Más de la mitad de quienes tienen 75 años prefiere no ser derivado a un hogar”.

Hacia el final de la vida los vínculos familiares se van debilitando

o se pierden”.

ALEJANDRO BALART

“Nadie consulta por soledad, lo hacen por depresión u obesidad, pero tras estos males existe el concepto de estar aislado socialmente, que se ve mayormente en la vejez. Nadie elije estar solo; la única condición psiquiátrica que la explica por voluntad propia es la fobia social, en la cual se teme el contacto con otros.”, comenta el doctor Alejandro Koppmann en su consulta de la clínica Alemana, con vista al club Manquehue.

Siquiatra de la Universidad de Chile con 18 años trabajando en este centro médico, cuenta que hoy recibe más consultas por casos de soledad. El tema ha ganado relevancia por estos días tras casos de muerte de ancianos abandonados, y luego de conocerse que la tasa de suicidios es la más alta entre la tercera edad. El mismo Koppman escribió una columna de El Mercurio sobre este asunto: la sensación de aislamiento que se genera en todos los géneros y etapas de la vida, aunque principalmente en los tramos finales.

“A la clínica llegan jóvenes y adultos, que debido a factores como adicción a la tecnología o a escasos contactos sociales, viven aislados en sus hogares sin lazos significativos”, explica. “Tengo pacientes menores de 45 años que no salen de sus casas y que pasan días sin hablar con alguien. No creen necesario hacerlo, pues cuentan con tecnología y servicios a domicilio que les soluciona sus necesidades. Esto demuestra que la soledad no es exclusiva de adultos mayores sino que está instalada transversalmente en nuestra cultura”.

Vejez abandonada

El psiquiatra explica que existen “determinantes psicosociales” en el ambiente que aumentan la propensión a enfermedades. Entre los más conocidos están la pobreza, el consumo de estupefacientes, obesidad y sedentarismo. “Considerar la soledad como un factor que incide en la calidad de la salud es novedoso, pues amplía la mirada sobre aquellos condicionantes habituales como el sedentarismo o el tabaquismo”, enfatiza.

—El problema del abandono ha acaparado la atención luego de la muerte de dos adultos mayores en Conchalí. El hombre de 84 años disparó a su esposa, con cáncer, y luego se suicidó. ¿Cómo la fragilidad de las redes de contacto gatilla una tragedia así?

—En factores de riesgo estadísticos la vejez y el suicido están ligados según un reciente estudio de la academia de Gerontología de la Universidad Católica. En la vejez se empiezan a juntar factores como enfermedades crónicas y perdidas de redes. Para detectar cualquier patología en salud mental es primordial determinar la presencia de redes de apoyo, aunque el concepto de soledad, como patología, no tiene que ver con la cantidad de contactos sino con la calidad de ellos.

—De acuerdo a una investigación de Paula Viera, de 2017, los ancianos tienen la tasa de suicidio más alta de Chile. ¿Cuáles son las causas de esta tendencia? ¿Qué hay detrás de esa cifra?

—Ellos son quienes más piensan en la muerte, porque están más cerca del final del ciclo vital. Han aumentado los hogares unipersonales. Efectivamente, las tasas de suicidio para el grupo entre 70 y 79 años son mayores que la población en general. Pareciera que con el tiempo los vínculos familiares se vuelven más potentes, pero la verdad es que hacia el final de la vida se van debilitando o se pierden. Las enfermedades crónicas, la falta de contactos eficientes y de roles en el adulto mayor, así ccomo el aislamiento, los debilitan socialmente provocándoles una sensación de inutilidad. Ellos van maquillando su deterioro. Por esto, por ejemplo, ya no atraviesan la ciudad en Transantiago para visitar a sus nietos, no van al supermercado por grandes compras ni manejan grandes cantidades de dinero. Esto lo hacen para mantener cierta autonomía.

—Un 55% de los adultos mayores en Chile prefieren quedarse en sus casas según la última Encuesta Nacional de Calidad de Vida en la Vejez de la Universidad Católica. ¿Cómo se explica?

—Esto se da en casos cuando los adultos mayores no quieren irse a un hogar de ancianos; más de la mitad de quienes tienen 75 años prefiere no ser derivado a un hogar, pues no toleran actividades con horarios. Para vivir solos o mantener su independencia reducen sus acciones diarias. Por eso suelen darse historias de personas que entran al departamento del adulto mayor y lo encuentran muerto porque durante una semana no compró nada para comer. Culturalmente nuestra sociedad vive de espaldas a la vejez, validando la plenitud física, donde la juventud, la flacura, muestran valor.

—¿Qué propone para lograr una mejor calidad en los últimos años?

—Es difícil cambiar la mentalidad al final de la vida, pero con los mayores se debe trabajar un posicionamiento de redes eficientes, mantener un solo médico de cabecera y que tengan algún tipo de rol. Por ejemplo, que dos veces a la semana lleven a sus nietos al jardín o que reciban a algún hijo a almorzar. Diseñar un rol de participación les permite nutrirse del contacto con los demás e indirectamente recibir asistencia. Si pierden ese rol se sienten un estorbo, más si se suma a pobreza y enfermedades crónicas.

—Respecto a un plan de políticas públicas en Chile, ¿cuáles se pueden implementar?

—Se debería incentivar la confianza en la ciudadanía desde la infancia. Saber abrir la puerta a quienes nos apoyen, conocer a los vecinos, dejar que los niños jueguen en la calle bajo resguardos e incentivar la práctica de actividades deportivas grupales. Además, pensar en el diseño de la ciudad con características más saludables. De acuerdo al último Censo, Chile cada día envejece, lo que se convierte en una carga para los gobiernos y sus familias.

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