Con la mano izquierda en el bolsillo, de traje y polera negra, y empuñando el micrófono, el miércoles Raúl Zurita (68) se subió al escenario —dispuesto fuera del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos— para recitar los mismos versos que están grabados en la cima del muro de concreto del memorial del Detenido Desaparecido y del Ejecutado Político, fuera del Cementerio General. Y mientras pronunciaba las palabras “todo mi amor está aquí y se ha quedado pegado a las rocas, al mar, a las montañas” (que data de 1985), su voz se confundía con la guitarra eléctrica, la batería y los vítores de las casi 15 mil personas que se agolparon a su alrededor.

Todos ellos respondieron al llamado del poeta de “no participar en ninguna instancia” que involucrara al entonces recién asumido ministro de las Culturas, Mauricio Rojas, luego de conocer sus dichos sobre el museo. Manifestación que terminó con su salida del Gobierno, hecho que fue calificado por el poeta como “una victoria, pero dolorosa”.

En redes sociales, las etiquetas emergieron con rapidez, bautizándolo como un “líder moral”. Y, aunque las aguas ya están más tranquilas, la pregunta aún permanece en el aire: ¿cuál fue el rol de Zurita en el movimiento de artistas que provocó la salida de un ministro?

“Muchos recordamos, durante la intervención en el Museo de la Memoria, que hace muchos años que no se veía que todo el mundo de la cultura se uniera en una causa, y que fuera en torno a los Derechos Humanos”, comenta el poeta y dueño de Metales Pesados, Sergio Parra.

—¿Por qué cree que Zurita fue el rostro de esta movilización?

—Porque el poeta es el que guarda la memoria. En la historia de la poesía universal, el poeta es el cronista por excelencia de la memoria. La poesía es la memoria y Zurita representa eso. Era necesario que un poeta tomara la decisión de convocar a todo el mundo de la cultura para repudiar la designación del ex ministro Rojas, esa voz tenía que levantarse. Sin duda era la voz del poeta.

“Articulador de la cultura”

“Lo que sucedió es que Zurita supo interpretar un sentimiento y una postura ética, compartida por muchos, que se sitúa más allá de cualquier división partidaria”, explica el coordinador de la Cátedra Roberto Bolaño de la UDP, Rodrigo Rojas, sobre el papel del poeta en estos días. Una postura que es compartida por el crítico literario y académico de la U. de Santiago, Naín Nómez, quien asegura que “está tomando un rol de articulador de un vacío bastante grande que había en la cultura desde hace mucho tiempo”.

Un rol público que —dice Nómez—, si bien es nuevo para Zurita, es la evolución natural de su vasta historia de activismo político y acciones artísticas, en la Escena de Avanzada (desde 1977), en oposición a la dictadura: arrojarse amoníaco en los ojos, quemar su mejilla con un fierro ardiente y performances masturbatorias fueron algunas de sus intervenciones más recordadas, además de su obra, en las que se cuela su experiencia como detenido y torturado. “Desde sus primeros poemas está presente su mirada de los Derechos Humanos”, asegura Parra.

A lo que Rojas agrega: “Él ha tenido una participación constante y profunda en la política en Chile, en relación a recuperar un lenguaje que fue quebrado durante el golpe de Estado. No es que busque reparar este lenguaje, sino que instala estos poemas en las heridas y, lentamente, trata de enseñar a vivir con estas heridas, a entender que son parte de nuestra realidad y que el sujeto herido va a permanecer herido siempre”.

El Nicanor Parra de los 90

Nómez explica que el poeta cuenta con un poder de convocatoria —“por razones éticas, políticas, estéticas, intelectuales”— similar al que tuvo Nicanor Parra, “en el sentido de reunir a mucha gente en sus lecturas, tener un modo de leer que atrae y en su relación con poetas jóvenes”.

Una comparación que Sergio Parra lleva más allá: “Yo creo que Nicanor Parra tuvo un espacio social y cultural en los años 80, y Zurita viene ocupando este mismo espacio cultural, político e intelectual a partir de los 90 en adelante. Aunque él siempre ha estado presente en la política en Chile”.

Sea como sea, tanto Rojas como Nómez aseguran que el liderazgo que asumió Zurita en esta manifestación fue espontáneo. “Él no está aspirando a ser una especie de pastor de masas. Yo creo que, cuando él publicó el mensaje en Facebook con genuina indignación, no se imaginó que después tendría que ser responsable de esta ola que se levanta y que tendría que dirigirse a este montón de gente. Él estaba hablando desde su indignación singular y natural”, dice Rojas.

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Camilo Marks, crítico literario

“Los poetas de ahora están lacios”

A pesar de que la relación entre poesía y política se remonta a la Antigüedad, en nuestro país la historia moderna ha dejado ejemplos como Vicente Huidobro y Pablo Neruda, quienes manifestaron su postura política a través de su obra y participaron del debate público.

La académica de Letras UC Magda Sepúlveda agrega a esta lista a Gabriela Mistral, quien se manifestó a favor de los indígenas, la educación e infancia, y a Cecilia Vicuña, quien “subió a la cordillera y puso el tema de lo que sucedía con los glaciares incluso antes de que eso fuera tomado por los grupos ambientalistas”. Mientras que el crítico literario Camilo Marks añade: “Diría que los poetas de ahora último, quizás con excepción de Raúl Zurita, están más bien lacios en eso”.

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