Minera Cerro Negro

(sociedad de trabajadores)

Minera Don Alberto

(Familia Callejas)

Cristián Bruit Gutiérrez,

presidente ejecutivo

Maximiliano Callejas, presidente

Minera La Patagua

Haldeman Mining,

Faena Tambo de Oro (Grupo Solari)

Juan Enrique Zegers Hochschild, gerente general

Minera Altos de Punitaqui

(Glencore)

Minera Linderos*

(Familia Molina Bauer)

Minera San Gerónimo

(Familia Rendic)

Minera Las Cenizas

(Alfredo Ovalle y grupo AMCI)

Minera Valle Central

(Amerigo Resources)

Sergio Cardone Solari,

presidente

Gonzalo Molina Bauer,

gerente general

Minera Florida

(Yamana Gold)

Minera Tambillos

(Grupo Errázuriz)

Ernani Szczecinski,

gerente general

Yerko Rendic Vladislavic,

presidente

Christian Cáceres Meneses,

gerente general

Alfredo Ovalle Rodríguez,

presidente

Carlos Pinto Ahumada,

gerente general

Luis Salfate Cortés,

gerente general

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Lo dijo directamente hace unas semanas el ex presidente de Codelco, Óscar Landerretche: “la ley obliga a Codelco a procesar minerales privados (en Ventanas), subsidiándolos. Cuesta como US$ 30 o US$ 40 millones al año ese subsidio”, dijo al referirse a las pérdidas anuales que enfrenta esa división de Codelco, cuestionada además por su impacto ambiental en los últimos episodios de contaminación en la zona de Quintero y Puchuncaví.

¿Quiénes están detrás de este subsidio implícito? En la estatal sólo explican que se trata de 1.200 productores medianos y pequeños, que en conjunto representan la mitad de las 400 mil toneladas de cátodos que produce Ventanas cada año. El resto viene de sus operaciones propias (El Teniente y Andina). En presentaciones alojadas en la web de Enami se alude a 11 medianas mineras como las responsables de entre el 80% y 90% de los concentrados que entregan juntas la pequeña y mediana minería a Ventanas.

En la Sociedad Nacional de Minería (Sonami) las identifican. Hay cinco que pertenecen a familias reconocidas en el sector minero: San Gerónimo de los Rendic (accionistas de SMU); Las Cenizas de Alfredo Ovalle (ex presidente de Sonami); Haldeman Mining de la familia Solari, controladora de Falabella, que envía concentrados de oro de su mina Tambo de Oro; Don Alberto de la tradicional familia minera Callejas, y Tambillos de la familia del ex dueño de Unimarc, Francisco Javier Errázuriz . Una sexta, Minera Linderos, pertenecía hasta hace poco a la familia Molina Bauer, pero sus activos fueron vendidos tras declararse en quiebra.

También hay tres compañías ligadas a empresas extranjeras: Altos de Punitaqui (de Glencore), Minera Florida (Yamana Gold) y Valle Central (Amerigo Resources), aunque desde esta última, su gerente general Christian Cáceres explicó que ya no entregan su concentrado a Ventanas, pues lo hacen directamente a El Teniente.

Otra firma mencionada por Sonami es Minera Cerro Negro, que pertenece a una sociedad de trabajadores que la adquirió a fines de los 90 al grupo Luksic, que había decidido su cierre. La última, Minera La Patagua, es gerenciada por Juan Enrique Zegers Hochschild, primo del fallecido ex presidente de Sonami Hernán Hochschild.

¿Hay subsidios?

El espectro de lo que se define mediana minería es enorme. Desde los que producen el equivalente a 1.200 toneladas de cobre al año, hasta los que llegan a 50 mil toneladas.

Lo que se les critica es que su producción sería subsidiada como a los pequeños mineros, a quienes se les asegura un “precio de sustentación” (calculado mes a mes) y créditos. Sin embargo, las medianas no tienen los mismos privilegios. Jaime Pérez de Arce, ex vicepresidente ejecutivo de Enami, afirma que ellas negocian directamente sus contratos. “La Enami les cobra a un precio de mercado por fundir concentrados y los respectivos cargos de tratamiento”, explica.

Un ex funcionario del Ministerio de Minería agrega que las medianas sí tienen la opción de conseguir créditos, pero que por su tamaño les es más fácil y barato hacerlo con la banca, siempre que tengan la capacidad comercial de hacerlo.

Lo que sí podría interpretarse como un cierto subsidio, explica, es que muchos de los minerales que entregan estas empresas tienen altos grados de impureza, por lo que los cátodos que se producen tienen menores precios en el extranjero y ese costo lo absorbe Codelco.

Adicionalmente, en el caso de que Ventanas dejara de funcionar, la estatal dejaría de perder anualmente los US$ 46 millones en promedio que ha registrado en los últimos 10 años, a lo que aludía Landerretche.

Frente a un hipotético cierre, dice un socio de una mediana minera, las empresas tendrían que asociarse y vender su concentrado al extranjero, porque a nivel local no hay capacidad disponible para absorber esta producción, lo que las obligaría a reevaluar si el negocio sigue siendo rentable considerando el flete.

William Díaz, otro ex vicepresidente ejecutivo de Enami opina que si se quiere seguir impulsando la pequeña minería en el país se requiere de las medianas empresas. “Las fundiciones necesitan abastecimiento permanente de concentrados, ya que no son como un horno de casa que se prende y se apaga con facilidad, y en ese sentido la única forma que se pueda atender a la pequeña minería es abastecer a los medianos”.

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