Son las 3:00 de la tarde de un caluroso día y en el gimnasio Habana Boxing de la comuna de Las Condes, un hombre gira una y otra vez en su puesto. Alterna con volteretas por el suelo, saltos y vuelve a girar. Ya no sabe cuántas vueltas ha dado, hasta que alguien grita “¡stop! ¡stop!”. Tras largos minutos llevando su oído medio al extremo, se detiene e intenta mantenerse en pie a duras penas y lanzar golpes ordenadamente. Quiere llegar al estado que provoca recibir una letal combinación de golpes y proyectar cuál sería su reacción. Es evidente que está mareado, su rostro extraviado lo delata, pero logra equilibrarse.

Así entrena Julio Álamos, campeón latinoamericano súper mediano de la AMB. Invicto en 11 peleas, el “Ingeniero” cree que “la fuerza de un hombre no radica sólo en sus puños” y por eso intenta fortalecerse tanto en ataque como en defensa. Hace poco cumplió 27 y tiene un plan de dos años para optar a un título mundial, porque según dice: “la edad peak de los boxeadores es entre los 28 y los 32 años”.

Nunca lo han noqueado y desde hace 2 meses, en su calidad de campeón continental, debe prepararse para desafíos mayores. Está ahí. En ese momento en que de rivales sudamericanos, pasará a probar las manos de mexicanos, boricuas, europeos y americanos. Todas cunas de grandes boxeadores y escuelas pugilísticas.

—¿No le da miedo, “Ingeniero”?

—El miedo es un estado emocional frente a lo desconocido, algo propio del ser humano cuando ignora a qué se enfrenta. En el boxeo no te puedes permitir sentirlo. En el cuadrilátero sólo sientes respeto por el rival, porque sabes el esfuerzo que hizo para llegar ahí.

—Se dice que no todo se juega en el ring, grandes boxeadores aseguran que en la previa se decide gran parte del éxito en este deporte.

—Subirse al ring con alguien que te quiere volar la cabeza, esperar una fecha y resistir la expectativa de tu gente y los medios puede ser agotador. Hay que tener una fortaleza mental especial. El día clave es el del pesaje. Tienes el estrés de cumplir el peso y es el momento en que ves a tu rival. Antes lo viste en videos, en fotos, pero no lo has tenido ante tus ojos. La mente a veces te engaña: crees que es gigante, invencible, abominable, porque siempre uno ve al rival mejor de lo que es. El momento del “face to face” tiene mucho de tensión. Uno mira y siente la intensidad, la energía del rival y sabe de inmediato cómo se viene la pelea. Bajar la mirada es pecado. La intimidación psicológica es la clave: el 90% de la pelea.

—¿Cómo describiría el placer de golpear a un hombre hasta dejarlo fuera de combate?

—Para mí el KO es la gloria del boxeo. Es la culminación de todos los esfuerzos de preparación para una pelea. Logras sobreponerte a todo lo que entregó el rival y le demostraste que eres el jefe y ahí quedó tendido a tus pies. Es la gloria máxima. Ojalá pudiera ganar siempre así, pero el rival tiene manos, pies y no siempre es posible. La gente se vuelve loca, aplaude, es como medio morboso, pero es la esencia del boxeo. Hay otros que ven a dos cavernícolas que se están pegando, yo prefiero que lo vean como dos personas que lo dan todo. Es común que al final de una pelea los boxeadores se abracen, como diciendo ‘lo que hicimos, no lo hace cualquiera', es como un orgullo de samurai.

“No boxeo por necesidad”

Ingeniero comercial, titulado en la Universidad del Desarrollo, Julio Álamos gerencia el gimnasio Habana Boxing, de la calle Cerro el Plomo, que tiene en sociedad con dos amigos y que cuenta con un equipo de entrenadores cubanos. Dice que no le gusta el mote de “boxeador del barrio alto” con el que se hizo conocido, pero reconoce que le dio un impulso a su carrera. “Si antes de esas notas iban 100 personas a verme pelear, después fueron 500. Quizá ese calificativo esconde una parte importante de mi desarrollo como deportista que tiene que ver con esfuerzo y autogestión. Antes yo peleaba, cobraba las entradas, ordenaba las sillas y producía todo. Ahora de eso se preocupa una empresa promotora, pero eso es recién. Por lo mismo no me gusta mucha ese enfoque, porque yo rompo el paradigma de Hollywood”.

—¿Cómo?

—Yo, más que buscar sacar a mi familia de la pobreza, busco la gloria deportiva. Más que la plata busco una inmortalidad en el tiempo… como alguna vez se habló Martín Vargas, Cardenio Ulloa o Bernardo “Chifeo” Mendoza. Tengo el compromiso con el boxeo chileno. Es una meta que tengo, que la gente se siente en familia a ver una pelea en la TV y sea un gran panorama.

El camino del “Ingeniero” exige, al menos, dos defensas más del título latinoamericano para pasar al circuito intercontinental. Debe mejorar su récord, ojalá lograr entre 15 o 20 peleas para optar a una posibilidad de enfrentar al campeón del mundo en su categoría, el británico Callum Smith, invicto en 25 peleas, 18 de ellas ganadas por KO.

Álamos entrena en doble jornada. No sólo da vueltas por el gimnasio, su preparación incluye trabajo técnico, táctico y aeróbico. Probablemente, en enero vuelva a subir al ring con un rival que desconoce. “Mi sueño es llegar lo más lejos, hasta que no pueda seguir subiendo. Boxeo por pasión, no por necesidad y cuando me dé cuenta que estoy recibiendo más de lo que golpeo, será el minuto de retirarme. Antes, voy a intentar llegar lo más alto que se pueda”.

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