Cuatro de los cinco sacerdotes que serán recibidos por el Papa conocieron de cerca de Fernando Karadima, el religioso condenado y recluido por abuso sexual y de poder perpetrado mientras era párroco del Sagrado Corazón de Jesús en Providencia. Javier Barros Bascuñán, Eugenio de la Fuente, Sergio Cobo Montalva y Alejandro Vial Amunátegui encontraron su vocación religiosa mientras eran feligreses en El Bosque. Francisco Astaburuaga, en cambio, jugó un rol clave al apoyar a James Hamilton, una de las víctimas de Karadima, a proseguir con su acusación y lo volvió a conectar con Juan Carlos Cruz para que éste diera su testimonio.

De todos ellos, quizás el que presenció actos de forma más reiterada fue De la Fuente. Actual párroco de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa (Quinta Normal), entre 2001 y 2009 fue vicario de El Bosque y dormía en la pieza contigua a la de Karadima. Más aún, cuando estalló el escándalo en 2010, según aparece en el libro «Los secretos del Imperio de Karadima», de Mónica González, Juan Andrés Guzmán y Gustavo Villarrubia, visitó al empresario Jorge Said a fin de que apoyara económicamente la defensa del acusado sacerdote. Claro que ese mismo año, en agosto, firmó la carta que marcó el quiebre del círculo de Karadima. De la Fuente apoyó ahí a los denunciantes.

Un poco antes de esa carta, en julio, De la Fuente declaró ante el fiscal Xavier Armendáriz —el primer instructor del caso en los tribunales ordinarios— y ahí le contó que “el padre (Karadima) tenía gestos con los jóvenes que íbamos a la parroquia como, por ejemplo, tocar los genitales. Y a veces, al acercarse para dar un beso, como se haría con un padre, él sacaba la lengua y se la pasaba por la mejilla. Y también había un vocabulario ambiguo, como de contenido sexual latente o implícito, como la palabra cueto”.

De la Fuente, que fue ordenado sacerdote en junio del 2000, prosiguió con los años dando declaraciones. En 2015 le dijo al ministro de fuero Juan Muñoz Pardo, quien instruía la demanda civil de tres víctimas de Karadima en contra del Arzobispado de Santiago, que en los años 80 dos rectores del Seminario Mayor de Santiago, Benjamín Pereira y Juan de Castro, habían cuestionado los vínculos que Karadima tenía con los novicios que provenían de esa parroquia.

El beso

Aunque no estuvo presente en la conferencia de esta mañana, Sergio Cobo, actual párroco de la Inmaculada Concepción de Vitacura, es otro que declaró ante la justicia por las acciones de Karadima. También firmó la carta de agosto de 2010 en apoyo de las víctimas. El llegó a El Bosque en 1984, con catorce años. Se incorporó a la Acción Católica y escogió a Karadima como su guía espiritual. Fue vicepresidente de ese grupo cuando era liderado por James Hamilton.

Su declaración ante la ministra Jessica González (segunda instructora del caso luego que Armendáriz se declaró incompetente porque los hechos habían ocurrido antes de la vigente de la reforma procesal en Santiago) permitió la apertura de un cuaderno secreto. Según el relato que aparece en la sentencia de González, Cobo “en el comedor vio y sufrió tocaciones, toquecitos a la pasada y también al saludar, con relativa frecuencia. También lo vio y lo sufrió en la habitación” de Karadima. “A los 22 años, en una oportunidad que se despedía del padre y en presencia de otra persona, Karadima lo tomó de los hombros y le dio un beso directo en la boca, en los labios apretando los suyos contra los de él. Eso lo desconcertó pero nunca más pensó en ello”, dice el fallo de la ministra.

Testigo de tocaciones

El mayor del grupo de los cuatro, Javier Barros Bascuñán, párroco de San Francisco de Sales en Providencia y ordenado sacerdote en noviembre de 1992, también fue testigo de estos hechos. Según el libro «Los secretos del Imperio de Karadima», el sacerdote Francisco Walter habló con Barros Bascuñán respecto a lo que estaba sucediendo en El Bosque. “Nos abrimos los dos. El me contó que tenía la sospecha que el padre era homosexual, lo había visto en actitudes ambiguas, había visto tocaciones en los genitales, abrazos y besos indebidos (…) Paralelamente Javier había hablado con Andrés Ariztía y habían llegado a la misma conclusión”.

No sólo eso. También según el relato que Juan Carlos Cruz entregó en ese mismo libro, Javier Barros estuvo con él en el mismo grupo de jóvenes de El Bosque que llegaron al seminario para convertirse en sacerdotes (los otros fueron Hans Kast, Diego Ossa y Samuel Fernández). De acuerdo con ese mismo relato, en octubre de 1987, Javier Barros presenció la sesión en la parroquia donde Karadima retó a Cruz por estar haciendo amigos en el seminario que no provenían de El Bosque. Javier Barros Bascuñan también firmó la carta que en agosto de 2010 apoyó a las víctimas y después, cuando el cardenal Francisco Javier Erráruriz intervino la Unión Sacerdotal, fue uno de los religiosos que el arzobispo de Santiago designó.

Mientras que Alejandro Vial Amunátegui, párroco de Nuestra Señora de las Mercedes de Puente Alto y ordenado sacerdote en enero de 2001, también presenció las conductas de Karadima, aunque en su caso aportó a la ministra Jéssica González un elemento distinto. En mayo del 2011 él había escuchado cuando el párroco de El Bosque decía que el cardenal Errázuriz “es un demonio”. De todos modos, según el testimonio que entregó ante la jueza “el Padre Fernando tenía un carácter fuerte, explosivo, exagerado en sus reacciones y retos que designaban en el grupo como ‘Factor K'. Veía que los seminaristas de El Bosque le preguntaban todo al Padre Fernando y le obedecían ciegamente”. El fue testigo de retos y de la exclusión de dos religiosos, aunque “nunca vio ni sufrió de conductas sexuales indebidas, sólo oyó a un sacerdote llamar a otro ‘Gorda', lo cual le pareció impropio”, dice la sentencia de la ministra.

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“Una alegría muy profunda, “un consuelo muy grande”, “un sentimiento de gratitud”. Así calificaron esta mañana los sacerdotes Eugenio de la Fuente y Alejandro Vial la invitación que realizó el Papa a siete sacerdotes y dos laicos ex miembros de la Iglesia El Bosque que sufrieron o acompañaron a las víctimas del “sistema abusivo” que impuso Fernando Karadima.

Esta mañana, De la Fuente y Vial, acompañados del también sacerdote Francisco Astaburuaga, quien durante 20 años ha asesorado legal y espiritualmente a las víctimas, leyeron una declaración pública en que señalan esperar que el encuentro “pueda servir para dar voz a muchos otros que han sufrido abusos o han acompañado a abusados”.

También agradecieron la invitación y la intención del Papa “de desarrollar un proceso sinodal para alcanzar el reestablecimiento de la justicia”.

Estructura que genera abusos

De la Fuente contó que llegarán a Roma este viernes y que el sábado comenzarán las entrevistas, en las que compartirán sus experiencias personales y entregarán al Papa algunas ideas sobre qué medidas deben tomarse para evitar la repetición de los abusos de conciencia y abusos sexuales en general. “Proponerle soluciones, que son muchas, para salir adelante de este gran problema estructural que ha permitido que ocurran este tipo de abusos”, dijo.

—¿Hay entre ustedes algún caso de abuso sexual que permita interrumpir la prescripción?

—Es súper delicado —contestó De la Fuente— que cada uno empiece a contar, sobre todo quienes han sufrido abuso sexual, por una cosa de exposición... Durante el proceso (se refiere a la investigación penal) ocurrió que habiendo víctimas que podrían haber declarado, porque el proceso de la víctima es tremendamente delicado y por respeto a una persona que no era capaz de enfrentarse a la exposición pública, la situación quedó suspendida.

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