“La Pauline es ‘lo' Kantor, aunque les pese a los Salas Kantor”, dice el ingeniero comercial Karl Samsing, dirigente durante una década del Club de Ski La Parva, donde trabó amistad con la futura ministra del Deporte, Pauline Kantor Pupkin (53), quien ahora mismo se desliza por las blancas laderas de Avoriaz, en los Alpes franceses.

Primogénita del ingeniero químico Juan Carlos Kantor, empresario inmobiliario y dueño de Dimacofi, la periodista de la Universidad Católica se crió entre las canchas de arcilla y las de nieve. En esos escenarios, llegó a ser seleccionada nacional y dirigente deportiva, aunque nunca fue temeraria. “Es prudente y conservadora en todo orden de cosas. No destacó internacionalmente en su generación, pero brillaba por presentarse a primera hora a reconocer pistas, por el estado de sus equipos y conocimiento de los reglamentos. Es seria y matea”, recalca Samsing.

Este riguroso amor por el deporte se lo heredó su papá con mucha mayor potencia que a Arturo, su hermano oftalmólogo, y a Denisse, la menor, que es gestora cultural y nos cuenta: “Cuando era chiquitita, mi papá la llevaba a los campeonatos de tenis, la esperaba, la veía entrenar. Tuvieron a partir de ello una cercanía muy profunda”.

El deporte fue la religión que reemplazó al judaísmo con el que Juan Carlos Kantor se reencontró de adulto tras 8 años de sicoanálisis, ya que su infancia estuvo marcada por los terrores de su madre al nazismo. “Somos una familia completamente ‘holocausteada', por el lado de mi madre y el de mi padre”, narró en 2010, en un impresionante testimonio. “Nací en Checoslovaquia en 1938. Mi padre era un próspero abogado, que luego de ganar una importante causa en Praga, donde vivíamos, recibió un llamado. ‘Este es el último juicio que ganas, cerdo judío', dijeron y mi madre tuvo la intuición de que vendrían tiempos horribles y que debían emigrar. Mi mamá pensaba que ser judío significaba muerte, y quiso protegernos”.

Los Kantor y sus dos hijos se instalaron en Chile. El mayor se hizo católico, mientras Juan Carlos tuvo un largo reencuentro con sus raíces. En el mismo documental, dijo sobre Pauline: “La mayor de mis tres hijos no está ni ahí con la religión. En cambio, la menor es judía. Cuando se casaron, los tres lo hicieron sólo por el Civil, pero hoy Arturo y Denisse son judíos”.

El empresario murió trágicamente en 2013, a los 74 años. Estaba de vacaciones en su casa del lago Villarrica, vecina al Hotel Park Lake, eran las 6 de la tarde y dijo que iría a nadar. El cuerpo apareció sin vida horas después. Había sufrido un infarto mientras nadaba. La familia quedó devastada. En especial, Patricia Pupkin, su mujer, quien ha logrado superar su pérdida trabajando en la fundación que se dedica a los adultos mayores y que rebautizó con el nombre de su marido, y haciendo un programa en radio Agricultura.

“Mi mamá es fuerte de carácter y mi hermana heredó su capacidad para lograr todo lo que se propone. Pero mi mamá es acelerada y mi hermana no conoce el estrés. Tras la muerte de mi padre, ella cumple un rol articulador”, cuenta Denisse.

—El rol clásico de hermana mayor.

—Sí, tiene personalidad de hermana mayor: mandona, líder y muy dominante. Ella lo sabe y se ríe. Pero además es muy buena hermana, pendiente e incondicional. Siempre hemos vivido cerca, nuestros hijos son amigos, su casa es una open house y en la de Cachagua, tengo mi pieza. Es acogedora, generosa.

Pauline conoció al abogado Agustín Salas, su marido, en Pucón, hace más de 30 años. Tienen 5 hijos: Sebastián, 28; Benjamín, 26; Josefina, 24; Elisa, 20, y Francisco, 16. Desde Avoriaz, ella cuenta: “Crecí en una casa donde el fin de semana no existía otra opción que ir al Stade Francais y pasarse la mañana jugando tenis. Mi papá me transmitió el deporte como una forma de vida, con su lado competitivo, el desarrollo de valores y la construcción de relaciones afectivas profundas”.

“Mi papá estaría orgulloso”

Las Kantor Pumpkin estudiaron en el Santiago College y vivieron de niñas en Miami. Eso las convirtió en bilingües, lo que en los primeros años como periodista de Pauline, la llevó a escribir temas internacionales. Convocada por Verónica López, fue parte de los equipos fundadores de las revistas Caras y Sábado. La diseñadora Marta Infante, entonces directora de Arte de Caras, que se declara en las antípodas políticas de la flamante ministra del Deporte, afirma: “Me alegra mucho saber que habrá en el gabinete de Piñera alguien que es garantía de integridad. Los Kantor son gente bien hecha”.

La cercanía con los Piñera nace de la amistad de Patricia Pupkin con Cecilia Morel, quienes estudiaron juntas orientación familiar en el Instituto Carlos Casanueva. Pauline fue su brazo derecho en el programa Elige Vivir Sano, y antes había sido responsable de las celebraciones del Bicentenario. “Y los Piñera hoy viven en la casa que era de los Kantor en San Damián, así de cercanos son. El papá de la Pauline era encantador y guapísimo. A todas se nos cortaban los elásticos de los Chiteco”, bromea Marta.

Las amigas y amigos de la periodista se cuentan por centenares. No nos resultó encontrar a alguien que la pelara. Un medio le dio carácter de escándalo a que compartiera con los clientes de su agencia de comunicaciones Factor C los nombres de quienes integraban el nuevo gabinete. Otros han celebrado su relajada reacción tras el grosero trato que dio el Chino Ríos a un grupo de periodistas.

Ahora que el Chino pidió perdón por generalizar contra toda la prensa, ella nos escribe desde Europa: “Marcelo Ríos ha sido uno de los grandes deportistas del país y un aporte para el tenis. No voy a polemizar respecto de su forma particular de comunicarse. De eso se tiene que hacer cargo él y entiendo que ya lo hizo”.

Su amigo Karl Pupkin se anticipa a otra crítica posible. “Quizás digan que lo suyo ha sido el deporte de élite por excelencia, el esquí, pero para ser dirigente deportivo se requieren habilidades de gestión. Ella estuvo a cargo de la Federación de Esquí, y lo hizo regio, y eso puede aplicarlo a nivel masivo. Es conciliadora, pero tiene las ideas claritas y las defiende. Además sabe delegar”.

¿Qué espera ella de sí misma?

“Uno en la vida tiene sueños, la mayoría inalcanzables, de magnitudes que muy pocos tienen la posibilidad de concretar. A mí me habría encantando representar a Chile en unos Juegos Olímpicos, pero no pude, estuve lejos de hacerlo. Ahora me desvela cómo materializar el programa que construimos para llevar el deporte a todos los chilenos, además de apoyar el de alto rendimiento. Es un privilegio asumir esta tarea y sé que mi papá estaría muy orgulloso. De eso sí que no tengo dudas”.

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