Ese mes se abrió el testamento de María Noseda Zambra —viuda del fundador del grupo, Anacleto Angelini— quien falleció en abril a los 95 años, casi 11 años después que su marido, con quien no tuvo hijos.
El legado de Noseda se hizo público el martes, tras ingresar su posesión efectiva al Poder Judicial.
En su testamento, redactado en diciembre de 2003, Noseda —chilena, hija de inmigrantes italianos, dueña de casa y quien no ejercía roles directivos en el grupo— estipuló: “Entre mis bienes se encuentra el 15,83% aproximadamente de los derechos sociales de Inversiones Angelini y Compañía Limitada (ver recuadro). Es mi deseo y voluntad que la familia de mi cónyuge —Roberto (70) y Patricia Angelini Rossi (64)— y sus sustitutos o hijos, contribuyan a los planes de desarrollo de las empresas que controla Inversiones Angelini y que mantengan la propiedad y el control”.
En paralelo, ordenó que tras su muerte se entregue un legado anual de $277 millones reajustables, a cada uno de sus siete sobrinos nietos por afinidad: cuatro de ellos (de 42, 41, 36 y 34 años) hijos de Roberto Angelini, y tres (de 42, 33 y 31) hijos de Patricia Angelini, pago que concluirá cuando sus padres fallezcan.
Los mismos sobrinos nietos y sus padres recibieron en conjunto la cuarta de libre disposición (25%) de los bienes de Noseda. Eso sí, con la salvedad de que Roberto y Patricia Angelini recibirán esa participación (cuatro séptimas partes para el primero y tres séptimas partes para la segunda) en carácter de administradores fiduciarios (de por vida) y sus respectivos hijos serán los propietarios finales.
El testamento, a su vez, indica que queda “prohibido enajenar o gravar en cualquier forma la cuota de esta herencia”, salvo que dicha operación se dé con otro de los sobrinos nietos. Una prohibición que se mantendrá hasta el 31 de diciembre de 2034, fecha en la que expira Inversiones Angelini.
Fundación también hereda
Noseda, considerada una de las cinco mujeres más ricas del país, con una fortuna estimada por Forbes en 2008 en US$1.000 millones, en 2012 relató a Capital que su intensión era entregar todos sus bienes a una fundación, para ayudar a los más pobres. Es así, que en su testamento legó el 25% de sus bienes a la Fundación Angelini, la que por ese concepto recibiría “los predios denominados El Cardonal y Las Vertientes con todos sus bienes, y que están en la comuna de Santo Domingo”, lo que incluye derechos de agua (400 litros por segundo) del río Maipo.
Estos predios comprenden más de 1.100 hectáreas, con 2,1 kilómetros de playa, colindantes con Las Brisas de Santo Domingo y Santa María del Mar. Sin embargo, como el testamento se redactó en 2003 no consignó que, en 2014, Noseda vendió los terrenos en US$28 millones, monto que traspasó a su Fundación Careno, según Revista Capital de julio de 2014.
Si bien no existe información pública (directorio, RUT y activos) sobre la Fundación Angelini, salvo que su origen legal data de 1992 y sus estatutos cambiaron en 2003, dicha entidad tendría directa relación con Fundación Careno y ambas figuran, indistintamente, habrían entregado aportes a diversas entidades, en especial a la UC, Belén Educa, Corporación Cristo Vive, Jesús Niño, Hogar de Cristo y creado un fondo concursable para financiar obras sociales por hasta $20 millones cada una.
El plan del patriarca
Entre las consideraciones expuestas por Noseda en su testamento para legar Inversiones Angelini a la familia de su esposo destacan las palabras que dedicó a su labor empresarial: “Esta sociedad controla, directa e indirectamente, las principales empresas que mi cónyuge formó durante su vida, en beneficio no sólo de los socios y accionistas, sino que especialmente con la finalidad de contribuir al desarrollo de Chile y las regiones en donde se encuentran los respectivos centros productivos”, dice el texto. “Esta fue su colaboración con un país que siempre consideró su segunda patria (Anacleto Angelini era italiano) y que lo distinguió otorgándole por gracia la nacionalidad chilena”.
“En la marcha de estas empresas contó con todo mi apoyo y con el de su hermano Gino Angelini (cofundador del grupo), ya fallecido, y de sus hijos Roberto y Patricia Angelini Rossi”, concluye.
Así, se terminó de ejecutar el plan de sucesión delineado por el patriarca del grupo, quien antes de su muerte dejó estipulado desde cómo se pagarían los impuestos de herencia (que llegaron a US$ 325 millones en 2009, los más altos de la historia) hasta el rol que jugarían sus sobrinos nietos en el grupo industrial.
Es así que, ya en 2013, tras la apertura del testamento del empresario y una reorganización societaria, el control directo e indirecto de Inversiones Angelini —y de todo el
La Segunda intentó contactarse con la familia a través de la agencia de comunicaciones de Empresas Copec, pero no se obtuvo respuesta.
Sólo Copec vale más de US$18 mil millones
Un extenso patrimonio familiar
El grupo Angelini controla Empresas Copec a través de una red societaria. Así, el holding es dominado en un 60,8% por AntarChile, la que a su vez pertenece en un 63,5% a Inversiones Angelini, sociedad que aglutina el patrimonio familiar.
Empresas Copec, que hoy vale más de US$18 mil millones en bolsa, participa en dos áreas: recursos naturales y energía. En el negocio forestal está presente a través de Arauco (celulosa, paneles, madera aserrada y energía), uno de los principales productores del área a nivel mundial. En combustibles, participa en Copec, Mapco, Terpel, Abastible, Duragas, Solgas, Inversiones del Nordeste, Sonacol y Metrogas.
Además, el grupo participa en el negocio pesquero a través de Igemar, y tiene inversiones en minería con Alxar y Mina Invierno; además del negocio de bienes raíces, con Inmobiliaria Las Salinas.
Desde Inversiones Siemel (65%), la familia Angelini controla el edificio corporativo de El Golf 150; Agrícola Siemel (con 46 mil hectáreas en Coyhaique y más de 40 mil cabezas de bovinos y ovinos); Valle Grande (con 585 hectáreas en la Región de Coquimbo, para producir aceite de oliva); Atton Hoteles e Inmobiliaria y Constructora La Dehesa.