Este mes, la oficina de abogados más grande del mundo, Dentons, anunció su aterrizaje en el mercado chileno al fusionarse con el estudio Larraín, Rencoret y Urzúa. Es el último capítulo que ha escrito la oleada de asociaciones internacionales realizada por bufetes locales. Hace un año y medio, el grupo CMS, que está presente en cuatro continentes, se ligó a Carey & Allende. En 2016, la firma global DLA Piper se había unido al estudio Bahamondes, Alvarez & Zegers (BAZ), fusión que a su vez en febrero de este año absorbió a Noguera, Larraín & Dulanto. Y en marzo pasado, Bambach & Campos se asoció a estudios de Colombia, Perú y México, creando BBGS Abogados.

Pero esta tendencia no debiera durar mucho más. Abogados independientes coinciden en que se trata de la actualización del mercado local a una tendencia global, pero dado el tamaño acotado de nuestra economía, no debiera admitir muchos actores más.

La ola comenzó años atrás. En 2015, el estudio Philippi se alió con firmas de Colombia, España y Perú, dando origen a Philippi Prietocarrizosa Ferrero DU & Uría (PPU). Un año más tarde, el estudio español Garrigues compró la oficina local Avendaño Merino. Según Luis Felipe Merino, miembro fundador de este bufete, las fusiones obedecen a un mercado global cada vez más competitivo, donde estudios internacionales evaluaron que tenían fortalezas para acompañar a sus clientes en sus inversiones en el exterior. “Los clientes exigen un servicio completo en la mayor cantidad de jurisdicciones posibles”, dice. “La industria legal busca responder eficientemente a la nueva demanda que supone la creciente interrelación económica entre los países”, agrega Marcelo Armas, co-chair de PPU.

Pero ese no es el único factor. “También experimentamos presión de clientes locales, que no quieren que los llevemos con nuestros amigos en otro país, sino que nosotros mismos los asesoremos allá”, explica Matías Zegers, de DLA Piper BAZ. “Que el cliente chileno camine desde su oficina hasta acá y nos contrate conversando en español los servicios que requiere en varios países de Asia, con la confianza de conocernos”, ejemplifica.

Jaime Munro, de Baker McKenzie, que fue pionero al fusionarse en 1995 con el estudio Cruzat, Ortúzar y Mackenna, asegura que al ser Chile un mercado pequeño, se va a estabilizar con unos 5 o 6 estudios multinacionales. “No advierto muchos cambios más”, reflexiona. Explica que esta tendencia es funcional a una dinámica de adquisiciones de empresas con filiales en distintos países. “Buscan un nivel de due diligence quesea apropiado en todas partes, que las contingencias se reporten, y que el contrato converse con las distintas legislaciones”.

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José Manuel Larraín

El estudio Larraín, Rencoret y Urzúa se une a una red multinacional de 8.800 abogados con presencia en los cinco continentes.

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Jorge Allende

Carey & Allende se integró este año a la red de origen inglés que está presente con 4.600 abogados en 42 países de cuatro continentes.

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Matías Zegers

El estudio Bahamondes, Álvarez & Zegers (BAZ) se hizo parte del conglomerado angloamericano que actúa en más de 40 países.

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José Miguel Bambach

El estudio Bambach & Campos se integró con Barrios & Montenegro (Colombia), García Velasco & García De Luca (México), Sacovertiz & Landerer (Perú).

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Juan Francisco Gutiérrez

El estudio Philippi se fusionó en 2015 con el colombiano Prietocarrizosa, los peruanos Ferrero y DU, y el español Uría.

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Luis Felipe Merino

El tradicional estudio español compró el chileno Avendaño Merino en 2016.

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