La presidenta ha sabido liderar una UDI expuesta a visiones encontradas en su interior. Ella representa una identidad tradicional”.

Claudio Arqueros, director de formación de la Fundación Jaime Guzmán.

Pareciera que Van Rysselberghe tiene un mayor poder del partido y la capacidad de coordinar. Su liderazgo está consolidado”.

Bárbara Briceño, cientista política.

El orden versus la renovación, la contención versus el diálogo, el dique versus el puente, son algunos de los conceptos que se juegan en las elecciones internas de la UDI de la primera semana de diciembre.

Por un lado, la senadora Jacqueline van Rysselberghe, referente del sector tradicional del partido, política directa y de carácter fuerte, temida en La Moneda, cuyo liderazgo emergió con el aval de los “coroneles” de la UDI (Jovino Novoa, Pablo Longueira, Andrés Chadwick y Juan Antonio Coloma). Y en el otro, el diputado Javier Macaya, político flexible y dialogante en materias valóricas y políticas, escudero habitual de ministros, que evita criticar al Gobierno y que hoy es la carta de los llamados “disidentes”.

En el caso de la senadora, el Presidente Sebastián Piñera le tiene respeto. Y con Macaya, no oculta cierto afecto. De hecho, el pasado 26 de julio, en una cena en casa del propio diputado, lo felicitó por su rol y su labor como jefe de bancada.

“Ambos pueden jugar el libreto de La Moneda, el que gane lo hará teniendo el apoyo del partido, porque en general la UDI es bastante pragmática para cumplir las labores con el Gobierno”, dice el académico UAI y analista político, Cristóbal Bellolio. No obstante, cree que si bien “Van Rysselberghe puede tener la UDI ordenada, con Macaya y compañía, Piñera ganaría la posibilidad de salir de un terreno que es pantanoso para la derecha, que es el pasado”.

La patrulla generacional

El diputado el fin de semana pasado, en una entrevista en El Mercurio, al confirmar que aspirará a la presidencia UDI, dijo que “la influencia” de un líder no proviene de la “dureza”.

Precisamente, el estilo poco agresivo de Macaya, a diferencia del que desarrolló el anterior candidato de los disidentes, Jaime Bellolio, le ha significado ganar adeptos que en la elección pasada estuvieron con la senadora. Uno de ellos es el diputado Juan Antonio Coloma, que lo acompañará como candidato a secretario general.

“Macaya tiene un liderazgo menos confrontacional que el de la actual mandataria”, dice Rodrigo Arellano, vicedecano de la Facultad de Gobierno de la UDD.

Además, es cercano al ministro Andrés Chadwick y al jefe del segundo piso, Cristián Larroulet. Del primero, fue su delfín y él lo apoyó para postularse por el distrito 34 en la Región de O'Higgins, donde Chadwick era senador. Larroulet, en tanto, es primo de la madre del diputado, María Teresa Danús Larroulet.

Su liderazgo también sería funcional a la aspiración de Palacio de ordenarse en torno a “grandes acuerdos nacionales”, ya que —según dice Arellano— el diputado “ha mostrado que tiene redes más fluidas con sus compañeros de bloque e incluso con parlamentarios de oposición”.

Claudio Alvarado, director del IES, agrega que si Macaya toma la posta puede ser una oportunidad de “renovación” y de mejor conexión del partido “con la ciudadanía”, lo que a La Moneda le interesa.

Cristóbal Bellolio cree que el diputado podría procesar mejor las diferencias de la UDI con Evópoli, ya que Macaya (39) y Hernán Larraín Matte (43) son de la misma generación. A su juicio, eso permitiría a la UDI ordenarse “con otras patrullas generacionales (juveniles) en partidos aliados” y reforzar lazos con el centro político, otra de las aspiraciones de Palacio.

La cientista política Bárbara Briceño sostiene que si La Moneda apuesta a una “mejor relación” con la oposición y entre los partidos de Chile Vamos, “Macaya es un buen nombre”.

Claudio Arqueros, de la Fundación Jaime Guzmán y la UDD, dice que Macaya “pretende representar una renovación y, por eso, la presidencia se transformará en un plebiscito en que el militante definirá qué identidad quiere proyectar la UDI”.

El partido del orden

A diferencia del estilo del diputado, la senadora ha tenido roces con Piñera.

Ya en el primer mandato, tuvo que removerla de su cargo de intendenta del Biobío, en abril de 2011, por diferencias con el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, respecto de la asignación de subsidios tras el terremoto de 2010.

Y en estos primeros cinco meses de Gobierno ya surgieron otros conflictos, básicamente por Ley de Identidad de Género —donde amenazó con recurrir al Tribunal Constitucional— y por la Ley de Adopciones. En ambos proyectos lideró la rebelión del oficialismo en contra de las indicaciones del Gobierno.

La fortaleza de la senadora, no obstante, radica en que las bases de la UDI le atribuirían —según analistas— una mejor representación de los intereses del partido.

En esa línea, Cristóbal Bellolio cree que a La Moneda le convendría seguir teniéndola como presidenta del gremialismo, si el objetivo es mantener a raya a José Antonio Kast. “Ella es lo suficientemente dura en sus posiciones y, así, un simpatizante de Kast podría verse representado por sus ideas”, dice, y agrega: “Si bien a veces se pone chúcara, creo que de todas formas es disciplinada”.

Arellano coincide, aunque cree que esas mismas características hacen que ella tenga un perfil “más complicado” para la agenda del Gobierno a la hora de tender puentes y buscar acuerdos. “Es mucho más conservadora y su liderazgo es más confrontacional”, cree, y agrega que sería un liderazgo “incómodo” si el Gobierno “intenta llevar la agenda hacia el centro político”.

Alvarado, del IES, agrega que si bien La Moneda gana “certezas” con la senadora, eso también implica que “las tensiones que ha tenido con la derecha tradicional seguirán existiendo”.

Bárbara Briceño añade que “pareciera que Van Rysselberghe tiene un mayor poder del partido y la capacidad de coordinar. Su liderazgo está consolidado”.

Y Arqueros dice que ella “representa una identidad tradicional de la UDI”, destacando que es justamente ese sello histórico el que puede ofrecerle al Gobierno.

Según fundador UDI, Javier Leturia

Será clave quien represente mejor interés UDI

El primer desafío de la futura presidencia UDI será reclutar candidatos para las elecciones municipales y regionales de 2020.

En el caso particular de Van Rysselberghe, sería revancha electoral tras los resultados de la parlamentarias, donde la UDI perdió el título de ser el partido con más parlamentarios de Chile.

Para Javier Leturia, fundador de la UDI que renunció a la colectividad y se fue junto a José Antonio Kast en mayo de 2016, tanto Van Rysselberghe como Macaya están “en una buena disposición personal” para conducir la tienda, pero insiste que lo que está en juego “no es sólo una cosa de posiciones, sino también de actitudes”. A su juicio no sólo serán clave las “ideas del partido, sino la forma de hacer política: poner los intereses del partido por sobre intereses particulares, presiones externas o cuotas de poder”.

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