Sergio Schilling anda cojo porque se lesionó practicando esgrima, su deporte favorito hace 25 años. “No me voy a poner yeso, porque si llego con la pata arriba al programa, ahí sí que me voy a parecer a la Kenita”. Schilling se ríe a carcajadas de su talla farandulera. Se nota que disfruta a concho su estadía temporal en “Primer Plano”, el estelar de los viernes en CHV.

Este psicólogo, de 36 años, abre la puerta y muestra varias cabezas de plumavit donde instala sus “gorras de electroencefalograma”. “Me dedico al mapeo cerebral. Hago una reconstitución estadística del cerebro, que habla de ciertos síntomas y patologías, que pueden ser tratadas con ciertos medicamentos”, cuenta. Trabaja con un médico en sus estudios.

Cuando Larry Moe alabó, la semana pasada, la última restructuración de “Primer Plano”, dijo que Schilling era algo así como “el primo mateo, que le confiere al programa una dimensión cultural impensada hace unos años”.

Sergio estudió en la UDP, pero dice que tuvo un problema con un profesor y terminó en la SEK. Luego se fue a EE.UU. para estudiar con el psicólogo y escritor Stanley Krippner.

“Los medios de comunicación impactan muy fuerte en mucha gente en situación de vulnerabilidad. Vienen a verme personas que no deberían llegar a una consulta de un psicólogo: gente con epilepsia, esquizofrenia, jóvenes con autismo, muchos bipolares, y otros”.

El, asegura, intenta ser concreto. “Me encanta el tarot, Jung, me sirve todo ese acervo, pero voy a lo más cientificista posible”, explica.

“La farándula habla de temas humanos. Y las personas tienen curiosidad de conocer esas vidas y de conocerse a sí mismos a través de esas vidas. Ahí sirve de algo el conocimiento que uno tiene. Es lo mismo que plantearlo en una entrevista científica. La gente dice no consumir farándula, pero igual lo hace. Existe un doble estándar”.

—Hablamos de tragedias comunes, por lo demás.

—Freud se basó en los griegos. Y la mitología griega es la gran farándula de otros tiempos. ¡Zeus dejó hijos por el mundo! No hay nada nuevo después de los griegos; ahí están los fundamentos de la psiquis humana. Cualquier historia puede hacerse un poquito más interesante sin insultar a nadie. Pasa que mis colegas, y los intelectuales en general, subestiman a las personas. El público quiere saber, no sólo entretenerse. Ver un programa de farándula es tan válido como leer a Jacques Lacan.

“Kenita tiene el capital sexual”

—¿Cuál es el prototipo que representa Kenita Larraín, que hasta inspiró un libro?

—Primero, ella tiene el capital sexual. Porque uno puede tener poder intelectual, económico o sexual, que puede influenciar a otro. Ella ha sido capaz de usar su poder a gusto; eso, a los hombres los intimida y a las mujeres les perturba. Puede hacer goce de su cuerpo, conocer, aprender y relacionarse con las personas que estime convenientes. Ella dijo: “Yo soy igual que Felipe (Camiroaga), pero versión mujer”. Dio en el clavo.

—Pero él quedó por siempre como un galán y ella como una suelta, por decirlo de buena manera.

—Exactamente. Este cambio a los hombres les da miedo. Siempre vimos a la mujer como la virgen o la prostituta; ese conservadurismo tiene que desaparecer. Ella puede tener el capital sexual y hacer uso de él: ser famosa y bella y ganar cosas con ello, y no pasa nada. Si Benjamín Vicuña sale con muchas mujeres, le aporta. Y segundo, antes ella se guardaba todo. Ahora es una Kenita 2.0. Porque ha tenido una evolución similar a la de las mujeres este año. Hace el punto de inflexión justo cuando la sociedad entera dice cosas que no ha dicho en años. Salen a la palestra las acusaciones de abuso y acoso. Es la psiquis colectiva versus la psiquis individual. Por eso provoca rechazo. Ella es simpática, humilde, amante de los animales, muy conectada con lo esotérico, ¿por qué no podría representar a cualquier mujer? ¿Cuántas Kenitas no conocemos?

—Ella, además, se enfrenta a la imagen más compleja del macho chileno.

—Habla del hombre chileno que se valora desde el poder y del éxito. Acá vienen muchas mujeres que se encuentran con hombres de mucho poder, y cero sensibilidad. De esos que no las tocan como personas. Hasta que con el tiempo se dan cuenta de que es mejor quedarse con esos tipos sin abolengo, de pocas lucas, pero que las miran a los ojos y las tratan bien. No conozco a Iván Zamorano ni al Chino Ríos, pero representan al Macho Alfa de los Machos Alfa. Los que mejor juegan a la pelota, los de mejores autos y mujeres. Al final del día, no es lo que te llena como persona.

—Son hombres que no hablan mucho, que no se expresan. Como la gran mayoría.

—Somos súper alexitímicos: no somos capaces de nombrar nuestras emociones. Si nos dicen “Te amo”, nos quedamos mudos. Y el gran problema es que los hombres no tenemos guía. Muchos jóvenes me preguntan cómo llevar una vida en pareja. Y como ahora no va a ser suficiente con la plata, van a tener que demostrar “ser hombres”. ¿Y qué es ser un hombre? La identidad de género es el gran debate de la sociología actual. ¿Cuál es el imaginario masculino? En las culturas primitivas, a los 14 años a los niños los llevaban a una cueva, a cazar, los asustaban los mayores, hasta que descubrían que la naturaleza está al servicio de los humanos y se hacían hombres. Los hombres no tienen rituales de pasaje ahora. No saben con qué validarse.

—Dijiste que Alexis Sánchez sufre de anhedonia. ¿Qué significa?

—Es la incapacidad de experimentar placer. El síntoma más patognomónico habla de que las personas no lloran todo día, sino que tienen ausencia de felicidad. Después de un quiebre amoroso, las cosas que les hacían sentir placer antes ya no lo hacen. Ni el mejor gol. En ese vacío, la persona está profundamente extraviada. Si hasta 1910 la enfermedad era la gripe española y el tifus; en los 70, las enfermedades cardiovasculares; en 2030, la depresión será la primera causa de invalidez mundial. Ahora es la tercera. Tenemos muchos estímulos, pero carencia de significado. Vemos gente degollada en TV, pero perdemos la capacidad de asombro. Mientras menos capacidad de asombro, más planos nos volvemos internamente.

—Esto cruza el ámbito político. Farándula también es ver a Gabriel Boric y Maite Orsini, ¿no?

—Es súper bonito, porque las personas tienen una afinidad natural a amar. Por lo general, las personas encuentran a sus parejas en el lugar donde más tiempo pasan. Tienden a gustarse. Ellos dos son jóvenes, atractivos, exitosos, comparten ideología y son tremendamente ambiciosos. Como a todos los que están en la farándula, les gusta la exposición. Me incluyo. Tenemos una cuota de narcisismo grande. El problema es cuando aparece el conflicto de interés y se asume que las personas son ajenas a los afectos. En toda alianza, siempre vamos a estar cerca de nuestros amigos o de aquellos que deseamos sexualmente. A veces, nuestros códigos de buen comportamiento están bien, pero olvidan el sistema límbico, las emociones. El plano humano tiene elementos de lo bizarro, lo inmoral y lo altruista también.

—¿Hay nobleza en la farándula?

—La hay. En la televisión, la gente ha sido mucho más noble que la de mi gremio, porque no me juzgan. En un café de psicólogos me apuntan con el dedo, porque soy distinto. En la farándula no, porque es un circo de Fellini, donde todos tenemos rarezas.

Yo, el peor de todos

Mientras estaba en la universidad, Sergio comenzó a trabajar como asesor de contenidos de Nueva Imagen. Llegó a crear el reality “El Juego del Miedo”, con Nicolás Quesille. “Fue idea mía, cosa que él no reconoció hasta que terminó”, afirma. Se paseó por varios canales, y en 2013 estaba como panelista en un programa de La Red, cuando entregó las claves para responder el test de Rorschach. Estaba en pleno doctorado de la universidad de Heidelberg de Alemania, desde Santiago. “Se me vino encima el Colegio de Psicólogos y quedé como Meo: el eterno candidato”, comenta.

Sergio cuenta que él le pidió a la universidad, al menos, el magíster. “Como no me lo dieron, llegamos a un acuerdo y me pagaron 10 millones de pesos. Yo pedí disculpas, pero del Colegio lanzaron la piedra y escondieron la mano. Me di cuenta de que si no voy a poder hacer clases nunca, tengo que arreglármelas de otra manera”.

Llegó a “No eres tú, soy yo”, en Vía X, y luego a “Me late”, de UCV, donde está hasta hoy. “Fui el peor de todos para los psicólogos. Tuve que aguantar, nomás”.

Piensa que en la TV puede observar y comentar las transformaciones sociales. “Si quieres cambiar a las personas, no te puedes quedar encerrado en una biblioteca. Hay que llegar a ese lenguaje de hoy. No soy buen youtuber, pero hago lo que puedo”.

Tiene un grupo, “Los herejes informales”, con quienes debate y transmite teorías varias vía Facebook: con César Parra, investigador paranormal y escritor; Rodrigo Fuenzalida, sociólogo y ufólogo, y Nolberto Salinas, abogado y epistemólogo. “Mi mundo es investigar. Estoy permanentemente jugando a vivir. Entender, estudiar y encontrar respuestas que a lo mejor nunca van a llegar. Además, experimento solo. Como el científico de La Mosca. Un día de estos voy a terminar en el manicomio”.

Además, es mago. Practica el mentalismo. “Mirar con los ojos vendados era mi mejor efecto. Me encanta, pero cuando expliqué que eran trucos, se me vinieron los magos encima”, confiesa riéndose.

—“Las mujeres son mucho más machistas que muchos hombres”, reclamaba Kenita. En el programa “Llegó tu hora” (TVN) fue criticada duramente por otras mujeres.

—Con el respeto que me merece el mundo islámico, Oriana Fallaci decía que las personas que más practican la represión contra las mujeres son las mismas mujeres. Lamentablemente, la mujer puede ser la peor juez de otra mujer.

—¿Por envidia?

—Esto es muy jodorowskiano, pero cuando una persona no pudo hacer lo que quiso con su vida y tiene la posibilidad de limitar a otras, lo hace. Por eso hay que luchar para que las personas sean la mejor versión de sí mismas, para que no vayan a hacerles daño a otras. La psiquis humana trata de promediar hacia un estado de alivio: hacerte fracasar para yo no sentirme angustiado. Hay que tratar de que todos seamos lo más libres posible.

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