Mark (izquierda) y Rick (derecha) observando los objetos de su padre.

En julio de 1969, la revista Newsweek fue enviada a la casa de la familia Armstrong.

Armstrong llevó esta insignia de la misión Gemini 8 (de oro de 14 quilates con diamantes) al espacio y luego la regaló a su esposa.

DALLAS.— En julio de 1969, Rick Armstrong tenía 12 años y le gustaba batear pelotas de béisbol en las ligas menores de Houston (Texas), por lo que fue seleccionado para participar en el juego de estrellas. Pero no pudo hacerlo, porque estaba en cabo Cañaveral, en Florida, para ver a su padre, Neil Armstrong, despegar en un cohete hacia la Luna. “No me sentí feliz”, cuenta Rick, ahora de 61 años.

Conforme se acerca el cincuenta aniversario del lanzamiento de la misión Apolo 11, Rick y su hermano Mark, de 55 años, subastarán alrededor de tres mil objetos que pertenecieron a su padre, quien murió en 2012. En el proceso están recordando momentos de su infancia y el legado de su padre como la primera persona que caminó en la Luna.

“Intelectualmente, lo entiendo”, dijo Rick. “Pero internamente no estoy seguro de que algún día lo comprenderé. Es solamente mi papá”.

La mayoría del material estuvo guardado en sótanos durante décadas. “Debíamos asegurarnos de mantener los objetos en buenas condiciones”, dijo Mark.

Podían haberlo donado todo a un museo o a una universidad, pero la mayoría de los artículos permanecerían en cajas, sin ser vistos ni estudiados. En una subasta, cada objeto es investigado para que los compradores sepan qué compran y las fotografías de cada pieza están disponibles. “Eso significa que la historia del objeto es preservada para que cualquiera la investigue”, dijo Mark.

El primer lote de alrededor de 800 artículos será subastado el 1 y 2 de noviembre en Dallas, Texas. Algunos están siendo exhibidos en la casa de subastas Heritage Auctions en Nueva York.

Aunque muchos astronautas de la NASA han subastado artículos desde hace décadas, “Neil Armstrong nunca lo hizo”, dijo Michael Riley, director de exploración espacial de la casa de subastas. “Nadie sabía qué tenía o qué conservó”.

Mark admite que no fue una decisión fácil vender las pertenencias de su padre. “Es algo con lo que luchamos”, dijo. “¿Papá estaría de acuerdo?”.

Aunque los astronautas eran celebridades nacionales en los sesenta, Rick recuerda su vida como “normal, creciendo en los suburbios”. Su madre, Janet, daba clases de nado sincronizado. La familia solía cenar a la misma hora cada noche. A veces, su padre llegaba a casa a tiempo. Otras veces, estaba de viaje en asuntos relacionados con la NASA. Y siempre había énfasis en sacar buenas calificaciones.

Vacaciones en Acapulco

Para las vacaciones familiares volaban a Acapulco (México) en un pequeño avión privado de los que eran copropietarios. “Él lo pilotaba”, recordó Mark. “Mamá se sentaba en el asiento del copiloto y nosotros en la parte trasera”.

La primera misión espacial de Neil Armstrong (Gemini 8) casi terminó en desastre. Fue la primera vez que astronautas estadounidenses se acoplaron exitosamente con otra nave espacial en órbita. Pero uno de los impulsores a bordo falló y la nave giró cada vez más rápido.

Con los astronautas al borde de perder la conciencia, Armstrong apagó los impulsores y lentificó los giros mediante el sistema de respaldo. Fue hasta años después que Rick y Mark supieron lo cerca que estuvo su padre de morir ese día. “No entendíamos el riesgo. No comprendíamos la complejidad de lo que trataban de hacer”.

Por supuesto, los astronautas entendían los peligros y los seguros de vida no estaban disponibles para los astronautas. Eso llevó a las “coberturas de seguro” para cada misión.

Antes del despegue, los astronautas autografiaban sobres conmemorativos que permanecían en la Tierra, una red de protección financiera para que sus familias los vendieran si la tragedia ocurría en el espacio. “Nunca nos preocupamos si papá regresaría o no. Él solo estaba en un vuelo. Era como si viajara en un avión, un viaje de negocios a la Luna. Realmente era así”, recuerda Mark.

Para la misión Apolo 11, el interés de los medios se incrementó. Eso incluyó a un reportero de la revista Life que cubrió las actividades de la familia Armstrong durante meses. Los hogares de los astronautas se convirtieron en centros de reunión en los que las personas llegaban y salían todo el tiempo. El 20 de julio de 1969 “había más personas en la casa que durante los días previos”, dijo Mark, quien tenía 6 años en ese entonces.

Recordó que su padre y Buzz Aldrin alunizaron a finales del mediodía. “Comí algo y dieron las nueve de la noche o algo así”, dijo, y después se fue a la cama. Su madre lo despertó para ver la caminata lunar en el televisor de 26 pulgadas en la sala. “Creo que era el televisor más grande que se podía conseguir en ese entonces”, dijo Rick, quien tenía 12 años.

La bandera más famosa a bordo del Apolo 11 fue la que Neil Armstrong plantó en la superficie lunar. Pero los astronautas también llevaron otras más pequeñas, como parte de múltiples recuerdos empacados para el viaje. En la subasta de noviembre, una de esas banderas estadounidenses (de 45 por 29 cms) se espera que atraiga las ofertas más grandes y se venda por 300.000 dólares o más.

Un día después de alunizar, los astronautas del Apolo 11 abandonaron la Luna y comenzaron el viaje de regreso a casa.

Después de amarizar en el Pacífico, pasaron varias semanas en cuarentena para asegurarse de que no habían traído nada peligroso de la Luna.

Tras eso Amstrong y su familia se mudaron a Bethesda (Maryland), ya que asumió un cargo de liderazgo en los cuarteles de la NASA. Y luego se cambiaron a Ohio, donde se convirtió en profesor en la Universidad de Cincinnati. Allí compraron una granja para tener algo de privacidad.

No obstante, ser el primer hombre en la Luna aparentemente no fue suficiente para tener una tarjeta de crédito de Diners Club. Armstrong la solicitó en 1974 y fue rechazado.

Los hijos finalmente siguieron sus propios caminos. Mark es un desarrollador de software. Rick estudió Biología Marina y se convirtió en entrenador de animales, antes de unirse a su hermano en una empresa emergente de software.

“Muchas veces el hijo quiere superar al padre. Aprendí a muy temprana edad que eso no iba a ser algo por lo que me tendría que preocupar. El primer hombre en Marte sería probablemente la única oportunidad que tendría y no es un objetivo realista”, dice Rick.

En los años posteriores, Neil Armstrong se retiró casi por completo de la vida pública, por lo que se le tildó de ermitaño. “Pero él era muy gracioso”, dijo Rick.

Mark recordó haberlo acompañado a una conversación en la Casa de la Ópera de Sydney en 1977. Neil Armstrong, afirmaba el programa, no se ejercita porque piensa que cada persona tiene un número específico de latidos del corazón y no quería desperdiciar ninguno (algo que había dicho en broma en 1969 a la revista Life).

Mark cuenta que su padre subió al escenario y dijo: “Antes de comenzar, quiero aclarar algo”. Se quitó la chaqueta, se tiró al piso para hacer veinte planchas, se paró, se puso su chaqueta y, sin realizar más comentarios, comenzó su charla. “Estaba más orgulloso de él después de esas planchas que después de que fue a la Luna”, dijo Mark.

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