MARCELA CONTARDO

LUIS HIDALGO

Descubrir el velo que cubre la producción y creación de fotógrafos que se iniciaron en los años 90 motivó a un equipo de investigadores a llevar a cabo el Proyecto Fondart «Década de los Noventa: La Fotografía Obliterada».

En esta investigación reflexionan y abordan cómo la situación y contexto en el que se llevó a cabo la fotografía documental en los 90 se ha visto invisibilizada en relación a la generación anterior. “Esto debido a que la fotografía de los 80 era muy fuerte porque se desarrollaba en dictadura. Es una fotografía que estuvo muy de la mano de la defensa de los derechos humanos y de la denuncia. Muchos fotógrafos de ese tiempo denominan su trabajo como de lucha contra la dictadura. Esa fotografía de carácter político marcó la producción visual chilena”, explica José Pablo Concha, académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile y fotógrafo.

Junto a él trabajan los también fotógrafos e investigadores Carla Möller y Hugo Angel. Ellos explican que durante la transición existía una percepción de que en nuestro país no ocurría mucho a nivel fotográfico y cultural. Sin embargo, a partir de los estudios y entrevistas que han realizado a fotógrafos, críticos y académicos de la época han constatado que existe una generación de creadores y fotógrafos documentalistas no visibilizados, quienes desarrollaron una producción artística durante esa época importante de considerar.

Esta menor visibilidad se debía, en parte, a la falta de espacios dedicados a la fotografía donde exponer sus trabajos, y lugares como los museos no estaban tan abiertos a esta disciplina por lo que existían pocas posibilidades para dar a conocer las nuevas generaciones de creadores. También las revistas y medios de comunicación que los difundían eran escasos. A diferencia de lo que ocurre en la actualidad.

Sin embargo, aún en este contexto en los 90 empiezan a darse cambios. Jóvenes que quieren dedicarse a esta disciplina comienzan a estudiarla formalmente en escuelas especializadas en este ámbito.

Conociendo a esta generación

Un punto importante en la investigación fue definir quiénes integraban esta generación de los 90 y determinaron que serían fotógrafos que se iniciaron en esta disciplina en esa época y que desarrollaron obras en ese tiempo.

En este proceso fueron encontrándose con numerosos fotógrafos que desarrollaron su obra en Santiago. Entre ellos Andrea Ayala, Javier Godoy, Aliosha Márquez, Ginette Riquelme, Hernán Azócar, Marcela Contardo, Eduardo Verdugo, Luis Hidalgo, Maglio Pérez, Ulises Nilo y Víctor Ruiz.

Descubrieron su obra y los matices en los distintos momentos de la década. Si bien la fotografía en la primera parte de los 90 seguía teniendo una impronta más clásica en el tratamiento de los temas y de registro, las situaciones que empiezan a interesar a los creadores de esta generación cambian. “Su motivación gira hacia lo social desprendido del discurso político explícito. Se produce un cambio en el que el foco ya no es la dictadura, sino que mostrar otras realidades y problemas sociales. Surge el interés por registrar realidades como por ejemplo, la vida en los hogares de ancianos; en los hospitales psiquiátricos; la pobreza; el circo; los gitanos, la noche santiaguina. Se busca fotografiar la marginalidad sin perder el tono documental. Hay una mirada desde otro ángulo”, sostiene el profesor Concha.

La presencia del autor

En la segunda mitad de la década se empieza a observar una mayor libertad y expresividad en la obra de los creadores y también en quienes enseñan la disciplina. Una dimensión importante que aparece con nitidez es la fotografía de autor. “La potencia de lo autoral está en la fotografía, sobre la narración que se construye en ella y el referente es quien la realizó, no lo fotografiado. El creador deja de depender del referente. Comienza a haber una liberación de los parámetros rígidos de uno fotografía testimonial y las estéticas empiezan a soltarse, lo que no era tan aceptado por la generaciones anteriores. Van incorporando la subjetividad tanto en los temas como en las imágenes; una muestra es que el error fotográfico se transforma en un recurso estético. Nuestra tesis es que esa subjetividad que aparece en los fotógrafos de los 90 va a permitir el cambio que se produce en los 2000. Se necesitó de esa generación para poder dar un salto a algo diferente”, destaca José Pablo Concha.

Hay más posibilidades de explorar y surge una fotografía de carácter más antropológico y sociológico, que si bien estaba presente en fotografías de los años 50 y 60, en este tiempo se aborda de un modo y con una estética diferente.

En síntesis, esta investigación releva el aporte de los creadores documentales de los 90 a la fotografía chilena y contribuye a difundir su obra.

Como una forma de dar a conocer su trabajo, para este año se realizará una página web dedicada a ella y en el futuro contemplan llevar a cabo una exposición fotográfica y un libro.

(Continúa en la página 14)

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