El sacerdote que enterró a mi abuela y bautizó a mi hija fue condenado a 10 años de cárcel por abuso”, Osvaldo Aravena.

Estaba rodeado de buenos curas hasta que me encontré con monseñor (Francisco José) Cox, Roberto Sánchez.

“Nosotros nos autoconvocamos después de lo que pasó con la visita del Papa, y de lo que estaba pasando en Osorno. Ahí empieza a tomar sentido la necesidad de tener un rol más importante en esta crisis de la Iglesia”, explica Roberto Sánchez, profesor de religión que desde enero participa en un movimiento de laicos que el miércoles llegó hasta la catedral de Santiago con un gran lienzo blanco que —en letras rojas— señalaba: “¡No nos robarán la esperanza!”.

El grupo irrumpió en la misa conmemorativa de los 457 años de la arquidiócesis de Santiago que presidía el cardenal Ricardo Ezzati, quien el día antes se conoció que fue citado por el Ministerio Público a declarar en calidad de imputado por presunto encubrimiento de hechos en el caso de abuso que involucra al ex canciller del arzobispado capitalino, Óscar Muñoz. El 21 de agosto deberá concurrir a la Fiscalía.

“Fue una protesta pacífica”, aclara Osvaldo Aravena (52), periodista que también participa en el movimiento. Junto a Roberto Sánchez comenzaron a organizarse en una coordinadora nacional de laicos que ya tiene presencia en 8 ciudades (Santiago, Tarapacá, Antofagasta, Maule, Ñuble, Biobío, Los Lagos y La Araucanía). El objetivo, explica Aravena, es “tener voceros y organización con todos los laicos de aquí a diciembre y, en enero de 2019 realizar un sínodo para redactar una propuesta de nuevo trato entre el clero, los laicos y el rol de la mujer en la Iglesia Católica”.

Ambos —Aravena y Sánchez—tiene historias personales que los motivan en esta tarea. “Mi desazón con la Iglesia comienza cuando me entero que el sacerdote que había enterrado a mi abuela en el año 88 y bautizado a mi hija en 1990, Ricardo Muñoz, había sido condenado a 10 años de cárcel por abuso sexual contra menores”, cuenta Aravena.

Y Sánchez recuerda que “estaba rodeado de buenos curas hasta 1998, cuando me encontré con monseñor (Francisco José) Cox, en el encuentro continental. Yo lo vi paseándose con chicos entre 15 y 17 años, toqueteándolos y lo mencioné a la gente de la Vicaría pero en esa época te decían que te callaras”.

Seguirán las protestas

El movimiento tomó el ejemplo de Osorno y cogió el guante de la demanda feminista, por lo que también han impulsado la participación de mujeres en las organizaciones de regiones. Es el caso de las voceras Mirena Romero (Chillán), Irene Rojas, Mirna Pino, Gemma Guerra (Santiago) y Carol Crisósto (Concepción), quienes participan activamente en las reuniones que sostienen cuando se reúnen en alguna diócesis o vía WhatsApp.

Bajo el mensaje “queremos limpiar la Iglesia” se han focalizado en estas últimas semanas en Ezzati. El 16 julio desplegaron el mismo paño con la mencionada leyenda en el Tempo Votivo de Maipú (el cardenal celebrara la misa por el día de la Virgen del Carmen). Y anuncian que seguirán con este tipo de manifestaciones. “No podemos tolerar a obispos encubridores ni abusadores”, dice Roberto Sánchez.

Elección popular de obispos

El objetivo del movimiento es que la Iglesia “sea más horizontal”. Sánchez lo explica así: “En el Concilio Vaticano II se estipula que los obispos sean nombrados en asambleas diocesanas, no que un obispo de una diócesis sea mandado a otra”.

Lo que buscan, admiten, es que sean considerados en este tipo de decisiones. Tal como ocurría en el pasado: San Cipriano llegó a ser obispo de Cartago en el año 249 tras una elección entre los fieles.

El doctor en historia, Marcial Sánchez, explica que hoy la normativa de la Iglesia promueve la participación activa de los laicos y de toda la comunidad, pero que “en Chile los laicos no han tenido tanta relevancia. Es positivo que los ellos se organicen, la Iglesia necesita empoderamiento de laicos y laicas para construir una nueva etapa”.

Pero agrega que también depende de que “sean escuchados. Tiene que existir una retroalimentación virtuosa para no cometer los mismos errores”.

Joaquín Silva, decano de Teología de la UC, agrega que “si se organizan en comunión (con otros representantes de la Iglesia y organizaciones parroquiales), pueden influir en forma positiva, porque han logrado llamar la atención sobre hechos graves que estaban ocurriendo”.

Y dice que así como sucedió en Osorno, esta coordinadora podría “ayudar a activar coresponsabilidad de los laicos en la Iglesia, pero también a que existan buenos pastores, porque el problema no ha estado en los laicos sino en el episcopado”.

CLAUDIO CORTES

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