“No ha sido fácil. Parte de esta reorganización implicó lamentablemente tener que despedir gente valiosa que trabajó muchos años con nosotros. Es algo extraño para la cultura de Ultramar, pero lo que primó fue velar por la sustentabilidad de este negocio”, dice Richard von Appen Lahres (51), presidente de Ultramar, la filial que agrupa a los puertos concesionados, área logística y la división de agencias.

Se refiere a una reestructuración que implicó la salida de 125 personas entre gerentes, subgerentes y mandos medios de la división de agencias. Aunque el proceso comenzó hace dos años, los despidos se concentraron en los últimos nueve meses.

—¿Cuál fue razón principal de esta reestructuración?

—El cambio en el mercado. No podíamos seguir con la misma estructura de hace 10 años. Nos quedamos con demasiada burocracia y tenemos que ser más ágiles para tomar decisiones rápidas. Esta es una empresa con 66 años de historia y no es fácil cambiar la cultura.

—En 2009 asumió un nuevo gerente en Ultramar Agencia Marítima con un plan de crecimiento y de líneas de negocios, ¿fue una apuesta que fracasó?

—El negocio tradicional de representar líneas navieras y atender a los barcos en los puertos chilenos se vio amenazado porque las navieras empezaron a crear sus propias oficinas. También surgieron portales en internet de atención portuaria. Entonces, optamos por desarrollar una nueva área: soluciones integrales para clientes pequeños y medianos. Tuvo puntos altos y bajos, pero pasó a ser un negocio relevante, de donde provino el crecimiento, por lo que la considero una apuesta exitosa.

—¿Ultramar Agencia Marítima lleva muchos años de pérdidas?

—No muchos, pero ha habido épocas difíciles en el último tiempo. Este año vamos a tener utilidades. Agenciamiento portuario y soluciones integrales aportan un 40% de los ingresos cada uno. Y agencias comerciales, el 20%.

—¿La reestructuración terminó?

—La parte gruesa terminó la semana pasada.

Cada vez más independientes

Ultramar es el nombre con que nació la empresa que está en manos de la tercera generación: los primos Richard y Dag, quienes replicaron a sus padres. Dag von Appen Burose —financista y vicepresidente de la Fundación para el Progreso, creada por Nicolás Ibáñez— es el presidente de Ultranav, el brazo naviero, que dirigía Sven. Mientras que Richard, el primo de más alto perfil —es consejero de la Sofofa e integró el grupo de los cinco que impulsó la candidatura de Bernardo Larraín— se hizo cargo de Ultramar, el brazo terrestre, que manejaba Wolf.

Ambos se cruzan en los directorios: Dag se sienta en la mesa de Ultramar, y Richard en la de Ultranav. Y ambos compartían dos gerencias corporativas que servían al grupo completo, pero que se eliminaron. Trabajaban 50 personas; una parte salió y otra se reubicó. La última en salir fue la gerenta corporativa de recursos humanos, Andrea Fuchslocher, en agosto de 2017.

Esta decisión es vista como una señal que acentúa la independencia de los primos, debido a que al desaparecer los cargos corporativos, cada uno pasa a manejar su negocio por separado. “Lo que estamos haciendo es profundizar el foco de cada uno de los negocios”.

—Dado que además Ultramar y Ultranav son negocios muy distintos, ¿no podría esperarse una separación familiar como sucedió con los Paulmann?

—Hoy estamos juntas las dos familias, como han sido las últimas tres generaciones. Cómo va a ser la estructura de la cuarta generación, no lo puedo adelantar.

Y reafirma las diferencias: “La parte naviera es gente de oficina y embarcada, y es muy distinta a la parte terrestre donde trabajamos 11.500 personas. Los otros son algo menos de tres mil”. Ambas empresas están en el mismo edificio en El Bosque, pero cada una en pisos distintos.

Muerte repentina del fundador

La cuarta generación está compuesta por 25 primos en segundo grado. Sólo Richard aporta ocho hijos: cinco mujeres y dos hombres, mellizos de 10 años, los menores. Un hijo murió, pero él siempre dice que son ocho. Dag aporta tres.

Y está la descendencia de Marion y Beatriz, las hermanas de Richard; y de Per, Silvia y Birgit, hermanos de Dag.

Cada rama tiene su propio family office: Volcán Choshuenco, de los Von Appen Lahres, que maneja su padre Wolf y cuenta entre sus activos Bosques Cautín y Viña Terranoble. Fray León de los Von Appen Burose lo dirige Per, hermano de Dag.

—¿Cómo surge la idea de su padre y su tío de hacer una sucesión planificada? Fueron los primeros.

—Surgió a raíz de la muerte de mi abuelo, a los 70 años, de un infarto repentino. Mi tío Sven y mi papá con 37 y 34 años tuvieron que hacerse cargo de Ultramar. Y cuando cumplieron 40 años dijeron: “No nos puede volver a pasar”, y un asesor alemán de la compañía buscó gente afuera. Los ayudaron tres americanos, uno de ellos fue John Davis, que es profesor de Harvard. Posteriormente, con la UAI y la familia Ibáñez acordaron crear la cátedra Albert von Appen para empresas familiares, porque sólo un 15% pasa a la tercera generación.

El problema —dice— es que a los 45 años firmaron un protocolo para retirarse a los 68. “Y cuando llegaron a los 68 dijeron ‘en qué estábamos pensando a los 45', porque se sentían jóvenes. Pero cumplieron”.

Dag sucedió a su padre en 2002; Richard en 2005.

“Estamos trabajando hace varios años con un par de asesores para ver cómo incorporar a la cuarta generación, porque queremos que esta empresa trascienda nuestras vidas. Tenemos un protocolo de familia que ya está hecho. Hay requisitos: tener estudios universitarios y que trabajen fuera del grupo y ojalá en el extranjero”.

Son los mismos que cumplió él. “Estudié Ingeniería Comercial en la UC. Entré a los 24 a Ultramar y estuve cinco años en Estados Unidos, Alemania e Inglaterra trabajando en compañías navieras y en un banco de inversión que desapareció. En Londres conocí a mi mujer (Ximena Terré) que estudiaba inglés. (Para ella fue una) gran decepción: pensó que iba a conocer a un lord y fue un chileno”, ríe.

Pasado el período de formación, fue agente en Antofagasta por dos años y otros tres en Buenos Aires. Recién entonces, en 2000, a los 34 años, asumió la gerencia general de Ultramar. Y cinco años, más tarde, la presidencia.

—¿Le duele que la UAI le haya sacado el nombre de Albert von Appen a la cátedra después de los artículos sobre el pasado de espía nazi de su abuelo?

—No sabía. Él fundó Ultramar y le dio la base de la cultura a este grupo. No es agradable leer estos reportajes. Nunca he sabido realmente qué ocurrió. Y siempre he esperado que no sea verdad, que no estuvo involucrado. Él murió cuando yo tenía cuatro años. Mi padre y mi tío saben muy poco (de su pasado).

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Las complejidades de Ultramar Agencia Marítima:

Cuatro gerentes generales en ocho años

Entre los altos ejecutivos que fueron despedidos de Ultramar Agencia Marítima —dedicada al agenciamiento comercial, portuario y soluciones integrales—, se cuentan sus últimos tres gerentes generales: Julio Ramírez, quien había pasado a manejar Sitrans, una división del área de logística y que sale a fin de mes; Pedro Jaramillo y Francesco Schiaffino. Interinamente fue designado Gerardo Neustadt.

Del holding Ultramar, que agrupa 12 puertos concesionados en Chile, Brasil, Argentina y Uruguay; el área logística, y la red de 100 agencias en el continente, salieron su gerente general, Jan Vermeej, actual gerente de operaciones de Ultranav, y el de finanzas, Melvin Wenger. No serán reemplazados, porque el holding será manejado por un comité ejecutivo. Al eliminarse las dos gerencias corporativas, que prestaban servicios a Ultramar y Ultranav, salieron parte de las 50 personas. Otra parte se reubicó. La ola de fusiones fue un mazazo: de 25 navieras, el 70% del mercado se concentró en cinco. Las navieras se integraron, creando sus propias agencias. Ultramar se concentró entonces en atender a líneas pequeñas y medianas que llegan a Chile, pero no poseen el tamaño para tener oficinas propias. Una empresa que no estaba establecida en Chile, aunque es número 1 en el mundo en agenciamiento portuario, ganó a Escondida como cliente, al que atendían desde hace 27 años en el Puerto Coloso. “Una señal más de lo competitivo que está el negocio”, dice Von Appen.

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