La Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, a través de su decano Davor Harasic, y la Clínica Jurídica de esa facultad se sumaron —como sus copatrocinantes— a la defensa del ex frentista Jorge Mateluna, condenado a 16 años de cárcel por el asalto a un banco y caso del que se declara inocente.

En junio de 2013 Mateluna, quien trabajaba como gestor cultural al momento de su detención, fue acusado de asaltar la sucursal de un Banco Santander del Parque Industrial ENEA (Pudahuel). La aprehensión se produce a pocas cuadras del local, donde los ladrones dejaron abandonado el vehículo en que huyeron. Según la policía, es parte de la banda. Según Mateluna, esa mañana iba a entregar un proyecto cultural a la Municipalidad de Pudahuel y se perdió.

Mateluna fue condenado por los delitos de robo con intimidación, receptación, tenencia y porte de armas de uso bélico. Según la justicia, entró al banco, intimidó a clientes y escapó con más de $60 millones, junto a otros tres sujetos. Antes de esta sentencia, el ex frentista estuvo 12 años preso: tenía una condena a pena perpetua por robos, homicidio e infringir la Ley de Seguridad Interior del Estado.

En 2004 quedó en libertad tras ser indultado. Su caso inspiró la obra "Mateluna", del dramaturgo Guillermo Calderón (estrenada en Alemania y presentada en el Festival Santiago a Mil 2017), en la que se asegura su inocencia y se denuncia que fue enjuiciado injustamente.

La defensa de Mateluna presentó una querella por falso testimonio —en trámite— contra tres carabineros, la que es apoyada por Harasic. "Una sentencia penal gravemente errónea, que declara culpable a un inocente, no sólo atenta contra los derechos humanos, sino que, además, erosiona el sistema democrático", dijo el decano.

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Este no es un restaurante para taquilleros; es un lugar para cerrar negocios". Bernardita Larraín Dueña del "Carrousel"

Bernardita Larraín Cagnolatti (59) escoge con cuidado sus palabras cuando habla de las reuniones —de políticos, abogados y empresarios—, que se han celebrado en su restaurante «Carrousel» en los 35 años que lleva funcionando, incluso ahora cuando están a punto de cerrar indefinidamente: mañana será el "fin de ciclo"

El local (ubicado en Avenida Los Conquistadores) es conocido por su "comida chilena burguesa con toques afrancesados", en palabras de su dueña —en especial por el "cajón de erizos", su plato estrella—, pero también por sus destacados comensales. Figuras tan diversas como Ricardo Lagos y Hermógenes Pérez de Arce se han ubicado en sus mesas. También Edmundo Pérez Yoma, Hernán Felipe Errázuriz, Sergio de Castro, Belisario Velasco, Ricardo Solari y empresarios como Salvador y José Said, y el presidente de Citroën, Fernán Gazmuri, entre otros.

"Este no es un restaurante para taquilleros; es un lugar para cerrar negocios", afirma. Y al preguntarle si recuerda alguna anécdota, niega e insiste: "Por discreción no vamos a contar jamás nada".

Sin herederos ni propiedad

Los "clientes cautivos" del «Carrousel» se enteraron de su cierre a través de una carta que les envió Larraín explicándoles los motivos. Por eso, asegura, tienen las reservas "de tope a tope".

"Hay muchos factores que influyeron. Uno de ellos es que no hay un traspaso generacional", admite la dueña. Pero también desliza otra razón: la casa que alberga el restaurante no es de su propiedad y sus dueños la acaban de vender. "Debiésemos haberla comprado, pero nunca se nos ocurrió, porque estábamos bien. Reconozco que fue un error".

Larraín asumió la dirección hace ocho años, tras la muerte de su esposo y fundador, Felipe Castillo. Años que no han sido fáciles. "Un empresario, que no nombraré, me dijo una vez que habían hecho apuestas de que no iba a ser capaz de llevarlo adelante. Pero después me felicitaron porque lo estaba haciendo fantástico", recuerda.

Copiaron la receta, pero…

La clave para mantenerse tanto tiempo, dice Larraín, "es conservar los productos, los mismos sabores". Tal como lo han hecho con el "cajón de erizos" —preparación elaborada con un tercio de una pieza de pan de molde no rebanado, ahuecado y frito, y en su interior relleno con lenguas de erizos frescos—, un plato que se ha vuelto el emblema del local. Además de los "Locos Jack", el blinis de salmón y caviar y el fricassé de filete. Pero es "el cajón…" el que, sin duda, más extrañarán sus comensales.

"Lo copiaron por ahí, pero no tiene nada que ver. Por lo que me contaron algunos clientes, no es el mismo. Las copias son difíciles", asegura la dueña, quien además cuenta que una vez que cierre el restaurante se tomará un descanso.

—¿Trabajará en otro restaurante?

—Nada se descarta. Por ahí me han llamado, pero no tengo nada concreto.

—¿Qué pasará con el "cajón de erizos"? ¿Se queda aquí el secreto de su receta?

—Me la pidieron, pero no sabemos qué va a pasar. No lo tenemos decidido, pero si más adelante se nos presenta la oportunidad de abrir otra cosa, nos gustaría rescatar nuestros platos.

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