Ya no es el que entró a prisión en diciembre de 1998. Entonces, el Chacal de Hualañé, o Cristián Vilos Valenzuela (41), sólo tenía cuarto básico. Ahora está terminando tercero y cuarto medio en un curso para adultos dentro de Colina II. El último semestre tuvo promedio 5,4. El inglés no es lo suyo (3,7) aunque se recupera con ciencias (6,1). También le queda tiempo para seguir infringiendo la ley. En dos décadas anota doce faltas. Entre otros, dos ataques con armas cortopunzantes (2010 y 2009) y andar tomado o haber sido sorprendido con chicha artesanal (2003, 2008 y 2009). En 2012 lo mandaron de Colina II a una cárcel en Biobío porque cundió el rumor de que era soplón de Gendarmería. Vilos presentó un recurso de protección contra el guardia al que atribuyó tamaño dato.

Hace 20 años el caso del Chacal causó impacto. Violó y asesinó a Denisse Farías (4), que vivía en su misma calle en Hualañé, en la provincia de Curicó. Ahora salió de los archivos en octubre, con su petición ante la comisión de libertad condicional para dejar la cárcel porque había enterado la mitad de su condena de presidio perpetuo simple. Eso se debe a que en diciembre de 2000, cuando la Suprema lo sentenció y le evitó el pelotón de fusileros al que lo mandó el Juzgado de Licantén, aún no se instauraba el presidio de por vida. Así lo dispuso Ricardo Lagos en mayo de 2001 al abolir la pena de muerte. Y en vísperas de este cambio hubo una tendencia a permutar la pena máxima. Por eso, un destino semejante a Vilos tuvieron Rubén Millatureo, de Chiloé, que de 1997 a 1998 mató a su padre, a un vendedor viajero y a una secretaria; y Hugo Gómez, de Santa Cruz, quien violó y asesinó a una menor de 10 años en enero de 1999.

A Vilos, la comisión le rechazó su solicitud. Por eso interpuso un recurso de amparo ante la Corte de Apelaciones y ahí la Tercera Sala volvió a desestimar su solicitud. Ahora le queda la Sala Penal de la Corte Suprema. Si no le va bien, el próximo año podría volver a insistir ante la comisión y recorrer el mismo camino. Su hoja de vida dice que la condena expira el 31 de diciembre de 2999.

En septiembre pasado, cuando iba a postular a la libertad condicional, una asistente social y una psicóloga le elaboraron un informe donde el Chacal da algunos detalles de su vida. Tuvo dos hermanos que ya están muertos y tres medio hermanos. Con uno de estos últimos se fue a vivir cuando tenía 6 años de edad debido a que lo habían dejado abandonado en la carretera. La madre —dice el informe— tenía una “cantina”. Después de vivir con el medio hermano partió donde una medio hermana. En su adolescencia tenía problemas con el trago. Justamente, en octubre de 1999, mientras esperaba la condena definitiva, el SML le hizo un examen en que Vilos dice que al momento del ataque a la niña estaba con “exceso de alcohol” y por eso no recordaba lo que había pasado.

La cárcel no ha privado a Vilos de contacto exterior. Suelen atraparlo con un celular o con piezas de uno. También por otras cosas: “Interno refiere como red de apoyo familiar a su pareja desde hace 14 años, a quien conoce en reclusión y que se desempeña como asesora del hogar. Ella tiene dos hijos. Uno de una relación previa y otro (10 años) en común con el interno”, dice este informe para optar a la libertad. “Interno tiene (además) un hijo de un año, quien nace de una relación paralela”, añade en otra parte el documento. Pese a estas relaciones, la expectativa de Vilos si es que alguna vez está fuera de la cárcel es irse a vivir con su hermana —empleada de un hotel— a la casa que ésta tiene en la comuna de La Cisterna. “Laboralmente, espera poder continuar con su empresa de publicidad, actividad que desarrolla en reclusión”, dice también este informe carcelario.

Y aunque pasaron casi dos décadas desde que el SML le hizo los informes donde le encontraron que tenía una “personalidad anormal de tipo desalmada”, los indicios no parecen haber variado mucho. Ahora, en 2018, se dice de él que “mantiene una alta contaminación criminógena y comparte normas y valores de subcultura de la delincuencia (…) Minimiza su actuar delictual (…) no presenta conciencia del daño, pues pese a que reconoce su autoría en el delito, justifica su actuar en situaciones anteriores”. Y sigue: “El apoyo familiar se constituye en un soporte emocional, pero no en un control ante posibles conductas disruptivas”. Estos puntos del informe fueron uno de los motivos de queja de Vilos ante la Corte de Apelaciones. La sala escuchó también al abogado de la Fundación Amparo y Justicia Alejandro Espinoza, que representó a Marta Sáez, la madre de la niña asesinada, y que le ha hecho un seguimiento al caso. Al final, los jueces opinaron que no bastaba con cumplir requisitos “objetivos” y que debían presentarse otros criterios.

Marta Sáez (60) cree que una de sus nietas, que hoy tiene 11 años de edad, es el vivo retrato de su fallecida hija Denisse. “Cuando mi nieta tenía 4 años su carita era igual a la de mi hija. Incluso tienen el mismo nombre”. Denisse es hija de Gisleine (34), la mayor de los Farías Sáez. Y Marta encuentra que ambas Denisse se parecían tanto cuando tenían 4 años porque fue a esa edad —en realidad a los 4 años y cinco meses— cuando vio por última vez a esa hija, la tercera de los cuatro que tuvo con José Farías (57). Fue el 15 de diciembre de 1998, antes de que el Chacal la raptara, violara y asesinara. Está enterrada en el cementerio del pueblo, donde ella suele visitarla todas las semanas.

“Se nos echó a perder la familia. Si no hubiera sido por la fundación, no sé cómo habríamos salido adelante, porque la familia se destruye completa”, dice Marta Sáez. “El no mató solamente a una niña, sino que mató a una parte de la familia. Nunca hemos dejado de ir al cementerio. Era nuestra guagua. No sé por qué cosas de la vida pero tengo una nieta muy parecida, que se llama igual. Y eso hace que nuestra hija siempre esté presente”, dice.