La gran dotación

de la ANI es más de Concertación que

de derecha”.

Ricardo Neeb, catedrático UC y

ex jefe de Contrainteligencia.

“Está rara la cosa”, dice un agente de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), al hablar de los cambios de personal del nuevo director del organismo, el abogado Luis Masferrer.

De partida Masferrer —quien se excusó de hablar— contrató a su colega Jorge Chocair como director de Contrainteligencia. Chocair hasta este año era socio de Masferrer en su estudio de abogados.

Y si bien Chocair fue más conocido por su trabajo en la Fiscalía Nacional a cargo del área de cooperación internacional, él tiene experiencia en el rubro: estuvo en la ANI cuando se llamaba Dispi (Dirección de Seguridad Pública e Informaciones), que fue el primer organismo de inteligencia civil en Chile. Fue contratado por la Concertación y fue uno de los creadores del departamento islámico.

Pero cuando la Dispi se transformó en ANI en 2004 y José Luis Castro (cercano al diputado DC Aldo Cornejo) fue nombrado como jefe de la División de Contrainteligencia, renunció.

El nombramiento del segundo a bordo, el contralmirante (r) de la Armada David Hardy, también fue atípico: La tradición en la agencia es que el nuevo director nacional escoge a sus directores y, entre ellos, nombra a un “primus inter pares” para ejercer como subdirector. En este caso, Masferrer fue nombrado por el gobierno como director al mismo tiempo que Hardy lo fue como subdirector.

Según el compromiso de campaña de Piñera, se creará un sistema del mando civil más empoderado que el actual, haciendo obligatorio que todas las ramas de inteligencia de las Fuerzas Armadas, de las policías y de Gendarmería, entreguen la información requerida. Por ello, dice una fuente de la ANI, como ex uniformado y como ex director de Inteligencia de Defensa del Estado Mayor Conjunto, Hardy crea menos resistencias para realizar esa labor. Hasta hoy, por ley, es el director de la ANI quien ejerce esa función, aunque puede delegarla.

El regreso de un escritor

El antropólogo Igor Carrasco Neira trabajó en el área de contrainteligencia cuando la ANI era dirigida por Gustavo Villalobos en el primer gobierno de Bachelet . Antes de ingresar al organismo fue jefe de gabinete del ex ministro vocero de Patricio Aylwin, Enrique Correa (PS), aunque él habría sido cercano a Soledad Alvear (DC).

Dicen que en la ANI tuvo el mérito de ser el primero en hablar de ciberguerra y fue jefe de ese departamento. Fue despedido en el primer gobierno de Piñera y recontratado ahora. Hoy él tendría asignada la labor de levantar la futura escuela de inteligencia, en el marco del plan para reformar el Sistema Nacional de Inteligencia, prometido por el Presidente.

Carrasco Neira tiene otra faceta: bajo el seudónimo de Bravo León es el autor de la novela “El espía francés”.

Otro que vuelve a la agencia es el periodista Carlos Saldivia, quien trabajó con Villalobos y codo a codo con Chocair en terrorismo islámico. Salió durante el primer gobierno de Bachelet y fichó en El Mercurio.

Sale de un paréntesis

Horacio Espejo no es “retornado” ni nuevo en la ANI. Era jefe del Departamento Económico con Villalobos, hace un par de años se le quitó esa jefatura y fue destinado a estudiar a tiempo completo en la Anepe. Volvería como jefe del Departamento Económico e Internacional.

La ANI también recibirá a dos desconocidos para ella: el ex fiscal de Curacaví, Manuel Cáceres, como jefe de Violencia Política e Ignacio Nicolosi como jefe de Ciberseguridad, quien durante el primer gobierno de Piñera trabajó junto al subsecretario de Interior Rodrigo Ubilla y al ex fiscal Alejandro Peña. Entonces le interesaba explorar nuevos métodos, por ejemplo, disuasivos, con uso de tecnología.

Despedidos

Con una planta fija de alrededor de 120 personas, para las nuevas contrataciones hubo que despedir personal. Del Departamento de Violencia Política, que en los últimos años lidió con los anarquistas, salieron dos analistas. Uno de ellos fue quien se dio cuenta de que los perpetradores del atentado en contra de la Basílica del Pilar en Zaragoza eran los chilenos Mónica Caballero y Francisco Solar. Otro es un ex MIR, que escribió libros y artículos de estudio sobre ese movimiento. El primero de los analistas llegó en tiempos del primer gobierno de Piñera —contratado por el director de entonces, Gonzalo Yuseff— y el segundo venía desde la Dispi y trabajó de forma continua hasta hace poco.

También fue desvinculada una analista de contrainteligencia e ingeniera medioambiental experta en armas químicas y en contraproliferación, es decir, en evitar que Chile sea utilizado para triangular tecnología nuclear. Además salió el jefe del Departamento Internacional.

Entre los últimos contratados por Villalobos en 2015 y 2016, hasta la semana pasada seguían trabajando en la ANI el académico Iván Witker —quien ha realizado trabajos para la Fundación para el Progreso—, Luis Oro, de Administración y Finanzas y los analistas de Conflictividad Social Fernando Reyes y Víctor Espinoza.

Ex jefe de Contrainteligencia, Ricardo Neeb

“Hace falta una despolitización de la ANI”

“Es difícil entender que gente contratada en tiempos de Villalobos luego sea recontratada en este gobierno, pero desconozco quiénes son y qué harán”, dice el profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la UC y ex jefe de la División de Contrainteligencia de la ANI en tiempos del primer gobierno de Piñera, Ricardo Neeb.

—Si el gobierno quiere hacer crecer a la ANI requiere de un proyecto de ley ¿No estará buscando dar garantías de que no politizará el organismo a su favor?

—Sí, pero la gran dotación de la ANI es más de Concertación que de derecha. Hace falta una despolitización de la ANI, una carrera funcionaria, con un sistema de reclutamiento transparente para los postulantes, pero no abierto. Hoy cualquiera entra en cualquier grado y es ascendido en forma arbitraria.

—¿Qué señal implica que el gobierno haya nombrado al director y al subdirector al mismo tiempo?

—Es una señal de que la ANI será dirigida por dos personas con competencias y mostrar un equipo, no a una sola persona que llega a poner los suyos. Que Hardy sea un marino les da confianza a los uniformados y podría tener más injerencia en coordinarse con las fuerzas. Y además Hardy, al ser nombrado directamente por el gobierno, tiene más espaldas.

Por su parte, el ex subdirector de la ANI, Pedro Anguita, dice que el proyecto de crear una escuela nacional de inteligencia “se ve muy grande para la actual planta” (cerca de 120 personas), por ello es que cree que el organismo crecerá, “porque hay que aumentar las capacidades de nuestro país y la escuela también podría formar plantas para las distintas ramas de las fuerzas armadas”.

—¿Qué área priorizaría?

—Ciberinteligencia, porque es cómo se mueve el mundo. Son muchos los objetivos que pueden ser atacados y nuestras instalaciones para hacer frente a estos problemas son escasas.

—¿Qué piensa de que un abogado asuma esa área (en la ANI)?

—Depende de la experiencia más allá de los títulos. Para estas cosas también se requieren reglamentos, cuestiones legales y lo otro es la parte técnica, como los antivirus. La ANI tendrá una reforma integral y sobre eso hay consenso, porque hay nuevos desafíos, nuevas amenazas. Ya no hay un enemigo interno de baja intensidad; hay bandas internacionales.

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