Giovana millalen

Los seis tatuajes que tiene Daniela Asenjo en su cuerpo están dedicados al boxeo: una leona, en alusión a su apodo sobre el ring; una leyenda que reza “crecer y luchar”; imágenes de peleadores y un par de guantes.

“Leona por lo aguerrida. Soy frontal, presionar siempre y no esperar”, cuenta Daniela.

Con 27 años, logró la semana pasada una de las dos metas que se ha propuesto en el pugilato, obtener una corona internacional: levantó el cinturón como campeona latinoamericana de la AMB en Supermosca (52 kg.), al derrotar por nocaut (el primero de su carrera) a la panameña Carlota Santos. El siguiente paso es ser campeona mundial.

Pero su infancia en Valdivia no estuvo ligada a un ring. “Comencé a hacer deportes a los 18 años recién, cuando salí de IV medio. Tenía una vida muy sedentaria, incluso era gordita (70 kilos con 1,58 de estatura). Todo el tiempo se me iba entre el colegio y la música, tocaba violín”.

Comenzó a tocar este instrumento a los 7 años, cuando ingresó a la escuela de música Juan Sebastián Bach, donde cursó la enseñanza básica. “Toqué en la orquesta sinfónica juvenil Juan Sebastián Bach y en la de cámara en Valdivia, también en algunas agrupaciones de música española, folclore y hasta rock. El violín me permitió ser constante y disciplinada en el box. Me pasaba hasta cinco horas practicando, más las clases técnicas de violín y los estudios normales”.

—Ignacio Beristain, uno de los grandes entrenadores de la historia del box, decía que la música clásica lograba disipar la tensión después de una pelea.

—Es cierto. Yo sigo tocando violín, es una terapia que sirve mucho. La música es una efectiva vía de escape. De vez en cuando me invitan a tocar a algún casamiento, bautizo e incluso en funerales. Lo hago por la buena, no por dinero.

“El examen final lo envié desde el Monticello”

“En el colegio siempre fui defensora de los débiles. Cada vez que alguien tenía un problema, yo lo defendía. Era bien parada de la hilacha. Tenía una personalidad bien fuerte”, cuenta Daniela.

Una cosa es tener carácter fuerte y otra es saber pegar.

—Con mi hermana mayor éramos fanáticas de la lucha libre, y siempre jugábamos a pelear. Éramos bien brutas. Nos pegábamos fuerte, jugando. Siempre tuve mucha fuerza, tenía esa chispa para pelear, por eso opté por deportes de contacto.

—Entiendo que tu abuelo fue una gran influencia.

—Sí, él boxeó durante su servicio militar. Cuando era chica, me enseñó a lanzar golpes y esquivarlos. Además, me llevaba a las peleas. A los 19 años comencé a pelear como amateur y mi abuelo, con 90 años, me iba a ver con su cojín. El 2012 falleció, el mismo año que comencé como profesional.

—¿Y tu papá?

—Siempre me ha apoyado, pero me confesó que cuando peleo, los nervios lo matan, porque somos tres hijas y siempre será complejo verme en un ring, Le da miedo, aunque ya entiende mejor que hay preparación y estrategia en el combate.

Cuenta que al principio no fue fácil encontrar club para entrenar en Valdivia: “Me acerqué a una escuela de boxeo y me dijeron que no entrenaban mujeres porque no era un ambiente propicio para nosotras. Me pasó varias veces”.

Tres años después de eso, entró al club KO, donde conoció a Alejandro Concha —su pareja hace 10 años—, quien la entrenó en kickboxing y box. Asenjo fue campeona nacional y sudamericana de kickboxing y desde el 2012 es boxeadora profesional, con 12 combates disputados; 8 victorias, dos derrotas y dos empates.

Estudió psicopedagogía, carrera que ejerció hasta marzo de este año en Hampton College de Valdivia: “Era un trabajo estable y bueno, pero si no me decidía ahora por boxear a tiempo completo, nunca iba a saber cuánto puedo lograr. Me tuve que arriesgar y renuncié. Varias veces llegué con moretones al colegio, pero mis colegas sabían que yo boxeaba, así que nunca pensaron otra cosa. Además, me maquillaba para taparme un poco”.

Acaba de terminar un postítulo en Trastornos conductuales y déficit atencional. “Lo hice por internet, por la falta de tiempo. El examen final lo envié desde el Monticello, antes del pesaje de la pelea por el título latinoamericano. Tuve que llevarme mis libros y todo para hacerlo desde la habitación”.

—¿Te planteas ser mamá?

—Mi idea es extender mi carrera hasta los 33 años y después de eso dedicarme a la opción de la maternidad, las dos cosas requieren máxima dedicación. Además, quiero entrenar a mujeres. Estoy en la edad precisa para alcanzar mis mayores logros. De aquí a cinco años podría llegar a un título del mundo.

“Comencé a hacer deportes a los 18 años recién. Tenía una vida muy sedentaria, incluso era gordita”, dice Daniela.

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