El responsable

de los precios en este momento es el supermercado”

Jorge Schmidt, el mayor productor del país.

La palta fue tendencia esta semana. Su precio se fue a las nubes, por lo que fue blanco de bromas, reclamos y un sinfín de explicaciones, unas técnicas y otras no tanto.

“Voy a comprar 2 paltas y las voy a poner en un fondo mutuo”, escribió una tuitera y ganó 500 me gusta en poco rato. No faltó el que rebautizó a Andrónico Luksic como “Paltónico Luksic”.

Es que no fue sólo que el kilo superara los $4.400 en la feria o en los supermercados. Coincidió con un reportaje del influyente diario inglés The Guardian, del jueves 17, titulado “Campesinos chilenos afirman que el apetito británico por las paltas está secando la región”. Era el tercer medio europeo en sindicar a los productores de paltas de Petorca como responsables de la sequía en el valle y de extracción ilegal de agua para riego. Y obviamente varios vincularon esta crisis hídrica con una menor oferta y, por tanto, con un mayor precio.

La explicación la tiene mayo

Pero el alza del precio de la fruta más mencionada del momento, no tiene nada que ver con Petorca. Aunque hasta el ministro de Agricultura, Antonio Walker, se equivocó al afirmar en Tele13 AM, el mismo jueves 17, que “las paltas se producen generalmente en La Ligua, Petorca y Cabildo” y que la sequía que afecta a esa zona era la una de las variables culpables de la carestía.

Esas tres comunas, que forman la provincia de Petorca, representan el 16% de la superficie plantada de paltos en Chile, y la de Quillota es la mayor productora, con el 24%, según Odepa.

La explicación del alza de precios es más simple. “Mayo es el mes más caro de las paltas, porque baja la producción y muchas veces el comercio pone precios más prohibitivos; es un problema asociado a oferta y demanda”, dice el director del Departamento de Producción Agrícola de la Facultad de Agronomía de la U. de Chile, Thomas Fichet.

La versión del rey de la palta

En Panquehue, provincia de San Felipe, el mendocino Jorge Schmidt Girotti (69) tiene plantadas 1.500 hectáreas de paltos, principalmente en laderas de cerros, lo que lo convierte en el mayor productor individual de Chile. En sus predios, donde hay paltas hasta la cota mil, construyó 1.400 kilómetros de caminos e instaló tres millones de metros lineales de mangueras. Su campo es visitado por compradores y competidores.

“El precio de la palta no tiene nada que ver con la sequía de Petorca”, asegura. “El alza es porque no hay palta chilena. La temporada de palta en Chile va de julio a abril. En mayo y junio no hay producción. El responsable de los precios en este momento es el supermercado: paga $1.800 el kilo de palta importada (incluyendo seguros y transporte), pero margina un 50% o más”, afirma el empresario.

Otro factor que ha hecho subir el precio es el aumento del consumo mundial, asegura. En una década, Estados Unidos pasó de 20 millones a 60 millones de libras semanales. Y Europa pasó de 280 millones a 340 millones de kilos al año.

“Hace cinco años, el precio libre al productor era de US$ 1,25 el kilo. Hace tres años, era US$ 1,8. En 2016, fueron casi dos dólares. Y la temporada pasada, US$ 2,66. Ha subido 112% gracias al aumento del consumo”, celebra Schmidt.

Palteros han arrancado 4 mil hectáreas

Las razones de la sequedad de Petorca

Petorca efectivamente sufre una sequía que aunque no sea causa del alza de precios, ha obligado a sus agricultores a dejar incluso el negocio. Entre 2014 y 2017 arrancaron el 83% de la superficie plantada (4 mil hectáreas de paltos) por falta de agua. La razón: el cambio climático, que agudizó el proceso de desertificación que viene avanzando desde el norte, y que redujo la nieve en la cordillera, el gran reservorio de agua de la agricultura de estas regiones.

“La zona central de Chile (desde La Serena a Temuco) entró en una crisis hídrica en 2007, es decir, una caída pluviométrica permanente de un 25% a 30%. No es que un año llueva y el otro no, como antes. Es una tendencia hacia una desertificación”, explica Patricio González, climatólogo de la Universidad de Talca.

Pero los agricultores han seguido usando a igual ritmo la poca agua de la cuenca de los ríos regionales, como el Petorca o el Aconcagua, lo que ha ido agotando el recurso. Han intentado reaccionar, pero no han podido. Por ejemplo, con riego tecnificado. “En la zona central, entre La Serena y Temuco, no más del 40% es tecnificado. Es caro y hay que capacitar al agricultor, porque en el riego por surco o por tendido se aprovecha el 30% del agua. El 70% se pierde, se infiltra en la tierra o vuelve a los canales. Tampoco hay embalses para almacenar la lluvia que cae entre mayo y septiembre en la zona central. Toda esa agua se pierde. El agua se la llevan los ríos al mar. Hay que guardarla en el invierno para tenerla disponible en el largo y caluroso verano”, comenta González.

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