La elección de Ernesto Illanes habría sido imposible sin la candidatura de Jaime Guzmán el año anterior”.

El Movimiento Gremial es una de las organizaciones más relevantes en la historia del movimiento estudiantil chileno. Mientras en nuestro país y en el mundo se vivían los revolucionarios años 60, el gremialismo surgió en la Universidad Católica como expresión de una alternativa contraria a la agenda de la izquierda revolucionaria y del reformismo democratacristiano. Para entonces, el conflicto ideológico nacional se instalaba al interior de las universidades, demandando no sólo un cambio en sus estructuras de poder, sino también en su misión. Si bien el gremialismo apareció a mediados de los años 60 como reacción a esta coyuntura revolucionaria, tempranamente logró articular un proyecto capaz de dotar de renovado sentido al quehacer estudiantil y universitario.

Hace medio siglo, el 25 de octubre de 1968, los gremialistas liderados por Ernesto Illanes conquistaron por primera vez la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC), superando a la lista del “Movimiento 11 de agosto” que agrupaba al reformismo radicalizado. Se trataba de un triunfo importante, pues desde 1959 hasta entonces la federación de la UC había estado en manos de la Democracia Cristiana.

Gremialismo: autonomía

y despolitización

El gremialismo estudiantil surgió a fines de 1965 entre algunos estudiantes de la Escuela de Derecho de la Universidad Católica, liderados por el joven Jaime Guzmán Errázuriz. No sería sino hasta 1967, cinco meses antes de la toma de la UC, cuando sus ideas fueron expresadas en la “Declaración de Principios del Movimiento Gremial”, firmada, entre otros, por Eugenio Guzmán, Raúl Lecaros, Arturo Yrarrázaval, Hernán Larraín, José Joaquín Ugarte y Jovino Novoa, además del propio Guzmán.

En el documento expresaban que la posición gremialista se comprometía “a sustraer al Centro [de Alumnos de Derecho] de la órbita de los partidos políticos para servir efectivamente a los legítimos intereses de todos los alumnos”, reivindicando la autonomía de las organizaciones sociales respecto al poder político o al embate de las ideologías. Argumentaba que “la Universidad es ajena a cualquier concepción ideológica o política, porque tiene como causa su propia y específica finalidad, que es universal y permanente”, rechazando por lo tanto “una idea socialista, demócrata cristiana o nacional de la Universidad”. Los gremialistas también rechazaban el cogobierno estudiantil en las instituciones de educación superior: “¿Cómo podría gobernar la universidad quien concurre a ella para formarse? ¿Cómo podría gobernar la docencia quien aún no conoce bien la ciencia ‘ya hecha'? ¿Cómo podría gobernar la investigación quien carece de ese conocimiento, que es su propia base?”.

El triunfo de Ernesto Illanes

La toma de la casa central de la Universidad Católica en agosto de 1967, la intervención del cardenal Raúl Silva Henríquez, la renuncia del rector Alfredo Silva Santiago y la llegada de Fernando Castillo Velasco a la rectoría de la UC parecían presagiar una larga presencia del reformismo democratacristiano en la federación. Sin embargo, la presencia del gremialismo mostraría importantes avances. Aunque en 1967 Jaime Guzmán fue derrotado en las elecciones de la FEUC —logró un importante 40,2% de las preferencias—, el Movimiento Gremial intensificó su tarea, extendiendo su mensaje al resto de las carreras, disputando los conceptos clave del reformismo DC y exigiendo una “reforma universitaria seria e independiente”.

El 25 de octubre de 1968 y en un contexto universitario altamente polarizado, el gremialismo encabezado por Ernesto Illanes obtuvo su primera victoria a nivel de federación, imponiéndose en las urnas por 114 votos a la lista del “Movimiento 11 de agosto” encabezada por Rodrigo Egaña. Tras el triunfo, el propio Illanes señaló que “el alumnado optó por uno de los dos caminos ofrecidos como alternativa para enfocar la reforma universitaria. Una de estas corrientes enfocaba la reforma con criterio ideológico y político, en el sentido de vincular a la FEUC y a la universidad a un proceso revolucionario, integrándolos en un Frente Nacional Revolucionario. Por el contrario, nuestra posición gremialista es la de encarar la reforma desde dentro de la misma universidad, con un criterio estrictamente académico y científico, sin dependencias de grupos ideológicos o políticos, ni tampoco tratando de utilizar la universidad como instrumento de determinados procesos que pueda vivir el país”.

Victoria y proyección

El avance del gremialismo en esos años había sido fundamental en el triunfo y, como recuerda Illanes, su elección habría sido imposible sin la candidatura de Jaime Guzmán a la FEUC el año anterior. También los resultados se explican por la división en la izquierda estudiantil entre democratacristianos y reformistas radicalizados. La DC, que entonces no presentó lista, responsabilizó por la derrota al “Movimiento 11 de agosto”, acusándolo de una “errónea conducción del movimiento estudiantil” y de “verbalismo estéril e irresponsable”.

El triunfo de Illanes logró proyectarse en el tiempo con cinco victorias consecutivas del MGUC. Las sucesivas federaciones gremialistas de Ernesto Illanes, Hernán Larraín, Tomás Irarrázabal, Atilio Caorsi y Javier Leturia eran la contracara del desgaste del reformismo universitario en la UC y del retroceso de los proyectos revolucionarios en las organizaciones sociales. Entonces, la FEUC en manos de los gremialistas llegaría a tener relevancia incluso en la política nacional, articulando a parte importante de la oposición social al gobierno de Salvador Allende entre 1970 y 1973.

José Manuel Castro

es magíster en Historia de la UC, co-autor de “Historia de Chile 1960-2010”

Instituto de Historia/CEUSS

U. San Sebastián

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