Circuito Cerrado-Herencia, de la artista Andrea Silva.

Hasta el 6 de enero se realizará la Bienal Nacional de Escultura que actualmente se presenta en el Centro Nacional de Arte Contemporáneo Cerrillos y en el Centro Cultural El Tranque en Lo Barnechea. Como parte de este encuentro se exhibe al público la exposición «Desde la Memoria Escultórica», que muestra el desarrollo y evolución de este arte.

Laura Quezada, presidenta de la Sociedad de Escultores de Chile (Soech), agrupación que organiza esta Bienal, explica que poder retomar este encuentro ha sido un paso importante ya que la versión anterior se hizo en el año 1967.

Lenguajes del pasado en el presente

El recorrido intenta develar una tradición poco conocida, desde comienzos del siglo XX hasta hoy. De la mano de Ernesto Muñoz —curador de la Bienal— se propone una ruta por distintos momentos que buscan dar cuenta de esta evolución.

Los asistentes se encontrarán con obras de arte de artistas de la primera mitad del siglo pasado, tales como Marta Colvin, Totila Albert y Lily Garafulic. De la segunda mitad del siglo anterior están los escultores Federico Assler, Mario Irarrázabal, Francisco Gacitúa y Osvaldo Peña, entre otros.

“En la primera etapa se observa el rescate del oficio escultórico y el desarrollo de técnicas como la fundición y el tallado. Un elemento importante en este tiempo es la representación de la figura humana. En la segunda mitad se cambian los parámetros establecidos, se explora la materialidad y el espacio. Se rompe con el arte de la imitación y se comienza a trabajar la talla directa, lo que es una transformación radical”, explica Laura Quezada.

En otra derivada de la Bienal es posible aproximarse a este arte desde la materialidad. En la sección Pachamama se presentan obras realizadas en arcilla y cerámica. O explorar la vivencia que genera el arte escultórico abstracto y conceptual en donde emergen otras materialidades, nuevos lenguajes que nos abren a nuevas dimensiones de la realidad.

El espacio como concepto ha ido evolucionando así como la forma de trabajar el volumen y las materialidades. La piedra, el bronce, la madera, han visto la incorporación de nuevos materiales y objetos de la cotidianidad como observamos en las instalaciones.

Acerca de la tradición escultórica, Ernesto Muñoz expresa la importancia de retomar los lenguajes del pasado con los del presente, rememorando la fuerte tradición de este arte en nuestro país.

Continuidad en el tiempo

“La Bienal se constituye en un espacio de encuentro entre obras y artistas que trabajamos en forma solitaria en nuestros talleres”, comenta Vicente Gajardo, quien explica la importancia de las nuevas generaciones como un relevo.

En este contexto se realizó el Concurso “Volumen Expandido” en el que participaron más de treinta jóvenes escultores, de gran nivel según afirma el escultor, quien fue parte del jurado. La ganadora fue la obra Fragmentación, del artista Carlos Edwards. Ésta y 30 esculturas seleccionadas pueden ser visitadas hasta el 30 de noviembre en el Centro Cultural El Tranque de Lo Barnechea.

El Simposio Encuentro de Escultores, fue otra instancia llevada a cabo en el contexto de la Bienal en este lugar. Consistente en el trabajo in situ que realizaron artistas de las más diversas generaciones. Allí, saliendo de la soledad de sus talleres, cada uno y con otros desarrollaron sus propios proyectos escultóricos.

En el contexto del desarrollo de la Bienal se exhiben obras pertenecientes a jóvenes creadores, denominados como la generación 2020. Una de ellas es la escultora Andrea Silva, quien aborda el retorno a la matriz en su obra instalación llamada Circuito Cerrado-Herencia.

Inspirada en el árbol genealógico, en ella explora con materialidades diversas, conceptos relacionados con el hogar, el individuo, la vincularidad, los espacios contenedores y el movimiento interno. “Me interesa conocer el impacto que produce mi obra y significaciones que genera en los espectadores”, explica la artista.

Escultura y ciudadanía

“Esta Bienal busca volver a poner esta disciplina en el foco del público, con la posibilidad de ver piezas pocas veces exhibidas y conocer de cerca la historia de la escultura contemporánea chilena”, expresa Consuelo Valdés, ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

También destaca la posibilidad que nos brinda de acercar este arte a la ciudadanía, arte que se vincula con el espacio público contribuyendo a la conciencia de cuidado del patrimonio que nos pertenece a todos. En síntesis, el espacio de la Bienal se constituye en zona de convergencia, no sólo de obras sino de tiempos, espacios y memorias en donde los sueños —al igual que las expectativas— se plasman en la realidad. Una de ellas se materializa en un proyecto para el 2019, un encuentro internacional que amplía fronteras.

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