Se muestran todas estas estatuas de

la historia con emociones, de carne y hueso”.

Pablo Concha Ferreccio

Editor

El talante formal de José de San Martín se desmoronó frente a los ojos de Vicente Pérez Rosales cuando el escritor chileno nacido en 1807 le notificó el fusilamiento de los hermanos Carrera.

Tal como está narrado en “Recuerdos del pasado 1814-1860”, el argentino rompió en cólera frente a la noticia.

“Se muestran en el libro todas estas estatuas de la historia con emociones, de carne y hueso”, señala Pablo Concha Ferreccio (31), editor a cargo de la reedición de este clásico de que se lanza este jueves, por Tajamar Editores, y que retrata un trozo del siglo XIX a través de un relato testimonial que se aventura dentro de la sociedad chilena, la fiebre del oro en California y las calles de París.

Se trata de una entrega que incluye los prólogos históricos de Benjamín Vicuña Mackenna (1882), de Luis Montt (1886), y el que Manuel Rojas firmó en Cuba para Casa de las Américas (1972). Asimismo, se suman enmiendas del escrito publicado por primera vez en 1882 y un listado de referencias culturales y términos en desuso utilizados por Pérez Rosales.

Difícil es separar, esta vez, al autor con su producción.

“Rara vez se habrá dado tal compenetración de un hombre, un libro y un país. Cada uno está en el otro y resulta imposible nombrar a cualquiera sin aludir a los demás”, apuntó Alone al respecto en 1973.

Biográficamente, Concha detalla que se trató de un “hombre de acción” y no un intelectual. Un sujeto nacido en una familia fundadora, que se codeó con el dictador Juan Manuel de Rosas, que recorrió el mundo buscando riquezas —pero le fue mal— y regresó para hacer lo que se esperaba “naturalmente” de él: ser uno de los constructores de la patria. Seguir construyendo nación en un contexto en que Chile quería insertarse en las naciones occidentales mientras se encargaba de la colonización alemana del sur.

El editor —que estudió Letras y un magíster en Estudios Latinoamericanos— sostiene que Pérez Rosales va de contradicción en contradicción. Lo cual puede verse, por ejemplo, en su apoyo a los migrantes, pero alemanes, y en ejes temáticos como el progreso y lo indígena.

“Hay un fondo bien humano y universal en sus páginas. No obstante, por un lado tiene un sentido poético de la naturaleza, pero por otro no tiene problemas con arrasarla si se trata de un fundamento de riqueza para el país”. Y complementa: “Cuando rescata a los indígenas lo hace desde un punto de vista nacionalista, como asimilados a la identidad chilena. Lamentablemente, aun cuando puede ser muy empático con las formas de vida distintas, también justifica la esclavitud. Tiene una idea republicana de chilenidad que vale la pena no abrazar completamente, pero sí rescatar algunos aspectos como el servicio público, el cosmopolitismo y la idea de comunidad”.

“Los nacionalistas rescatan su cuna”

Sobre el narrador de la sociedad chilena, de la fiesta, la fonda y la cueca, el editor explica que esta es una pieza que ha levantado el interés tanto de la política de izquierda como de derecha. “Él estaba en una tradición oficialista: Vicuña Mackenna, Luis Montt, Alone son sus prologuistas. Los nacionalistas rescatan más su cuna: en tanto, la izquierda enfatiza la potencia que tiene el libro y como resonaba en ellos una idea de libertad y de independencia humanas a través de una prosa muy apasionada, centrándose más en la escritura y no tanto en la persona del autor”.

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