Mientras los televisores

del Congreso transmitían el

Mundial, a ratos en la oficina del diputado Renato Garín (RD, de 32 años) se veía tenis (Wimbledon).

Él —quien en esta entrevista se

reconoce terco y pesado— dice que no quería llevar la contra, sino que

aprovechaba los entretiempos,

porque, justamente, le carga perder el tiempo. Ya tuvo suficiente de eso durante su infancia en los trayectos en bus entre su natal Melipilla y

Santiago.

—¿Cómo influyó eso en tu personalidad?

—Viajar todos los días te da resiliencia. Pero también te hace resentido entre comillas. Uno se pregunta ¿por qué tengo que tener esta vida y otros no?

—¿El resentimiento es negativo o movilizador?

—En tanto te permita expresar ideas, es una fuerza creativa. En algún punto la Ilustración, como proceso intelectual, es un proceso de los resentidos, de las clases medias ilustradas contra los nobles.

—¿No tienes prejuicio con esa palabra? Resentida a veces se le dice a la gente de izquierda cuando se la quiere descalificar.

—No me considero el campeón de la izquierda. Vengo del mundo liberal, más de centro, educado en Estados Unidos e Inglaterra; no puedo presentarme como el Che Guevara del Frente Amplio.

Abogado de la Universidad de Chile, el diputado cursó un magíster en prensa escrita en la UC y tras eso partió a Nueva York. Con una beca Fulbright, realizó un Máster en Teoría Legal. Y en 2015, viajó a Inglaterra, con la Beca Chile, para cursar un magíster en la Universidad de Oxford.

Garín trabajó en el “segundo piso” del primer gobierno de Sebastián Piñera. Y tras dos meses como “asesor de un asesor” —según el mismo describe—, salió. Luego fue parte del movimiento Fuerza Pública, de Andrés Velasco, candidato al que apoyó en las primarias de la Nueva Mayoría en 2013. En 2016 emigró a RD.

La Fronda Garín

En 2017, Garín publicó “La Fronda. Cómo la elite secuestró la democracia”, su tercer libro tras el “Lobby Feroz” (2016) y “Después de la república: para un republicanismo del siglo XXI” (2010). Según su libro, el concepto “fronda” lo acuñó en Chile el historiador Alberto Edwards, y alude a un período (la década de 1920) donde el país “se enfrentaba al desenfreno de una casta dominante, que contaba con un sistema de privilegios”.

En esta conversación, Garín no se define como parte de la elite, pero, sin decirlo, le gusta remarcarlo con hitos familiares. Habla con orgullo de su tatarabuelo: “Abdón Cifuentes Dolarea, fue político balmacedista, intendente de Chañaral y diputado por Vallenar”. Menciona que su abuela paterna “fue de las primeras abogadas de Melipilla en los años cuarenta”. Y, espontáneamente, cuenta que “el otro relevante es José Manuel Garín Williams, el urbanizador de la Quinta Normal. Por eso ahí hay una plaza llamada Garín”.

—Tienes tu lado Fronda también...

—Mi lado Garín (…) era acomodado. Pero por el lado de mi mamá, mi abuelo era campesino.

—¿Crecer en esa dualidad fue una ventaja para tu formación política?

—No lo veía así al principio, pero con el tiempo uno va valorando. Cuando uno tiene vocación intelectual, el mundo rural no es tan atractivo, es más bien lo contrario al intelecto; es sacar la leche a la vaca, juntar los chanchos... cerrar la puerta, traer el candado...

—¿Te tocó?

—No tanto. No me gustaba el mundo rural. No me avergonzaba, pero me generaba distancia. Hoy, al contrario, me siento más parte. Oxford también es una ciudad rural y ahí me di cuenta que era parte de mi vida haber sido melipillano.

Pololear “es un gran

tema en mi vida”

—¿Vives con cuatro gatos?

—Tengo seis: con mi mamá viven dos y conmigo, cuatro. Los machos se llaman José Tomás y José Antonio. Y las gatas se llaman Anastasia, Agustina, Simona y Lechera. Llegué a tener 13 en Melipilla.

Al hablar de sus mascotas deja el tono melancólico. Sonríe.

—Eres más gatista que perrista...

—No. También me gustan mucho los perros. Lo que pasa es que los gatos son fascinantes. Al ser más independientes, prescinden de ti. Pero cuando te buscan su afecto se nota porque no son siempre así.

—¿Y dónde viven?

—En un departamento de mi papá que está en Santiago. En lo distrital trato de no centrarme sólo en Melipilla. Me es más rápido para llegar a San Bernardo y al Congreso. La política es en Santiago.

—¿Te mueves en auto o en bicicleta como muchos en RD?

—Auto o bus. No tengo bicicleta, me da mucho miedo. Hay muchos cercanos a los que los han atropellado. Es tremendo, no me atrevo. Le tengo terror a los autos.

—¿Qué otras cosas te dan miedo?

—(11 segundos de silencio) Cuando hay cosas que no puedo controlar, como los autos en la calle, eso me pone mal.

—¿Te alcanza el tiempo para pololear?

—Es un gran tema en mi vida. Desde que fui candidato, todos mis aspectos de afectividad se vieron reducidos casi al mínimo. Pareja, familia y carretes. Es súper complejo relacionarse siendo que hay tantas cosas para preguntarte. Un ejemplo: en un cumpleaños no logro estar en la segunda fila. Me transformo en el objeto de preguntas... la gente dice ‘está el diputado, vamos a saludarlo'. Eso te quita mucha naturalidad y la posibilidad de conocer gente.

—¿Y extrañas los acurrucos?

—Para eso están los gatos. Pero sí.

—Eres fanático de la U, ¿cuántas veces te han dicho que eres igual a Johnny Herrera?

—Hartas, hartas. Me pasaba más cuando era más chico, cuando usaba el pelo más largo. Ahora me dicen que me parezco a Guardiola. Y me gusta muchísimo más que me digan Pep Guardiola que Johnny Herrera.

“Los grupos de

WhatsApp son tóxicos”

—En enero dijiste que los parlamentarios tienen un “profundo rechazo a la intelectualidad”, ¿lo mantienes?

—Totalmente. Muchos me piden que les regale mis libros y no los leen. Los dejan como souvenirs. He regalado como 60 y te diría que son tres los que me han dicho ‘lo leí'. Esta es una clase política de punteos, de minutas, de llegar rápido a las conclusiones... Hay una especie de imperio de asesores. Son los asesores los que configuran el discurso que va a decir un diputado en la sala y ellos se vacían de cualquier obligación intelectual.

— ¿Y cuánto ego has notado dentro del Congreso?

—El ego es parte de la siquis. Creer que uno puede no tener ego es contradictorio. Yo diferencio el ego positivo del diputado que quiere destacar, del ego negativo del que quiere chaquetear.

—¿Cómo mantienes tu ego en el lado positivo?

—Mi primera regla es hablar poco en la sala. Cuando uno habla mucho (…) te gatilla procesos interiores que te hacen creer más importante de lo que eres. Igual es humano querer destacar y sentirte pasado a llevar cuando otro destaca.

—En la prensa se ha escrito que te “engaña el carácter”…

—Tengo un carácter rural, de huaso. Eso tiene mucho de terquedad. Si no hay argumentos, no voy a dar el punto. Hay personas que agachan el moño de manera más fácil. A mí me cuesta.

—¿Cuando abandonas los grupos de WhatsApp de la bancada o de RD es porque te sientes pasado a llevar?

—Los grupos de WhatsApp son tóxicos. No alguno en particular. Los abandono porque me gustan muy poco. Dar una deliberación en un chat, me parece muy impropio.

—Tienes fama de pesado, ¿lo eres?

—No hay manera de sobrevivir en la política sin ser pesado.

“Conocí el psicoanálisis,

los arquetipos y el tarot”

Para cultivar su lado emocional, Garín conversa una vez al mes con un psicólogo y le gusta hacer yoga: “La práctica más religiosa que tengo es la meditación ante la muralla”, cuenta. Pero el tarot es su terapia favorita. El año pasado hizo un curso de lectura de cartas.

“La Escuela de Derecho de la Chile es muy racionalista y vengo de una familia muy distanciada de la iglesia. Siempre sospeché de cualquier teoría religiosa. Pero me di cuenta que le faltaba una especie de pata a mi conciencia: Sabía razonar en la lógica, pero hay una serie de fenómenos que no van en las reglas. Conocí el psicoanálisis, los arquetipos, las cartas del tarot”, dice.

—¿Cuál es la principal virtud del tarot?

—La gente piensa que el tarot adivina el futuro y no es así. Sólo presenta a tu conciencia, o a tu inconsciente, caminos de comunicaciones que, con el paso de las horas, tu cabeza empieza ordenarlos.

—¿Y has usado el tarot previo a decisiones políticas importantes?

—Más que para orientar una decisión, las cartas te sirven para comprender los elementos de la decisión. Qué cosas tuyas están en juego… Y también sirven mucho para comprender personajes. Por ejemplo, el rey de espadas es el masculino que desarrolló al máximo su función intelectual. Uno puede identificar a líderes políticos, por ejemplo: Ricardo Lagos, típico rey de espadas. Piñera es un rey de oros de manual, que es la persona que ha llevado al máximo su capacidad de hacerse rico. Veamos a Bachelet, es la típica reina de copas. Es la persona que desarrolla al máximo su desarrollo de emociones. El rey de bastos es el que cree en el gran proyecto, en la tarea nacional: gran líder de bastos es Fidel Castro. En Chile, Patricio Aylwin… Pero ojo, no es que ellos sean tal cosa, es lo que te recuerdan a ti. Esto te ayuda a comprender cómo ves tú las cosas.

Aunque da una respuesta ambigua al preguntarle qué carta lo representa a él, será más específico cinco minutos después, cuando el fotógrafo le pida que, para la sesión, elija un naipe que lo identifique. Garín moverá el mazo hasta dar con una: posará sonriendo mostrando “el emperador”.

—Para terminar, una pregunta al tarot: ¿Qué dice sobre esta entrevista?

—(Saca una carta) Rey de espadas. Uno diría que esta entrevista va a ser más bien racionalista. Y como queremos algo distinto, por el perfil de esta sección, la carta te dice: “ok, esto es un eje, pero no puede ser el único tema. Es una advertencia, para cuando la escribas”.

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