Me han dicho que es un brazo de mar, que tiene una fuerza increíble como productor”.

Héctor Soto

Crítico de cine

Se encargó de estudiar cómo funcionaba el mercado audiovisual. Tuvo que aprender a golpes”.

Alfredo Castro

Actor

Contrario a lo que podría pensarse, cuando el pasado domingo “Una mujer fantástica” ganó un Oscar, Pablo Larraín (41), uno de los productores de la película, no subió a su cuenta de Instagram una foto de la estatuilla; o de la actriz transgénero Daniela Vega; o de la ceremonia de premiación en Los Angeles; o de la sonrisa de la actriz Rita Moreno al coronarlos como la Mejor Película Extranjera de 2017. Lo que hizo Pablo fue subir una foto con su hermano: Juan de Dios (39). “Gol. Te amo”, escribió.

El gesto no solo inmortalizó la relación entre Pablo y su hermano menor. También demostró el íntimo trabajo que ambos han realizado desde el estreno de “Fuga” (2006), la primera cinta de Pablo, y su consagración en el extranjero con “No” (2012), y luego con “Neruda” (2016).

“Los hermanos Larraín han hecho un trabajo excepcional. Desde su primer largometraje, han aprendido muy bien cómo funciona el circuito de películas de autor a nivel internacional y a desenvolverse rápidamente ahí. Por eso se distinguen tanto, por eso tienen tres nominaciones al Oscar y profesionalizaron el cine chileno a nivel nacional, pero sobre todo internacional”, asegura el crítico de cine René Naranjo.

La sociedad entre estos hermanos más allá de sus lazos familiares—son hijos del futuro ministro de Justicia Hernán Larraín y la ex ministra de Vivienda Magdalena Matte—, comenzó en 2004 cuando fundaron la productora Fábula, empresa que tiene 25 películas a su haber, además de una serie de televisión para HBO (“Prófugos”) y más de 500 comerciales.

Naranjo explica que un hito importante en sus carreras fue su primer viaje al Festival de Cannes, en Francia en 2008, para presentar la segunda película de Pablo, “Tony Manero”, protagonizada por Alfredo Castro. “Allí se dieron cuenta de que la Quincena de Realizadores era la sección del Festival donde tenían que estar, porque era donde podían promover y encontrar el reconocimiento que esperaban de la crítica y de los grandes distribuidores internacionales. Esa sección se convierte en su trampolín hacia el despegue internacional, en la vitrina perfecta para el trabajo de Fábula y de Pablo”, dice.

Juan de Dios también lo recordaba de esa manera, en una entrevista a revista Capital, en agosto de 2016. “Me acuerdo perfectamente del momento en que Pablo me llamó para decirme que habíamos sido seleccionados (...) No lo podíamos creer. Con Cannes se nos abrió el mundo. Entendimos qué rol podíamos tener en la industria, qué oportunidades teníamos. Y nos dimos cuenta de que había oportunidades”, dijo en ese entonces.

“Es gerente y líder”

El actor Alfredo Castro recuerda el inicio de esta carrera vertiginosa, mientras grababan “Tony Manero”: “Juan de Dios estaba encargado de la logística y la estructura. También se encargó, como buen abogado, de estudiar cómo funcionaba el mercado audiovisual. Tuvo que aprender a golpes. Ttodo fue de un día para otro”.

Ser productor de Fábula le planteaba un desafío: no sólo tenía que trabajar estrechamente con su hermano director, escogiendo el elenco y el equipo técnico, sino que también cumplir con el rol de empresario cinematográfico, haciéndose cargo de la parte comercial. Y para lograrlo Juan de Dios debía manejar conocimientos distintos a los que había adquirido cuando estudió Derecho en la U. Católica. Por eso, entre 2008 y 2009 cursó un Executive MBA (una especialización en administración de empresas) en la U. Adolfo Ibáñez, en donde tuvo ramos de Marketing, Decisiones Gerenciales, Finanzas y Emprendimiento, entre otros.

Para Naranjo, la inteligencia de Juan de Dios va más allá de cambiar de rubro. “Producir películas tiene muchos aspectos de la ingeniería comercial, pero él también sabe qué proyecto es atractivo. Eso no cualquiera sabe reconocerlo”, explica. Algo similar opina el crítico Héctor Soto, quien afirma que los grandes productores de cine conjugan atributos que también ve en Juan de Dios: “Es gerente, estratega y líder. Me han dicho que es un brazo de mar, que tiene una fuerza increíble como productor. Pero yo creo que son un team: es probable que a Pablo sin su hermano le falte algo”, dice.

Naranjo agrega que el productor tiene una sensibilidad particular: “Es un gran aporte no solo en la producción, sino también en intuir cuáles son las películas que van a tener repercusión a nivel internacional, que pueden generar conversación e instalarse como innovadoras”.

Entre SCL y LA

“¿Cómo ha sido para ti y tu hermano venir de una familia de derecha?”, le preguntaron a Juan de Dios en revista Cosas en 2016. El cuestionamiento se repite en cada una de las entrevistas que los hermanos Larraín han dado desde que partieron su trabajo en el cine, distanciándose de la veta política familiar que sí siguió su hermano mayor, Hernán Larraín Matte, uno de los fundadores de Evópoli.

“Sin querer ser determinista, supongo que los modelos familiares disímiles te enriquecen y contribuyen a darte una apertura mental. No creo que se trate de parricidio, como se dijo también de Alberto Fuguet al rebelarse contra los escritores del boom. Los hermanos Larraín tienen su propia visión del mundo, que vemos reflejada en sus películas”, explica la historiadora del cine chileno Verónica Cortínez desde Los Ángeles. Así, películas como “Una mujer fantástica”, que tiene como protagonista a una mujer transexual, y “No”, que aborda el plebiscito de 1988 en Chile, son parte de sus producciones más importantes en el circuito internacional.

Circulación que tiene una razón: la asociación de Fábula con la productora estadounidense Participant Media en 2012, que ha financiado y coproducido más de 75 piezas, entre ellas “Spotlight” que ganó un Oscar como Mejor Película (2016), y que se encarga de mostrar las cintas en festivales internacionales. “No” fue la primera inversión de Participant en una cinta no hablada en inglés.

Mientras que la empresa francesa Funny Balloons desde 2011 es su agente de ventas en todo el mundo (con excepción de Chile), comenzando con “Tony Manero”. Tratos que llevaron a Fábula a abrir una oficina en Los Angeles en octubre del año pasado, cuyo objetivo es producir cintas habladas en inglés pero hechas por realizadores latinoamericanos y europeos. Símbolo de esto es el remake de “Gloria” (Sebastián Lelio, también director de “Una mujer…”) con Julianne Moore como protagonista.

En una entrevista en El Líbero a comienzos de marzo, Soto aseguró que los hermanos Larraín construyeron una plataforma cuya gracia “es que, asumiendo un riesgo que era difícil, optaron por proyectar su trabajo en grande. Están pensando en mercados muchos más amplios que el chileno y eso les da un mérito como productores. Además, pusieron al servicio del director de la película y del guionista, sus redes y toda la capacidad instalada que han ido construyendo en estos años”.

Mientras tanto, Fábula —instalada en calle Holanda, en Ñuñoa— seguirá funcionando con sus tres secciones: Fábula TV, Publicidad y Cine, área que se ha financiado, en parte, por fondos estatales. Sin ir más lejos, “Una mujer fantástica” tuvo un aporte del Estado de casi $346 millones, entre el CNCA, Corfo y BancoEstado.

Alfredo Castro concluye: “Ellos fueron capaces de gestionar y mantener grandes producciones, grandes montos de dinero, de forma absolutamente profesional. Es importante la confianza de una productora dentro del panorama internacional para que le den fondos y obtener alianzas con otros países”.

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