todavía no volvía a la casa. La última vez que lo vieron fue a las 21;30 del miércoles 24 de octubre. Jordan no tenía teléfono celular, así que cuando alguien se quería comunicar con él debía llamar a su mamá, quien le pasaba su aparato. Así había sido la última vez, en que quedó de encontrarse con una amiga en avenida Fanaloza, a tres cuadras de su casa. Según supo después Karina, él nunca llegó. Algo o alguien le impidió llegar a la cita. Esa noche andaba con unos pocos pesos en los bolsillos y sin carné de identidad, porque solía perdérsele si lo portaba, dice la madre.

Ramón y Karina eran vecinos de la población y prácticamente toda su vida han vivido en el mismo lugar. Además de Jordan, tienen una hija que se está graduando del Cumbre de Cóndores de Renca, uno de los primeros liceos de excelencia, el mismo donde Michelle Obama habló en 2011 cuando visitó Chile. Ella juega fútbol en Palestino y —dice con orgullo su madre— algunas veces ha sido llamada a la selección chilena. Actúa de volante de creación y, como a toda la familia, le gusta Colo Colo.

Cuando pequeña, ella le decía «Jojo» (Yoyo) a su hermano, porque no podía pronunciar su nombre. Jordan adoptó el apodo. A él también le gustaba mucho el fútbol, pero, según recuerda Karina, lo suyo iba más por el lado de ser hincha. De niño, las veces que lo ponían al arco en algún equipo, solía ponerse a llorar si le hacían un gol. El primer semestre de este año había estado en un liceo de Renca pero no le gustó así que lo sacaron de ahí. Prefería pintar murales de la Garra Blanca con un grupo de amigos. Con ellos hizo un lienzo donde se leía el nombre con el que querían ser conocidos: «Los Diablitos». Jordan nunca salió de Santiago para ver al equipo albo, porque Karina dice que jamás le permitió una noche fuera de casa. De ahí la preocupación por lo que estaba sucediendo desde el miércoles. Karina dice que nunca lo habían tenido que ir a buscar a ninguna comisaría.

Jordan sabía manejar. Aprendió mirando a su padre, que tenía un camión repartidor de gas. Iban con él en los recorridos que le tocaban. Claro que, dicen en la familia, su conducción se limitaba a mover el camión para poder estacionarlo. No saben si cuando estaba fuera de la casa pudo haber refinado un poco más su conducción. Al menos con sus familiares, cuando salía, otro era el conductor. A veces, eso sí, lo venían a buscar amigos que conocía de la Garra Blanca para ir a pintar murales. Que su madre sepa, nunca le pagaron por eso. También pintaba poleras con la imaginería del club albo. En el living de la casa está el registro de varios de esos diseños.

Desde la mañana del jueves recorrieron todos los cuarteles del sector, preguntando si estaba detenido. También fueron a la ribera del Mapocho, que está a unas cinco cuadras de la casa, porque quizás alguien le habría pegado y lo podría haber dejado en el lecho. Y a los alrededores de la Plaza de Renca, donde tenía algunos conocidos. Nada. Nadie lo había visto. El viernes partieron a la Fiscalía Norte, en el Centro de Justicia, a ratificar una denuncia por presunta desgracia y fue ahí que a Ramón se le ocurrió ir al Servicio Médico Legal. Faltaban un par de horas para el mediodía del 26 de octubre.

Huellas en el SML

Cuando llegaron al Servicio Médico Legal, Ramón y Karina preguntaron si habían ingresado personas sin identidad en las últimas horas. Les dijeron que sólo estaba alguien carbonizado en el choque de Lo Barnechea y se podía identificar por su ADN. Ramón pidió que le tomaran una muestra, pero entonces recordó que andaba con el carné de su hijo y consultó si era posible hacerlo por las huellas. Le dijeron que sí y tardaría 15 minutos. Así fue. Poco antes del mediodía, sabían que la persona muerta en Lo Barnechea, la misma que habían calificado de delincuente en la TV, era su hijo.

Jorge Reyes, fiscal de Análisis Criminal y Focos Investigativos de la Fiscalía Oriente, dice que el esclarecimiento del caso plantea una dificultad extra porque Jordan era un joven sin antecedentes. No está asociado a bandas. El registro del Audi donde iban las personas que asaltaron al dueño del Mercedes es difuso. La víctima sólo recuerda que se trataba de un auto oscuro.

A Jordan lo velaron en su casa hasta el domingo 28 de octubre. La Garra Blanca lo homenajeó por horas frente a su puerta. Está enterrado en el Cementerio General. “Esos días que él no llegaba nadie fue capaz de venir a decirnos ‘tu hijo andaba con nosotros, está en tal lado'. Hay uno que arrancó del auto. Queremos saber qué pasó, si lo obligaron o lo cuentearon. A lo mejor él después quiso entregarse y no lo dejaron. Tenemos tantas preguntas sin responder”, dice Karina. En el ataúd Jordan fue vestido con el uniforme de los Chicago Bulls, con la 23 del «aéreo» Jordan. La autopsia reveló que no murió quemado, sino por el impacto contra el poste.

El Mercedes luego de que Bomberos apagó el fuego.

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