ARCHIVO PERSONAL DE ALVARO COVACEVICH

ARCHIVO PERSONAL DE ALVARO COVACEVICH

Álvaro Covacevich (1933) creó dos parques en Santiago: Juan XXIII en Ñuñoa y Américo Vespucio en Las Condes–Vitacura. También se ha dedicado al cine y algunas tomas de «Morir un poco», su película de 1966 (también tiene el documental «El diálogo de América», donde Allende habla con Fidel), las hizo en esas áreas verdes.

Aunque vive en México hace más de 40 años, el arquitecto siempre ha tenido el ojo puesto en Chile. Así como participó en la creación del Centro Cultural Palacio de La Moneda, hoy está atento a las vicisitudes del Parque Vespucio: según la Municipalidad de Vitacura, el 72% de su masa arbórea está en riesgo por las pistas de buses que tendrá que hacer la concesionaria.

Idea se le ocurrió en Japón

Desde México, Covacevich recuerda cómo se le ocurrió crear el lugar. Cuenta que fue a su regreso de un viaje a Japón, (donde fue a estudiar la creación en la U. de Chile de la carrera de Paisajismo) que le planteó al entonces alcalde de Las Condes Jorge Clark (1963-1964) que había que hacer un parque en Vespucio. “Esa zona era un potrero. En la mañana arrieros llevaban vacas y se las llevaban en la noche. Tuve muchas peleas para hacerlo, pero cuando presenté los planos me apoyó el brasileño Roberto Burle Marx (autor del Paseo Atlántida en Copacabana)”.

Fue un proyecto polémico. “Hubo publicaciones contra el parque. ‘Este señor está loco. Los parques se hacen sacando tierra y él lleva montones de tierra', se quejaban, porque era un concepto nuevo, con levantamientos de tierra que aislaban a la gente. Tuvimos que cerrar el contorno para trabajar tranquilos, y cuando lo abrimos, fue un éxito. Es un parque único en el mundo. No hay ningún otro sitio donde entre dos avenidas se pueda dormir la siesta. Pero mi diseño no es japonés, es perfectamente personal”.

—¿Cómo eligió los árboles?

—Los escogí según estudios que hice en Japón, EE.UU. e Inglaterra. Quise crear una secuencia cromática. Fui uno de los que introdujo varias especies en Santiago, como el liquidámbar, que no es tan relevante por su flor, sino porque sus hojas cambian de color en otoño. La idea era tener también cerezos en flor, pero cada vez que plantábamos, en la noche se los llevaban. Me cansé de intentarlo y dije que algún día se podrá. Ahora estoy organizando un viaje a Japón para traer mil cerezos”.

El parque era diferente. “Había muchas fuentes, bancos y espejos de agua que no están. Desaparecieron y no sé por qué. Los parques debieran tener una protección de derecho de autor, como quien pinta un cuadro. Y si le fueran a hacer una modificación, decirle a uno: ‘señor autor, cambiaremos este árbol a la izquierda, a la derecha…'. Eso se hace en Japón, donde tienen una ceremonia religiosa. Lo hacen con los descendientes.

—La pista para buses pondría en riesgo los árboles. ¿Se pueden mover?

—Eso lo tendremos controlado siempre que exista mi participación. Es un proceso que aprendí en Japón. Se corta el 50% de las hojas y hay un 85% de posibilidades de que no perecerá. Si no, se pueden cometer errores y esas especies pueden caer en lo que llamo “ecosidio”. Y añade: “Hay una tendencia, que espero disminuya, en que parece que los chilenos son enemigos de los árboles. Ahora estoy haciendo un documental en la selva Lacandona sobre cuánto sufre un árbol si lo cortan a hachazos. Se llama «Naturaleza muerta». A los árboles hay que tratarlos como a las personas. Cada vez que estoy en Santiago, voy (al parque) y converso con cada arbolito y sé cuando sufren”.

Apoquindo con Vespucio en 2017 (izquierda) y en la década del 60 (derecha).

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La Fiscalía Occidente investiga a un menor de 14 años que el martes 26 de diciembre habría iniciado un incendio forestal en el cerro Chena, de San Bernardo.

Se trata de un adolescente que cursa primero medio en un liceo de la comuna, quien durante ese día estaba participando de una actividad en terreno junto a su curso y su profesor, informó la comisario Mariela Torres, de la Brigada Investigadora de Delitos contra el Medio Ambiente y Patrimonio Cultural (Bridema) de la PDI.

“La denuncia la realizó el profesor el mismo martes, y relató que su alumno habría sido el autor del fuego y que otros dos estudiantes lo vieron. Según las declaraciones, un grupo pequeño —donde estaba el menor imputado— se separó del curso y fue en ese momento cuando el muchacho, jugando con un encendedor, prendió fuego al pasto seco. Tras la denuncia, el chico huyó del colegio, pero luego de establecerse su identidad fue detenido y puesto a disposición del Juzgado de Garantía de San Bernardo”, explicó la comisario.

El menor fue formalizado por el delito de incendio y quedó bajo vigilancia del Sename por los 60 días que dure la investigación.

Si bien el siniestro pudo ser controlado a tiempo, la gravedad de este hecho se suma a que el sábado anterior al 26 de diciembre, el cerro Chena fue afectado por un incendio forestal que logró ser controlado pasada la Navidad, hasta que el menor inició nuevamente fuego.

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