Juan Manuel Silva (35)

“Mezcló todo y no tuvo respeto por nada”

“De esa curiosa mezcla de egolatría, picardía criolla e ingenio, lo que más me atrajo fue una escritura libre, que mezcló todo lo que pudo y no tuvo respeto por nada. Me quedo con los últimos versos de ‹‹Palabras a Tomás Lago››, en los que representa, a través de una ironía y tristeza, el pensamiento y el acto de pensar: una acción que configuramos y nos configura, como la poesía, pero que muchas veces no le importa a nadie: ‹‹Piensa, pues, un momento en estas cosas/ en lo poco y nada que va quedando de nosotros,/ si te parece, piensa en el más allá,/ porque es justo pensar/ y porque es útil creer que pensamos››”.

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Joaquín Trujillo (34)

“La antipoesía de Parra es un respiro”

“Nicanor Parra no es un completo transgresor, es un gran restaurador de una poesía de rimas sonoras, de objetos olvidados por la poesía chilena en su época triunfal, una poesía desacreditada, típica de instituciones públicas del siglo XX que se supo fundir con el hablar popular. El ingrediente nuevo de esta vieja receta fue una versión más sofisticada del humor del Chile abisal, y por él la antipoesía de Parra es un respiro del que la poesía chilena actual respira poco. Parra no pudo desterrar esa gravedad porque, en gran medida, su poesía jugó con esa circunspección que, en definitiva, es el tono dominante de la poesía clásica universal y chilena”.

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Diego Alfaro (34)

“Muestra que no hay límites”

“Leer sus antipoemas y descubrir los artefactos en la época del colegio me brindó, primero, la posibilidad de comunicarme con personas que tenían las mismas inquietudes, que nos deteníamos con curiosidad ante las palabras. Nicanor es la amistad ante todo, porque su poesía te impulsa a buscar a alguien en esa misma sintonía, la del sarcasmo y la crítica, pero también a desentrañar un arte hecho con inteligencia matemática. Y eso pega mucho cuando uno empieza a leer, porque te muestra que todo puede ser hecho, que no hay límites y que sumergirse en la sabiduría popular y en el habla cotidiana no es una tarea sin sentido, sino otra parcela más por explorar. Sin esa libertad me hubiera costado mucho encontrar mi propia experiencia de la libertad”.

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Sebastián Herrera (34)

“La popularización de la poesía”

“Parra es uno de los artífices de la popularización de la poesía. Permitió que soportes no convencionales al campo poético —diarios, revistas, TV, radio y sitios de internet— den vitrina a este oficio, sin parodiarlo, caricaturizarlo o ridiculizarlo. Su trabajo fue una respuesta adelantada a la tiranía de «Morandé con Compañía» y a todos los subproductos asociados. Fue un puente que permitió que nos relacionemos, sin temor, con los clásicos, como lo que hizo en «Lear, rey & mendigo»; ingresar a las artes visuales, gracias a sus artefactos. Y sobre todo hizo el mejor ajusticiamiento: les dijo a creativos, publicistas y directores que el lenguaje puede ir más allá del lugar común. Espero que, con su muerte, ellos y otros, se den cuenta de que sangran por boca y narices”.

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Amanda Durán (35)

“Es un antilegado”

“Dicen que la antipoesía es un tipo de poesía: eso no es justo. La poesía vivía en el Olimpo, era inaccesible, habitaba en el mundo de los muertos. Nicanor la desenterró y le exigió aceptar el lenguaje común, vincularse con la rabia y la burla. El de Parra es un antilegado: Reventó el pasado y el presente al mismo tiempo y se puso a construir en el derrumbe. No hay nada más tranquilizante para la nueva poesía que la carta abierta que dejó para aceptarnos en ese caos. Un planeta donde la ruptura permanece necesita que sepamos crear en medio del desastre. Su ausencia nos consume, tratando de creer que incluso en su ausencia hay antipoesía, jurándonos que hay Parra parra rato. Profundamente tristes: Las ligas de los poetas muertos nos ganan por goleada”.

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Óscar González Cantín (29)

“Escribir poesía en lengua tribu”

“Nicanor Parra abre caminos y extiende los límites de la poesía en general. Pero, como pasa con todos los caminos muy transitados, aparecen hoyos y se producen atascamientos. A veces me tropiezo, por ejemplo, con los artefactos. La influencia de Parra entre esta generación de poetas (que admite miembros de 3 a 103 años) es muy importante. Si Parra nos mostró que era válido escribir poesía en la lengua de la tribu, ahora debemos preguntarnos: ¿dónde está esa lengua? La Agencia Nacional de Poesía, fundada recientemente, responde esa pregunta: en las amplias y coquetas vitrinas de las multitiendas”.

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