Las viñas podrían estar tratando de lograr normas constructivas mejores para ellas”.

Rodrigo Fuenzalida

Gerente general FDI

Hace un mes la familia Cousiño comenzó a arrancar 27 hectáreas de sus viñedos en Peñalolén para construir 28 edificios y 250 casas, que implican una inversión de US$300 millones. Así, su desarrollo inmobiliario Parque Cousiño Macul ocupará casi 270 de las 350 hectáreas de lo que fue su centenario parral.

Pero la viña Cousiño-Macul no se irá de ahí. Seguirá produciendo en las hectáreas que le restan. “Nuestra plantas llevan años adaptándose a nuestras tierras en Peñalolén, desde 1930, por lo que no podemos pensar en un mejor terroir que este para nuestros vinos premium”, explica Verónica Cousiño, gerenta comercial de Viña Cousiño Macul.

Y no será la única. Hay otras dos viñas que aún resisten más al oriente, en pleno faldeo cordillerano, contra los cientos de casas y departamentos que aparecen día a día como vecinos. Son menos conocidas, pues venden casi toda su producción al extranjero con vinos de alto precio: Aquitania, cuya etiqueta premium es Sol de Sol y Quebrada de Macul, cuya marca bandera es Domus Aurea.

“Es obvio que hoy en día vender este terreno sería mucho más lucrativo que vender botellas de vino, pero gracias a Dios los socios no están tan interesados en vender. No nos moverán”, dice Rodrigo De Solminihac, director comercial de Aquitania. “Tenemos para rato produciendo nuestros vinos en Peñalolén”, agregó Ricardo Peña, uno de los dueños de Quebrada de Macul.

Pero según expertos inmobiliarios, la apuesta de los viñateros no es al terroir, ni al amor al vino, sino a ganar tiempo para conseguir modificaciones al plan regulador comunal que les permita construir viviendas de mayor densidad donde hoy cultivan sus parras, pues podrían conseguir precios hasta 1.000% o 2.000% superiores a lo que valen hoy esos paños.

Cristián Gutiérrez, gerente de estudios de la firma tasadora Arenas y Cayo, dice que hoy el valor del suelo agrícola en la zona bordea la unidad de fomento (UF) por metro cuadrado (m2), en circunstancias que si se permitiera sobre él la construcción en altura podría llegar a un precio de entre 10 y 20 UF el m2.

De acuerdo a esa estimación, el valor de un predio de 18 hectáreas (como la superficie que ocupa Aquitania) podría aumentar su valor desde US$7,6 millones a más de US$150 millones, y en uno de 220 hectáreas, desde los US$93 millones a más de US$1.800 millones.

Según Javiera Basso, gerente de valorizaciones de la consultora inmobiliaria JLL, existe una alta probabilidad que en el mediano o largo plazo las viñas que siguen existiendo sean retiradas fuera de la ciudad, y de que esto signifique un importante proceso de rentabilización.

Terrenos vs terroir

Pero la tesis de los expertos en terrenos es refutada por los expertos en terroir.

“Si bien el costo de la tierra ha subido en la ciudad, la calidad que recibimos de estos viñedos y sus frutos es inigualable, por lo que la calidad de nuestro terroir opaca el precio del metro cuadrado. El compromiso que tenemos como familia con la calidad y la comunidad es tal, que estamos en un proceso de replantación de viñedos, lo que confirma nuestra inclaudicable decisión de mantenernos produciendo vino en este lugar por muchas generaciones más”, afirma Cousiño.

El gerente general de Fuenzalida Desarrollo Inmobiliario, Rodrigo Fuenzalida, duda: “Conozco la viña Cousiño Macul. Esa gente claramente tiene un interés por hacer un desarrollo inmobiliario en toda su viña, salvo en la zona que es un parque privado dónde están las casas de ellos, que es un área pequeñita dentro de toda la viña, como 30 hectáreas”.

“Quizás por táctica o por discurso dicen que no tienen apuro, pero ellos van a desarrollar. De hecho cuando se inició el primer proyecto de casas en Parque Cousiño Macul nos contrataron a nosotros para el desarrollo y gestión de ventas, y teníamos en el centro de difusión de la viña una maqueta gigante expuesta a todo el público, donde estaba el 100% de la viña propuesta como un desarrollo inmobiliario, salvo esas 30 hectáreas de parque que son de la familia”, recuerda.

Explica que sus antiguos clientes hace ya tiempo que compraron terrenos en la zona de Buin para replantar sus viñas. “Es un plan de reciclaje. Ellos tienen claro que no puedes tener una viña en medio de una ciudad, cortando vías, tránsito, conectividad. Pero es un proyecto de largo plazo, hoy no hay demanda para copar esas 250 hectáreas”, sentencia.

Viñas entre edificios

Fuenzalida dice no conocer cuáles son los planes de las otras dos viñas, ambas contiguas a la Avenida Consistorial (ver foto) y vecinas al oriente de lo que fue Cousiño Macul, pero coincide con sus colegas en que podrían estar tratando de lograr normas más beneficiosas para ellos desde el punto de vista constructivo.

“Quizás quieren negociar una modificación al plan regulador para construir con una mayor densidad. Yo creo que están esperando que el plan regulador les permita densificar, porque ahora los obligan a hacer casas, que son muy caras. Es un negocio muy lento”, reflexiona.

En Aquitania, explican que si bien la presión inmobiliaria es notoria, también es soportable. “Al lado de nosotros se están construyendo cinco torres de doce pisos. Pasaron los permisos en un momento en que a la municipalidad la pillaron volando bajo y metieron unas torres gigantes destruyendo un poco el medio ambiente y el tipo de comuna con vida de barrio que tenemos acá”, ejemplifica.

No obstante, De Solminihac descarta tener interés en obtener provecho de una eventual especulación inmobiliaria: “Quizás sabemos que tenemos los días contados, pero mientras tanto estamos enfocados en hacer los mejores vinos que podemos en este terroir realmente único. Es puro amor de los socios por la vitivinicultura. Tienen una inversión aquí y no piensan vender”.

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