Uno puede estar decepcionado por lo poco preparado de nuestros líderes para este nuevo mundo”.

Lo que el ascensor hizo verticalmente, el vehículo autónomo lo hará horizontalmente”.

Algunas de las ideas de Amin Toufani, director de Estrategia de Singularity University, pueden parecer extraídas de los sueños más locos de escritores como Isaac Asimov, Neal Stephenson o Philip K. Dick. Pero para el futurólogo norteamericano con estudios de Inteligencia Artificial, Finanzas y Economía en Harvard y Columbia, son muy reales. Y mejor aún: cada una es un potencial futuro negocio y la posibilidad de crear el próximo Google o Amazon y volverse rico.

Las llamadas “tecnologías exponenciales” (inteligencia artificial, nanotecnología, blockchain, etc.) son el principal foco de estudio y negocio del think tank, universidad e incubadora de negocios high tech Singularity University ubicado en Silicon Valley, Estados Unidos. Y aunque estas áreas puedan oler a ciencia ficción, en las aulas de la institución ya se dan por sentadas. La idea es ir más allá, adelantarse y encontrar posibilidades de negocio que hoy pueden parecer inimaginables.

En sus charlas e investigaciones, Toufani ha acuñado el término “exonomics”, menjunje en inglés de las palabras “economía” y “exponenciales”, para referirse a los fenómenos en que estas tecnologías interfieren variables económicas como el PIB, el desempleo y la desigualdad en la distribución de las riquezas.

Empresarios y políticos del mundo han dicho que estas tecnologías podrían intensificar la desigualdad económica del mundo. Chile ya es uno de los países con mayor brecha en la distribución de riqueza según la OECD. Entonces ¿qué recomienda hacer para que su auge no cause aún más desigualdad?

—Existen evidencias de que una exposición desigual a los beneficios de las tecnologías aumenta la desigualdad dependiendo del estado socioeconómico de la persona previo a su auge. La productividad ha aumentado constantemente en los últimos 60 o 70 años, pero los salarios ajustados a la inflación se han estancado durante los últimos 40 años. Este aumento en productividad coincide con la aparición de los microprocesadores y circuitos integrados.

No parece para nada un panorama alentador para un país como Chi...

—... ¡Sin embargo! Estas tecnologías han tenido otro efecto social que no se considera: hoy todos somos más conscientes de estos problemas (desigualdad) y también nos estamos viendo beneficiados de una deflación tecnológica. Las cosas se vuelven más baratas y son más accesibles que nunca. Si bien la desigualdad económica rara vez pudo superarse sin violencia, hoy podríamos lograrlo con creatividad, con tecnología. Un ejemplo: creo que en 2030 la mayoría de los países tendrá debates públicos sobre un ingreso básico universal, que servirá para combatir esta desigualdad.

Líderes no preparados

Usted comentó en una entrevista que estas tecnologías no son buenas para el desarrollo del PIB. ¿No debería ser al revés, porque aumentan la productividad?

—¿Qué tienen en común las guerras, los accidentes de auto y las cavidades dentales? Todos impulsan el PIB de un país. Las tecnologías exponenciales destruyen cadenas de valor y hacen las cosas más baratas y accesibles. Esto es una buena noticia para algunos, pero mala para el PIB en general. Si encuentras la cura al cáncer o un protector de dientes perfectos hay una serie de industrias que desaparecerán y con ellas su aporte al PIB.

También dijo que se había juntado con 3 primeros ministros y que ninguno estaba preparado para “este nuevo mundo” y sus implicancias para la sociedad. ¿Es optimista sobre el futuro, de todas formas?

—Uno puede estar decepcionado por lo poco preparado de nuestros líderes para este nuevo mundo, o puede estar optimista sobre el hecho de que estemos hablando de esto ahora. Elijo ese último punto de vista.

Lo “poco obvio”

Hagamos un poco de futurología: ¿Qué efectos inesperados o quizá hasta contra intuitivos podría tener en nuestra sociedad una de las más comentadas tecnologías de este tipo, los vehículos autónomos?

—Un ejemplo poco obvio es su efecto en el negocio inmobiliario. Si tu tiempo en el auto ya no es tiempo perdido (puedes leer, dormir, trabajar) no te preocupará pasar unos 10 minutos más en el auto al día. No te preocupará, entonces, vivir más lejos de tu trabajo o de tu vida social. Imagina los efectos: incrementará el espacio de sectores inmobiliarios posibles. Piensa en el ascensor como en el primer vehículo autónomo: nos hizo indiferentes a las distancias verticales a la hora de elegir una vivienda. Lo que el ascensor hizo verticalmente, el vehículo autónomo lo hará horizontalmente.

¿Y los efectos de la blockchain (base de datos distribuida entre usuarios donde se registran datos de un sistema), como las transacciones de bitcoins?

—Nuestras vidas dependen de intermediarios en quienes confiamos, pero las blockchains nos permiten hacer transacciones seguras, que podrían ser inmediatas, sin tener que confiar en tu contraparte o en un intermediario. Podemos imaginar que la tecnología blockchain nos permita hacer un juicio político automático a una autoridad elegida que se alejó demasiado de sus promesas de campaña. O un mundo en que dos partes en disputa prefieren llevar su caso judicial a un tribunal público con blockchain, en donde un jurado de un millón de personas votará y decidirá el veredicto.

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