Rosa Markmann. Acción social y progresismo (1946-1952)

Fue una de las primeras mujeres en visitar la Antártica y su figura fue reconocida a nivel internacional, no solo en el período en estudio, sino que desde antes, cuando acompañaba los primeros pasos de su esposo como embajador en Brasil y Francia. Sin embargo, su figura no ha tenido la atención suficiente en las investigaciones académicas.

Por esto, creemos que estudiar su labor social y política contribuye a la comprensión de la historia de las mujeres en el espacio público y permite rescatar su papel como actuante de la historia de Chile.

Visibilidad de lo femenino

Uno de los rasgos que van a caracterizar el siglo XX es la irrupción de las mujeres en espacios que tradicionalmente habían sido considerados masculinos.

Rosa Markmann Reijer, en su rol de primera dama, destacó no solo por su belleza inigualable, sino que principalmente por su visión del rol de la mujer en la sociedad, ya que junto con impulsar el reconocimiento de los derechos políticos que le correspondían, recalcó la función insustituible de la mujer en la familia y en su desarrollo.

La acción política y social serán dos elementos que definirán la gestión de Rosa Markmann como primera dama de Chile entre los años 1946 y 1952. Su visión de la mujer y la familia la llevaron a esbozar un discurso marcado por la defensa de sus derechos.

Desde el inicio del período presidencial de González Videla, reconoce que un tema prioritario por el cual va a trabajar es combatir la situación de opresión en la cual éstas viven, puesto que considera que una de las vías para solucionar los problemas que asolaban el país era a través de la participación de la mujer en la contingencia nacional, y así lo manifiesta en la entrevista dada al Suplemento En Viaje el año 1946: “ En el programa de Gabriel, se consulta darle a la mujer más campo de acción; que llegue donde debe llegar, con la capacidad que tiene, para que pueda cooperar con el hombre en los grandes problemas (…)”.

Esto queda registrado también en el discurso pronunciado en Nueva York, con motivo de la ceremonia en donde se le confiere el honor de ser «Madre del mundo para 1952»: “(…) Grande y bella, es pues, la misión que hoy tenemos las mujeres frente a un mundo convulsionado, que amenaza peligrosamente la estabilidad espiritual, moral y material de nuestros hogares y la vida de nuestros hijos.

Es por eso que debemos estrechar más nuestros corazones, hacer más fuertes y solidarias nuestras voluntades, vivir más unidas nuestros propios triunfos, desgracias, miserias o incomprensiones, para poder servir mejor a los grandes ideales que constituyen la base granítica en que descansan dos mil años de civilización cristiana (…)” (El Mercurio, 10.05.1952).

Como primera dama, trasladó su oficina al Palacio Presidencial y desde ahí dirigió sus actividades entre las que destacan la creación de la Asociación de Dueñas de Casa como acción complementaria a las políticas iniciadas por el Presidente; el Comité de Navidad, para brindar juguetes y ropa a los niños pobres, y la Fundación de Viviendas de Emergencia, con el fin primario de readaptar al medio social a las familias que vivían en conventillos.

También tuvo un rol activo en la promulgación de la ley que protegía a las madres embarazadas, la modificación del Código Civil para que se declarara la mayoría de edad femenina y en la promulgación de la ley que daba derecho al voto femenino.

Estado-madre

La gestión de Rosa Markmann se enmarca dentro de un sistema de protección social, donde la filantropía y la beneficencia hacia los sectores marginados se configuraban como una medida para afrontar los efectos de los problemas socioeconómicos y como campo de acción femenino en la medida en que posibilitaba la mediación de lo público hacia lo privado.

El conocimiento de la problemática social y económica que padecían las mujeres y familias chilenas provenía de su experiencia acompañando al Presidente en los viajes a lo largo del país, pero también de la correspondencia que diariamente recibía.

Estas cartas, que hoy se encuentran compiladas en el Fondo Gabriel González Videla de la Biblioteca Nacional, contienen una serie de solicitudes que formularon mujeres en el contexto de una creciente inflación, carestía, desempleo y conflictos laborales (Godoy, Díaz, Mauro). Un ejemplo de ello —se conserva la ortografía— es la carta recibida el 2 de diciembre de 1946 desde la ciudad de Antofagasta:

“Nosotras como dueñas de casa comprendemos mejor que nadie esta apremiante situación, viendo que no alcanzaron los sueldos para vivir y muchas veces estar nuestros esposos solicitando dinero a usureros que prestan con el 20% mensual, para poder alcanzar de pagar las cuentas mensuales; que si no, no fían más, con daño para nuestras familias” (Archivo, diciembre 1946).

La gestión de la primera dama en pro de las mujeres y de las familias chilenas parte del reconocimiento que la crisis económica se había manifestado en escasez de productos de primera necesidad, frente a lo cual los comerciantes sacaron ventaja, desencadenando una especulación la cual se habría mantenido por años en total impunidad.

Como corolario, las familias chilenas “han tenido que soportar todos los abusos y las humillaciones sin hallar a quién clamar, suplicando que les vendieran lo necesario para el sustento diario de sus familias” (La Nación, viernes 5 de septiembre de 1947).

Esta tarea no era fácil, y por ello es recurrente encontrar en sus discursos un llamado a la participación de las mujeres en la vida pública. Entendía que cada mujer, desde diferentes tribunas, debía participar. Así, unas serían embajadoras, otras irían a trabajar por la infancia o por las mujeres abandonadas, reconociendo que sin su apoyo era imposible revertir la situación del país:

“Para ello será necesario movilizar a todas las mujeres de buena voluntad, uniéndolas en un esfuerzo común, porque no habrá nada más hermoso, bajo el cielo de nuestra patria, que un ejército de madres, de esposas, de hijas, luchando fervorosamente por salvar al país de este enorme lastre, de incomprensión, desidia y espíritu de comodidad que hasta hoy ha postergado una mayor superación nacional” (Morgan, 64).

Los problemas que identifica Rosa Markmann y que se plasman también en el epistolario, no solo se circunscriben a las familias proletarias, sino que también a las de clase media y en particular a las mujeres, quienes eran las responsables del hogar familiar, llevándolas a “aparentar un bienestar que no pueden obtener con sus recursos y viven continuamente el drama tremendo de no tener nunca, con sus entradas, tranquilidad” (Morgan, 63).

Las peticiones que contienen las cartas son variadas y revelan la magnitud de la crisis en la que vive la población. Desde solicitudes de juguetes e implementos deportivos y musicales, hasta oportunidades laborales, siendo estas últimas las más recurrentes.

Víctor Rocha (2001), al estudiar a las mujeres en la construcción del Estado Benefactor, indica que este epistolario revela que en el período de estudio, las ideas de género se manifestaron en la conceptualización del Estado y en el papel de la primera dama, puesto que el Estado, simbolizado en la figura del Presidente y como “imagen de lo masculino”, encarnará al padre proveedor que entrega seguridad a todos sus miembros, y el arquetipo femenino se personificó en el accionar social y político de la primera dama.

Así, “el Estado-madre, desde su vientre acogedor, asegurará el orden cultural (la familia) y el vínculo entre la sociedad (los hijos e hijas) y el Estado o lo Político (el padre)”.

Esta relación entre Estado-Madre y Estado-Padre se puede identificar en la carta de Mercedes Rivera y en los discursos de los funcionarios de gobierno que son recogidos por la prensa.

Las palabras del ministro (Holger, 05.09.1947) y las cartas de las mujeres, en su mayoría de origen humilde, develan que el arquetipo femenino se personificó en el accionar político y social de la primera dama y que el Gobierno contribuyó a que esa imagen penetrara en el imaginario colectivo de hombres y mujeres de los sectores populares. Así, Rosa Markmann es la representación de la femineidad ejemplificadora, que velaba por la vida de los más débiles.

Un nuevo rol de

la mujer chilena

Baldomero Estrada (en Fermandois y Stuven) revela un marcado tránsito desde la familia patriarcal a una estructura moderno-industrial, que habría abierto espacios para una amplia inserción femenina en el ámbito laboral, que se ha traducido en una mayor independencia, transformando radicalmente el matrimonio, incrementándose situaciones de convivencia y familias en donde el jefe del hogar es la mujer.

Esta transformación queda plasmada en el discurso de Rosa Markmann, quien postula que grande es el desafío que enfrenta la mujer chilena. Por un lado, asumir un nuevo rol en el mundo laboral para velar por la subsistencia de su familia y por otro, luchar contra el desamparo al cual se ven enfrentadas cuando sus esposos desatienden sus responsabilidades (…)

Así, lo que postula es que el nuevo rol de la mujer las ha llevado a una situación de incomprensión, por parte de sus mismos esposos y por la sociedad, quienes demandan de ella seguir cumpliendo su tradicional rol como amas de casa.

Es común denominador encontrar en dichas cartas una particular cercanía con la primera dama, con calificativos como “madrecita del pueblo chileno” (06.12.1946), “respetada señora Rosita” (agosto 1946), “mi querida y respetada señora” (agosto 1946),“respetada primera dama de Chile” (septiembre 1946), “señora de nobles sentimientos” (mayo 1946) y también reconocerla como una intermediaria para que su clamor llegase a oídos del Presidente.

Estas cartas se dirigieron a la primera dama en su calidad de intercesora con el poder, con la finalidad de solicitar soluciones a los problemas que los afectaba. Así, para Rocha en su rol político-asistencial, “Miti” como la llamaban cariñosamente, “fue dando vida al mito mariano, fundamento de la identidad femenina a imitar por sus hermanas y las visitadoras sociales” (Rocha), y esta imagen le fue confiriendo, a su vez, autoridad y competencia en la realización de este rol de mediación y actualización de los vínculos entre el Estado y los sectores más pobres.

La acción de corte social también incluyó la creación del Comité de Navidad, con el propósito de organizar la entrega de juguetes a los niños más desposeídos. Las noticias de la creación de este comité recorrieron el país y rápidamente llegaron a su domicilio particular cientos de cartas solicitando la ampliación de la cobertura de dicho comité.

Las respuestas a dichas solicitudes revelan el reconocimiento por parte de la primera dama de la necesidad de ampliar su acción, y para ello insta a las autoridades locales a organizarse y crear en cada provincia un Comité de Navidad Provincial con el apoyo de las dueñas de casa, directores y profesores de escuela (12.12.1946), con el propósito de recolectar fondos para la compra de juguetes y ropa para los niños (12.12.1946).

La participación de Rosa Markmann en el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres fue clara. Julieta Kirkwood, en su investigación acerca del movimiento feminista en Chile, expone que el gobierno a través de la Asociación de Dueñas de Casa, liderada por la primera dama, no solo pretendía enseñar a las mujeres a ser consumidoras conscientes y actuar en concordancia con un Comisariato Nacional, sino que “sirvió como medio de formación política para el radicalismo, partido que tradicionalmente había contado con un significativo segmento femenino. Su aporte principal a la lucha por el voto estuvo en el apoyo prestado a la FEChIF y por la movilización y presencia pública de sus miembras (sic)” (Kirkwood, 131).

Palabras finales

Es importante destacar que la participación de la primera dama, a través de la Asociación de Dueñas de Casa, marcada por la beneficencia y el voluntariado, fue un antecedente, por un lado, de los Centros de Madres, que se oficializarán durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, y por otro, de la acción estatal hacia las mujeres, la cual se inicia formalmente el año 1949 con la creación de la Oficina Jurídica de la Mujer, que tenía como propósito revisar la legislación. Tres años más tarde, el Gobierno crea la Oficina de la Mujer, a cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores, con el objetivo de estudiar la situación social de la mujer en Chile y proponer modificaciones para la superación de la discriminación de la mujer en el Código Civil y en el Código del Trabajo (Valdés y Gómariz, 16).

El proceso de industrialización y modernización de la economía permitió lentamente una mayor participación de la mujer más enfocado en lo social, político y educacional que en lo laboral. Las políticas estatales apuntaron a promover esta participación con distintas medidas, las cuales se circunscriben aún en una visión tradicional de la mujer, como dueña de casa y madre.

En la organización y promoción de las políticas sociales del gobierno, Rosa Markmann cumplió un rol activo, y rápidamente fue percibida por la población como la persona que podía hacer llegar sus demandas al Presidente. La imagen que emerge del epistolario es la de una madre abnegada, solidaria, dedicada y compasiva con los más pobres.

Su participación en la acción social contribuyó a generar un cambio en la forma en la que se concebía la participación de la mujer en la vida pública. Desde su tribuna denunciaba las injusticias, llamaba a las mujeres a participar de las reformas del gobierno, las instaba a organizarse y motivaba a la participación de estas en la vida cívica.

A través de esta asociación también logró instalarse en el debate por la promulgación del voto femenino (…) De sus discursos es posible rescatar que para ella la participación política de la mujer a través del sufragio era no solo un derecho, sino que también un deber y, por tanto, éste debía ser ejercido a pesar de que no existiera interés en los temas políticos.

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