En Santiago

viven 5.700 personas en la calle, 65% más

que en 2005.

En Santiago hay poco más de 5.700 personas en situación de calle, según el más reciente catastro —publicado hace un mes— del Ministerio de Desarrollo Social (65% más que en 2005). Es factible que en él haya figurado Carlos Núñez Valenzuela (46), y ahí seguiría si no fuera porque el 26 de abril lo mataron en la Alameda, a 15 cuadras de La Moneda. De madrugada, con 5 puntazos en el cuello y uno en la espalda, junto a una cámara de vigilancia.

Pero Núñez era todo menos un vagabundo de ánimo cambiante. Hay registros audiovisuales donde habla de su amor por los perros y de cómo dormir a la intemperie. Su muerte fue sentida por muchos que lo conocieron viviendo en la calle, que en Facebook e Instagram crearon páginas para recordarlo y buscar dueños a sus mascotas. Son los mismos que organizaron dos ceremonias para su funeral. Una fue en Santiago y otra en Curicó, su ciudad natal, donde incluso llegó una pareja de La Serena que esperaba que fuera su padrino de boda. Se quedaron con su polerón polar, una mochila y un reloj dorado, los bienes que dejó en la Tierra.

En la calle lo conoció Wester Brito, un venezolano que hace 8 meses está en Chile. Tiene un canal en YouTube, al que subió una entrevista que le hizo el 24 de marzo, un mes antes del asesinato. “Me gusta hablar con la gente y quise entrevistar a alguien que viviera en la calle. No era fácil, porque tenía que ser algo cómodo, y a veces las personas tienen ánimo errático, se ponen agresivas. Pero él fue distinto”.

En ese video, y mientras caminaban por Alameda, donde Carlitos ya pernoctaba, con voz ronca le decía a Brito que hay pocos amigos en la calle, que cuando a veces él creía poder confiar en alguien, ese alguien le quitaba sus cosas. Wester lo llevó a cortarse el pelo y la barba a la peluquería Black & White, en Estación Central. También a comprar ropa. En la entrevista le contó que tenía un trabajo de jardinero, y por eso se compró dos relojes para despertar en la mañana. Uno es dorado.

El pololo, la polola

Blanca Gallardo se topó con Núñez por primera vez una mañana de 2012, en Santa Rosa con Santa Isabel. Iba a comprar y él dormía abrazado a Pulgas, su can de entonces. “En el barrio le decían Pololo, porque a todas las mujeres las llamaba ‘Polola'”, cuenta. Ella y Noreidi Díaz crearon Facebook e Instagram (@carlitosysusperritos) para hallarles dueños a Melchor, Rocky e Igor. Quieren que a los dos primeros los adopten juntos, porque son inseparables.

Por un tiempo, Blanca cuenta que le perdió la pista. Fue cuando él se fue de donde dormía en Santa Rosa, ya que los inspectores se llevaban sus cosas. Hace dos años, cuando ella cruzaba la plaza de San Isidro con Curicó, Pulgas apareció moviendo la cola. “Se acercó una persona en uniforme de aseo municipal. Era Carlitos, que trabajaba limpiando esa plaza y dormía ahí por las noches. Siempre buscaba lugares sin drogas o alcohol”, recuerda.

Seguiría ahí si no fuera porque en noviembre, y en plena plaza, Rodrigo Ruiz, con antecedentes por droga, le pegó con un palo en la cabeza. Blanca lo llevó a la Posta Central, donde le diagnosticaron un TEC y contusión cerebral. A Ruiz lo multaron con un tercio de UTM, que el juez del 7° de Garantía, Mario Cayul, estimó pagado con la noche de detención.

Carlos dejó el lugar porque no quería volver a toparse con Ruiz. La última vez que Blanca lo vio fue hace dos meses, cuando él pasó por la plaza, pero no quería volver. Tenía un lugar en la Alameda. Eso, hasta que Blanca recibió el llamado de Noreidi a las 6:15 del 26 de abril: los perros estaban en las noticias de la televisión, en la escena de un crimen.

Guardia, jardinero, copero

Cuando Catalina Núñez nació en Curicó, en 1991, su hermano Carlos estaba en Punta Arenas, en el servicio militar. “El primer recuerdo que tengo es de él yendo a buscarme a kínder. Siempre estaba lejos, trabajando. De vuelta me traía cosas, un piano de juguete o una muñeca. Con el Carlos somos 9 hermanos”, dice.

Saben que vivió en muchos sitios y llegó hasta Tacna, donde se casó. Su esposa falleció, dice Catalina. Fue guardia —ahí está la foto ante un Banco Osorno de Curicó, que tiene su mamá—, copero, jardinero, cargador, entre otros oficios. “La última vez que lo vi fue en agosto de 2015. Se peleó con mi papá, pescó su bicicleta y partió. Pelearon porque mi papá vio que estaba tomando vino blanco. Se ponía agresivo con ese trago. El jueves 26 en la mañana, un cuñado escuchó en la televisión el nombre completo y fue a la comisaría a decir que teníamos un pariente que se llama así. En la tarde sabíamos que era él. Al principio, mi papá seguía enojado, pero ahora lo hemos visto triste”, dice. “He estado llamando al comisario de la Brigada de Homicidios, pero nunca tiene novedades. La última vez me dijo que fuera al Ministerio Público, a Santiago”, cuenta desde Sarmiento, un arrabal curicano.

Arriba: Carlos Núñez

cuando trabajó de guardia en un banco en Curicó. Derecha: la última imagen del “Pololo”, en la Alameda.

Fotos: Facebook Carlitosysusperritos.

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