"¡La directora de esta galería, Alejandra Chellew, tiene una energía insuperable!", gritó, con un vodka en la derecha y tabaco en la izquierda, el artista Gaspar Galaz, un bohemio bien vestido. "¡Hay que disfrutar! ¡Y, compadre, cualquier cosa que necesite, me llama!", ofreció Eugenio Avilés, apodado El Flaco, un hombre de negocios, con chasca lisa y criado en el Verbo Divino. Anoche, la reunión cumbre juntó a artistas y a socialités, vanguardia y élite, crespos con rulos del Barrio Yungay con rubios sensibles que frecuentan el Club de Polo. Todos felices, a los gritos, exigiendo más hielo, festejando los 20 años de la Galería La Sala, el exitoso invento cultural de Alejandra Chellew Bulnes. Una de las galerías pioneras del sector Alonso de Córdova.

—¡¡¡Esta galería es un puente estupendo!!!— dijo José Manuel Ríos, salpicando salmón.

—¿Qué une ese puente?

—A los volados con la élite.

—¿Cómo?

—¡El puente une a los artistas con los cuicos, viejito!

Por allá, en efecto, tomándose la terraza, estaban los artistas: Gaspar Galaz, Gonzalo Cienfuegos, Mario Toral, entre otros. Conversaban entre sí, estrechaban manos, guiñaban el ojo a los fans de alta sociedad. Eran los iluminados de la velada, cuyos nombres adornan las mejores murallas de Vitacura.

—Es interesante la perseverancia de esta galería. Va muy bien encaminada— confesó Cienfuegos, ex alumno del Verbo Divino.

—Valoro que haya apertura a la calle— declaró Toral.

—Es una galería comercial a mucha honra, porque yo me considero un artista comercial— insistió Cienfuegos.

¿Y el arte ha evolucionado en estos veinte años? No tanto, dijo Toral. No sé, dijo Cienfuegos. El arte paleolítico es más moderno que lo actual, provocó Toral. Luego aplaudieron la evolución de La Sala, su nexo con la vanguardia atrevida. Elogiaron a la directora.

—Quizás aquí haya seis o siete coleccionistas serios— reveló Galaz, casi sobándose las manos.

—¿Qué es un coleccionista serio?

—No, bueno, no es alguien que vaya a pujar en las galerías de Nueva York. Pero alguien que se gasta 50 palos al año en arte.

—¿Y la gente que está aquí sabe mucho de arte?

—Ojalá sea así— y luego explotó en una carismática carcajada.

Mundo feliz

Lo que uno veía en el entorno era, en fin, a un montón de gentiles ex alumnos del Verbo Divino dialogando con un montón de atractivas ex alumnas del Villa María. Había atmósfera de Festival Alcántara. Eugenio (Verbo Divino, generación del 86) le palmoteaba la espalda a la señora Duch (Villa María, generación del 90). Ella, a su vez, le confesaba algo a Arteaga (Verbo Divino, generación del 85). Todos reían. Todos gritaban. El reportero notaba, con emoción, que vivía in situ las páginas sociales de la revista Cosas.

—¿Por qué todos gritan?— preguntó la prensa a un mozo crespo.

—Son felices— susurró huyendo.

Simpáticos alfas con ojeras cortejando a lais con cuatro hijos. Idealistas de Santa María de Manquehue, muchos hombres con vozarrón, empresarios alegres, réplicas tostadas del Kike Morandé. Gente brillante con casa frente al lago.

—Pero esta gente no se pone traje de baño— apuntó un pintor de renombre.

—¿Por qué?

—Es de mal gusto.

—¿Y qué hacen en sus casas de veraneo?

—Mucha terraza, viejo. Mucha terraza y copete después de almuerzo.

—Me gustaría que todos leyéramos más a Heidegger y a Nietzsche— lanzó Gonzalo Droguett, analista internacional y ex embajador de Noruega en la era Pinochet.

—Compadre, "la vida imita al arte", Óscar Wilde— intervino Enrique Evans.

Y en medio de todos, en el punto medular del cóctel, Alejandra Chellew, la directora, licenciada en Estética, casada con Jaime Duch, tres hijos, se fotografiaba exultante. "Esta galería ha sido una labor dantesca", afirmó.

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Crédito IMG

Es una de las "obras" internacionales que estará en la cartelera 2018 del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM); su nombre es "Paranoia", de la compañía Perfil Bajo, dirigida Ezequiel, "El Conde" Hara Duck.

Participan 25 "espectadores" que serán citados por WhatsApp en un horario y localización en torno al GAM. Recibirán por esta vía las indicaciones, las que ya implementaron en la temporada que se llevó a cabo en Buenos Aires. Cada espectador queda en una situación inusual y quienes los rodean no sabrán lo que ocurre, tampoco que ellos serán parte de la experiencia. Es importante tener la batería cargada. "La gente termina haciendo cosas que no haría si no existiese un marco de contención ficcional", explica Hara Duck en La Nación de Argentina.

La elección de "Paranoia" se enmarca en uno de los tres ejes de la programación 2018 del GAM: "género", poniendo en escena discusiones sobre femicidio y diversidad sexual; "memoria", a raíz de los 30 años del plebiscito de 1988, y "nuevas tecnologías".

Por eso llegará a Chile la primera actriz-robot del mundo desde Japón, con la obra "Sayonara", y para el público infantil están agendadas piezas con mapping.

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