Las personas deben entender que tienen que coexistir con la güiña, por sus beneficios en el control de roedores”.

Jerry Laker, Fauna Australis

Guigna Araucanía

Constanza Napolitano (38), veterinaria y doctora en Ciencias de la Universidad de Chile, tiene un currículum escaso: es especialista en felinos salvajes y de pequeño tamaño. Lleva 14 años investigándolos en una tarea que se hace cuesta arriba por sus características: difíciles de avistar y de capturar para observarlos.

Fue su tesis de pregrado, en 2004, la que la impulsó hacia estos animales. Primero se enfocó en el gato andino, “aunque suene raro, no se sabía nada”. Para ello pasó seis meses en el altiplano, siguiendo la pista de los felinos, apunada a más de 3 mil metros de altura, mientras escalaba cerros y entraba a cuevas en busca de heces para obtener información. A veces dormía en una escuela; otras en un refugio de la Conaf, experimentando la misma vida de los felinos que estudia: un calor insoportable de día y un frío extremo de noche.

Pero su interés por los felinos salvajes no quedó ahí. Ella es parte de un puñado de científicos (calcula que no son más de cinco en el país) dedicados exclusivamente a investigar a la güiña (Leopardus guigna), el felino más pequeño de América y uno de los más diminutos del mundo, aclara la investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad de la Universidad de Chile. Hoy lidera un proyecto pionero para su conservación, financiado por National Geographic, luego que la especie (la mayor población está en Chile y una menor en Argentina) fuera declarada “vulnerable”.

Ese estado, explica, significa una alerta roja. Esto, porque de no mediar un programa que ponga freno a sus muertes —por disparos o golpes de campesinos, atropellos en carreteras y agresión de perros—, su situación podría llegar a “peligro de extinción”.

Su estigma de ladrona oportunista la ha llevado a esta situación crítica: la baja de su población se debe, entre otros factores, a sus asaltos a gallineros. “Somos los humanos los que nos hemos acercado a su hábitat, el bosque. Las personas deben entender que tienen que coexistir con la güiña. Tiene muchos beneficios en el control de roedores y las enfermedades que éstos transmiten, como el virus hanta”, dice Napolitano.

Del altiplano al bosque nativo

Así como al gato andino llegó por su tesis de veterinaria, Constanza puso el foco en la güiña para su doctorado.

Especializarse en felinos salvajes tiene un desafío. “Pocos los ven. En 2004 estuve en la primera captura de un gato andino, en Bolivia. Tocarlo, verlo en vivo y observarlo salir corriendo, es emocionante”.

En la güiña lleva concentrada 12 años. A diferencia del gato andino, su avistamiento es relativamente más común. Aunque no tan frecuente tampoco: “Siempre ella verá primero al humano”. Su peso aproximado es de 1,9 kilos, lo que equivale a la mitad de un gato doméstico. Las hay café con pintas y otras negras que “parecen una panterita”.

Su interés partió por sus particularidades. “La existencia de la güiña está estrechamente asociada al bosque nativo, en la zona centro y sur del país. Y era importante averiguar cómo le impacta la tala de árboles y la construcción de carreteras a una especie que depende del bosque”.

El resultado de su investigación fue una noticia triste: la intervención humana impacta directamente en la güiña.

El proyecto de conservación partirá en noviembre, y se aplicará en siete regiones del país. Entre sus medidas está reforzar los gallineros de los campesinos, entregar educación ambiental; vacunar y esterilizar a perros y gatos (para evitar sus ataques) y señalizar en la carretera el cruce de fauna.

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La Corte Suprema acogió un recurso de protección que presentó un iquiqueño en contra una usuaria Facebook, y obligó a esta última a eliminar los mensajes de funa que había publicado en esta red social.

El caso se inició el 15 de junio pasado cuando las partes coincidieron en el local nocturno “Rincón Huachaca”, de Iquique. Ya en la madrugada hubo un incidente entre ambos: la mujer dice que fue víctima de tocaciones de connotación sexual, mientras que el hombre asegura que fue un accidente que provocó una caída que ocasionó que tocara partes del cuerpo, situación que está siendo investigada por la fiscalía local.

Tras el hecho, la mujer hizo una publicación en Facebook, relatando lo ocurrido además de algunos insultos contra el iquiqueño y un video de esa noche donde se veía el rostro del hombre, además de una imagen de un mensaje privado que este último envió y donde aparecían sus datos personales. Hasta el inicio de la tramitación del recurso en la Corte de Apelaciones de Iquique, a fines de junio, la publicación tenía 100 comentarios y 115 compartidos.

Según el máximo tribunal, “las expresiones” realizadas por la mujer “resultan desdorosas, pudiendo afectar la consideración que terceras personas tengan o puedan formarse de él (iquiqueño)”.

Mensajes de funa fueron publicados en Facebook.

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