FOTOS JORGE ESPINOZA

El público se abalanzó sobre el español tras el espectáculo. Domingo saludó y se fue a comer al restaurante Cívico.

Óscar Agüero, del Comité de Donaciones Culturales; el dueño de casa Alvaro Saieh; e Isaac Frenkel, miembro del directorio de CorpArtes.

Catalina Saieh y la directora ejecutiva Francisca Florenzano.

No sólo invitó a su hijo a cantar sobre el escenario, sino que además, para cerrar, Plácido Domingo le pidió a Verónica Villarroel salir del público y subir al escenario. Con su mano derecha la soprano le dijo que “no”, pero un coqueto Domingo se salió con la suya y la convenció en el concierto íntimo que dio por los 15 años de CorpArtes.

Entonaron juntos “Gracias a la vida” y la ovación de personalidades como el alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín; el ministro de Cultura Ernesto Ottone; los empresarios Felipe Ibáñez, Arturo Alessandri y Eliodoro Matte no se hizo esperar, terminando así una noche en que los 107 minutos estipulados de show fueron sobrepasados con creces. En el intermedio, Domingo bailó con Catalina Saieh tras bambalinas. “Es que él es así, es muy amoroso, las cosas se dan fáciles con él”, explicó ella riendo.

“Me dijeron que Verónica estaba en el público, así que este fue un broche de oro”, señaló el artista español en el cóctel, en el Parque de las Esculturas.

Se robó las miradas y demostró que para las selfies no hay edad. Las señoras se abalanzaron sobre él. Domingo las hacía sentir que estaban como en casa.

El arquitecto a cargo del diseño del teatro, Renzo Zecchetto, y Sandra Meluk, directora de la Filarmónica de Bogotá.

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Plácido Domingo en Chile

Espléndido y horroroso

Es muy inusual que un cantante de ópera continúe su carrera más allá de los 65 años, a esas alturas ya se ha perdido la voz. El caso de Domingo quedará en los anales de la historia por dos hechos llamativos. El primero, cuando hace al menos 10 años vio que no podía seguir cantando de tenor, pues no llegaba a aquellas alturas, decidió cantar de barítono. Eso significa abordar roles en una cuerda más grave en la cual se necesita un chorro de voz potente y un timbre obscuro; nada de eso presente acá. Lo segundo, es que la gente lo aplaude, llena teatros y tiene a toda una generación de nuevos barítonos sin poder darse a conocer. Toda una hazaña, que sin duda está avalada por su poder e influencia en el mundo de la ópera y, lo más importante, la ignorancia de los públicos que lo aplauden. Dicho esto, anoche vimos su recital en el espléndido Teatro CorpArtes, acompañado de la Orquesta Filarmónica de Bogotá, dirigido por el maestro Eugene Kohn. Lo acompañó la soprano Ana María Martínez, de agradable timbre lírico. El concierto partió con Domingo barítono, obviamente fuera de todo contexto y lógica. Es necesario aclarar que, en comparación con el concierto del Movistar Arena (2012) y algunas óperas que le hemos visto últimamente en La Scala o el Met, Domingo anoche estaba sorprendentemente bien vocalmente, su fiato y voz más firmes, por lo que cuando cantó zarzuela u opereta realmente lo hizo muy bien (para sus 75 años). Eso sí, es una hazaña de mérito propio y se lo celebra efusivamente, tiene gran oficio, es un artista completo. Es una delicia verlo cuando canta algo adecuado a su voz o lo que queda de ella, debemos reconocer al gran artista que aún es. Anoche tuvimos una mezcla de Plácidos: uno espléndido y otro horroroso, en una velada larguísima que al final se puso chabacana. Tuvimos que ver y oír a su hijo Plácido, que como humorada cantó a dúo con él, sin embargo el padre lo dejó solo en el escenario y tuvimos que soportarle una canción de Manzanero. Oímos decir en pasillos que era una venganza al ser obligado a cantar con Mon Laferte en el Nacional (afortunados quienes la verán). Pensamos que Domingo no está tan equivocado y que cuando cumpla 100 años podrá aún seguir sobre los escenarios y pensará: “Si el público me aplaude, ¡entonces sigamos no más!”.

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