La cultura ecológica del ingeniero naval Rodrigo Muñoz (40) proviene de su formación en la Escuela Naval. “Navegando por nuestro país durante ocho años pude observar la enorme contaminación a nuestro océano, con playas literalmente repletas de desechos plásticos. Mientras realizábamos ejercicios militares no estaba permitido dejar ningún tipo de residuo; desde entonces comencé a trabajar mi cultura ecologista”, cuenta.

Muñoz, con un MBA en Administración de Empresas en la universidad de Talca (2009), es de Curicó. “En la década del noventa se avistaba la llegada de productos de plásticos. Ya se presagiaba lo mal que estábamos utilizando indiscriminadamente bolsas y productos desechables plásticos”, recuerda.

Su pasión conservacionista y su interés social lo llevaron a crear hace un año la red de sustentabilidad social “Sostiene”. “Nos convertimos en el primer emprendimiento que elabora bolsas sustentables y que brinda trabajo a emprendedores de sectores de escasos recursos”, comenta.

De sacos a bolsas de yuca

Este proyecto (sus productos se adquieren en sostiene.cl), se comenzó a gestar en 2014 cuando tomó relevancia la posibilidad de eliminar por ley el uso de bolsas plásticas. “Quisimos darle un sentido social a este nuevo cambio cultural que se aproximaba”, cuenta.

Para crear esta iniciativa, comenzó a buscar nuevas alternativas en su ciudad natal. Una de ellas la encontró comprando en una feria libre en Curicó. Hasta allí llegó al recordar que cada fin de semana de su niñez compraba con sus padres bolsas de saco para frutas y verduras. “Eran las bolsas de harina que desechaban las panaderías”, dice.

Así, hace dos años logró encontrar a una de las fabricantes más antiguas de estos sacos, quien vive en la comuna de La Pintana. Ella, con un grupo de vecinas confeccionaban las bolsas de saco artesanalmente en sus casas. Muñoz aprovechando su experiencia en el retail y el talento de estas artesanas, en marzo de 2018 creó “Sostiene”. Al poco tiempo, con la promulgación de la ley que prohibía las bolsas plásticas, reconsideró cambiar el material de sus productos. “Las bolsas de saco que fabricábamos, al ser de polipropileno, derivaban del petróleo, al igual que el material TNT o tela no tejida que contenían nuestras bolsas”, explica.

Así, decidieron relanzar una segunda línea de productos esta vez junto a un grupo de inmigrantes peruanos con experiencia como costureros en telas de algodón, quienes se sumaron al equipo de las artesanas de La Pintana. “Estas bolsas reutilizables están fabricadas de algodón y son 100% hechas en Chile”, cuenta.

“Sostiene” creció y en mayo de 2018 lanzó su tercera línea de productos. Para ello estableció una alianza comercial con Avani Eco, empresa social de Indonesia que fabrica bolsas de resina de Yuca, hidrodegradables y biodegradables. “Estas bolsas tienen como materias primas la cáscara de Yuca, maicena, caña de azúcar y algas. Naturalmente desaparecen en cien días, a diferencia de los sacos plásticos que pueden tardar 400 años en dejar de existir”, explica.

Rodrigo cuenta que de Indonesia también trajeron bombillas de papel y de caña de azúcar, envases, vasos y cubiertos, cero por ciento de plástico. “Generamos un mix de productos para crear un real cambio en el uso de los productos derivados de polímeros. Con esto ayudamos a tener campos, ciudades y océanos más limpios”, enfatiza.

—¿Ha cambiado la cultura nacional con la ley que prohíbe las bolsas plásticas?

—El chileno está en un proceso de cambio y acepta que se eliminen todos los productos derivados del petróleo. Sin embargo, como país todavía no estamos preparados para asumirlo, pues no existen plantas de compostaje industrial. Nuestros productos al no ser de polímeros se compostan de manera natural sin dejar trazas de plástico. Este cambio requiere no solo una actitud distinta, también un cambio económico en las empresas. Esto, pues todos los productos ecológicos son cerca de un 40% más caros que los fabricados de polímeros y es difícil traspasar ese costo al cliente final.

—El mundo está girando hacia una vida más ecológica.

—Así es y las nuevas generaciones entienden que este cambio es fundamental. Chile ya entró en este sistema, falta no solo la conciencia, sino también la voluntad para tener un país con los mismos estándares europeos. Yo practicaba deporte aventura y visitando Europa constaté que es posible vivir en una ciudad y campos libres de desecho plásticos. Por eso decidí tomar la cultura de reciclaje y cuidado del medio ambiente para enseñarles a mis hijos y cooperar con un granito de arena. Es fundamental asumir la extinción de las bolsas plásticas con una actitud de reutilización ciudadana. Con el fin de las bolsas plásticas ganamos un país más limpio, con océanos libres de plásticos y campos sin trazas de polímeros.

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